9 diciembre, 2024

¡Un apunte más! ¡Y nada más!

A los 100 años del nacimiento del Romancero del Guayas -Mestizo-americano-

Alejandro Velasco Mejía

En 1990 cuando Alejandro Velasco Mejía cumplió los 50 años de vida poética (hoy 100 años cronológicos) yo como presidenta de Cultura y Fraternidad en este mismo escenario, de la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas- rubriqué a su título de Romancero del Guayas el adicional de Mestizo-Americano cuando se había publicado su nuevo libro El camino de piedra.

Hoy solicité a la presidencia de la Agrupación me concediera hacer un apunte más, esta noche de homenaje al poeta en sus 100 años cronológicos ¿Por qué?…

-Porqué conocí al poeta a través del hombre de mi vida-Manuel Arenas Silva, quien me señaló, como algo que lo llenaba de satisfacción y orgullo, haber sido él, muy joven aún, quien conoció los primeros poemas del escritor y habérselos sacado a la luz, allá en su casa de la esquina de Chimborazo y Capitán Najera, “de debajo de su colchón, donde los guardaba tímidamente” y le enseñó, que valían tanto, porque eran poemas de un hombre con una cosmovisión pura y autentica de hombre del pueblo, sin odios, ni rencores o revanchismo; cuando en romance puro cantaba orgulloso de su estirpe poética: Aquí un fragmento de su Romance de presentación / Sobre la cancha del barrio/ tiro el poncho de mi verso /: que lo pise la Academia; / que lo pise un romancero. / Mi romance no es de escuela / ni contado con los dedos: / es romance de las calles, / es el romance del pueblo./ Esta carne romancera / no me dieron mis abuelos: / me dio el suburbio querido; / a mi arrabal se lo debo…

Igual le cantaba a la valía del hombre y la mujer de los barrios de este Guayaquil; llanamente auténtico, de aprecio y cariño; a la samba Sabina “flor oscura de potrero”, o a la “rubia dormilona” de la escalera del cerro; “resaltando los barrios de lodo y sin asfalto del suburbio antiguo del Guayaquil, al que él le cantara en ese pasillo… “Mi Guayaquil…” del que el Municipio regido por Nebot le ha puesto su nombre a una de las calles del suburbio de hoy-sin barro y con asfalto.

Y luego al ¿Por qué lo de mestizo americano? -Su poesía en el 90 había traspasado la etapa localista del guayaquileñismo, hacia siglos atrás del aborigen de América en todas sus culturas milenarias, levantando el orgullo racial de este Continente mestizo en su libro El camino de piedra.

Por ello mi “apunte” hoy va más al presente; a las generaciones jóvenes que deben interiorizar la valía de los poetas, recibiendo y difundiendo sus mensajes al mundo entero. Razón por lo cual el Colegio Steiner, que me honro en presidir, formó hace 20 años la Estudiantina, con su concierto musical poético “Por los Caminos de América” con música folclórica de los países de este continente. Estudiantina dirigida por la gran musicóloga Margarita Valencia, hasta este febrero de regreso a su Patria y hoy suplida por el maestro Gustavo Rey.

Algo de señalar, que como intermedio del concierto se declama un fragmento del poema “Hombre de América”, de Alejandro Velasco Mejía; que lo han llevado por los escenarios de teatros, barrios y calles de este Guayaquil, más otras ciudades de nuestro Ecuador y otras Patrias del continente y que hoy se presenta a ustedes con un fragmento de esta composición artística, en homenaje al Poeta Romancero del Guayas-Mestizo Americano”

La Estudiantina del Colegio Steiner, en un fragmento del concierto por los caminos de América – la noche en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas del homenaje a Alejandro Velasco Mejía.
La Estudiantina del Colegio Steiner, en un fragmento del concierto por los caminos de América – la noche en la Casa de la Cultura Núcleo del Guayas del homenaje a Alejandro Velasco Mejía.

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4 comentarios

  1. Con el respeto que Ud. se merece, deseo decirle que leo con frecuencia sus comentarios, incluso los que Ud. publicaba en El Universo, pero hasta hoy no conozco ni entiendo su decisión de mantener oculto su apellido paterno. ¿Qué tiene de malo apellidarse Pilataxi? ¿Será que hay algún rezago de complejo de inferioridad por tener ese apellido? Veo que todos los articulistas que son nombrados en este diario digital, salen con sus apellidos tanto paterno como materno, pero Ud. es la única que aparece sólo con la inicial «P». Aprovecho el artículo «A los 100 años del nacimiento del Romancero del Guayas -Mestizo-americano-» para hacerle este comentario, que espero sea tomado como una crítica constructiva.

  2. Buenos días señora, he leído desde hace mucho tiempo sus interesantes comentarios publicados por este medio y los que publicaba en El Universo, y deseo aprovechar la ocasión de este artículo «A los 100 años del nacimiento del Romancero del Guayas -Mestizo-americano» para preguntarle con todo respeto: ¿Por qué oculta su apellido paterno? Veo que todos sus colegas que escriben en este medio publican sus nombres y apellidos paterno y materno, pero Ud. no. ¿Cuál es el motivo? No le veo ningún pecado el apellidarse Pilataxi, ¿o será que existe algún rezago de complejo de inferioridad por ese hecho? Creo que en los tiempos que vivimos, ya se han superado un montón de situaciones que nos causaban vergüenza y hay que mostrar lo que somos, sin ningún tipo de complejos. Tómelo como una crítica constructiva. Con afecto, Patricio.

    1. Estimado Sr. Patricio Triviño Yulán,

      Mis respuestas a su gran preocupación sobre mi apellido paterno. Le transcribo párrafos de algunos de mis libros:
      1)
      Mujeres de 2 siglos de Lily Pilataxi de Arenas-Año 2002 pág. 264-265

      “Ancestros”

      “Alguna vez invitada a hablar a un grupo de mujeres en el suburbio de mi Ciudad, sobre la importancia de las tradiciones y los ancestros para dignificar a una persona, una mujer me dijo –Los pobres no tenemos tradiciones ni ancestros-.
      Y yo, luego de hacerle algunas preguntas sobre su familia, las costumbres de sus padres, abuelos, etc. le hice dar cuenta que esto de hablar de ancestros y tradiciones, no es patrimonio solo de ricos –Los pobres también tienen ancestros y tradiciones-.
      Nací en Guayaquil, de padre emigrado de la provincia del Tungurahua y madre guayaquileña de origen dauleño; de una familia de cuatro hijos fui yo la segunda. Mi apellido paterno Pilataxi –de pura raza- decía mi padre, desde niña me sentí orgullosa de llevarlo, cuando crecí, tal vez percibí alguna vez, que querían hacerme objeto de burla, pero nadie se atrevió de frente, porque fui respetada cuando alumna en la escuela, igual que en el colegio, la universidad y luego en mi vida pública.
      No sé si queriéndome hacer un favor o por adulación, en uno de esos momentos sobresaliente de mi vida, dentro de mi actuación internacional en las Naciones Unidas, un reconocido genealogista ecuatoriano, me dijo: -una mujer con tanta fama alcanzada debe tener su blasón, “déjame buscar tu genealogía que, con toda seguridad, debe estar muy bien vinculada”- Me reí y le respondí -¡Gracias! Pero no me quites el orgullo del apellido que tengo, primitivo ecuatoriano, que lo he paseado por medio mundo, recibiendo atenciones y honores hasta de altos magistrados y ahora es cuando más honrada y digna me siento de él- Soy una mestiza ecuatoriana, -Le dije, le di un beso y seguí disfrutando de la recepción.
      Sin embargo, hace unos pocos años, me tocó participar en un seminario de política en Quito en la que participaba una doctora indígena ecuatoriana que había estudiado las raíces lingüísticas de los primitivos nuestros y tradujo mi apellido: era precioso, sonaba, a “dos lunas… piedras… verdad… montaña…”
      En algunas entrevistas, a la pregunta -¿Cómo se define Ud.?- yo contesto:
      “Como una rústica refinada…

      1. 2)
        Poema Pedagógico Nº 2 y 3 de Lily Pilataxi de Arenas ¿Qué hago aquí?…

        La primera reunión de becarios fue en Köln, todos éramos profesores, unos llegados de América latina: México, Argentina, Chile, Brasil; de África y algunos de Asia.
        Todos, todos eran blancos, rubios, ojos claros y/o azules. Solo yo de otro color, otras facciones, etc.
        Ahí supe que el programa era acercamiento de maestros de diferentes partes del mundo, de origen alemán, hijos o descendientes de alemanes, cuyos padres habían salido por la última guerra mundial, Alemania “los recogía” para que vivieran su cultura en el país de origen y, sobre todo, como maestros se especializaran en Pedagogía, practicando en sus escuelas, para llevar la cultura remozada a su lugar de enseñanza.
        Debíamos presentarnos de uno en uno. Cada cual decía lo feliz y orgullosos que se sentían regresar a la tierra de sus ancestros… a beber y recibir las bienaventuranzas de la cultura alemana, su pedagogía, etc…

        …Yo entre tanto me preguntaba ¿Qué hago aquí?… ¿Se habrán equivocado al mandarme? ¿Qué les pasó a los directores del Colegio Alemán de Guayaquil?… ¿Qué hago aquí?…
        Estaba muy asustada, hasta que me llegó el turno de hablar y poniéndome de pie. Luego de decir mi nombre-expresé -Yo no sé por qué estoy aquí, yo no tengo ningún origen alemán -Soy una mestiza sudamericana: -mezcla de raza aborigen con la española de los conquistadores; vengo de una ciudad que se llama Guayaquil en Ecuador, de una región con una cultura de más de 5000 años de antigüedad…
        Y no sé cómo, palpé en mi bolso, el tótem Valdivia- -que siempre llevo conmigo, lo saqué y lo mostré, para pasarlo de mano en mano, alrededor de la mesa, ante los ojos de casi todos que decían-¡oh es egipcio-es egipcio!-Efectivamente la figura de la estatuilla tiene peinado egipcio, característica de las Venus Valdivia ecuatoriana…

        Mi nombre como periodista de Opinión desde 1969-en diario El Universo – El Telégrafo y hoy “Desde mi trinchera” es Lily P. de Arenas, lo que no obedece a ningún complejo.

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