29 abril, 2024

Emociones

Hablemos sobre las emociones. En la película nominada al Oscar “Silver Linings
Playbook”, hay una escena donde uno de los protagonistas, la reciente ganadora del
Oscar, Jennifer Lawrence, se dispone a entrenar con Pat (Bradley Cooper) para una
competencia de baile. Se encuentran en extremos opuestos del salón y ella lo invita a él
a acercarse lentamente hacia ella, con la mirada fija en el suelo y levantando la cabeza
únicamente cuando se encuentre a mitad del camino, permitiendo así que broten en el
ambiente las sensaciones de timidez, seducción y galanteo propias del encuentro con la
intimidad. Cuando sus frentes chocan ella le dice: “¿Sientes eso? Eso es una emoción”.

Las emociones forman parte de nuestra identidad. Somos seres emotivos que sienten
antes de pensar. Existe una fuerte tendencia occidental a pensar que mientras más
racionales, metódicos y realistas seamos, más inteligentes somos. Lo cierto es que
la emoción y la razón trabajan en conjunto. La emoción moviliza y la razón guía. En
cualquier situación, nuestras emociones se encargan de hacer una primera evaluación.
Examinan la situación desde el punto de vista de cómo afecta ésta a nuestro bienestar.
Luego ocurre una segunda evaluación, donde interviene la razón. Ésta nos ayuda a
valorar si la emoción presente es saludable o no y de ello depende nuestro curso de
acción. Así, la emoción es una señal interna que indica un cambio y el pensamiento pone
la emoción en perspectiva.

Pero volvamos a las emociones. Es importante conocer que existen distintos tipos de
experiencias y expresiones emocionales y saber diferenciarlas nos ayudará a poner en
práctica aquello que lo que los psicólogos llaman “inteligencia emocional”.

Existe un sentimiento visceral adaptativo conocido como “emoción primaria
adaptativa”. Es una reacción básica, inmediata y automática que aparece en el
momento y se desvanece cuando éste acaba o la situación se afronta. Muestran lo que
verdaderamente sientes. Es el caso de la bienvenida alegría ante una buena noticia o la
tristeza ante una pérdida.

Dentro de las emociones primarias aparece un antagonista de malestar crónico que
llamamos “emoción primaria desadaptativa”. Dichas emociones emergen debido
a situaciones externas o internas y se basan generalmente en aprendizajes previos.
Al contrario de las adaptativas, son crónicas, lentas y recurrentes. Aquí figuran esos
momentos oscuros de melancolía y aislamiento, de culpa y ansiedad. Una vez que nos
invaden, nos envuelven en un largo y doloroso sinsentido de la vida.

Seguimos con las emociones secundarias. Son emociones a menudo problemáticas
porque ocultan lo que verdaderamente estamos sintiendo, es decir, encubren las
emociones primarias. Tal es el caso por ejemplo de un enfado que disimule un
sentimiento básico de tristeza por no sentirse apreciado.

Por último tenemos la emoción instrumental. Se trata de una emoción que se utiliza
con el propósito de influenciar o manipular para obtener algo que se desea. Son
estilos emocionales, más que reacciones inmediatas y se expresan consciente o
inconscientemente. Es el caso de los niños que utilizan el llanto para obtener de sus
padres aquello que desean.

En síntesis, considero que es esencial que nos volvamos más conscientes de nuestros
procesos internos. Ante una situación dada es importante identificar la emoción
presente, sentir cómo se manifiesta a través de nuestro cuerpo, darle un nombre a la
emoción y clasificarla según los tipos de emociones antes mencionados. Si logramos
hacer un hábito de esto seguro que llegaremos a un conocimiento más profundo
de nosotros mismos y de los otros, y así podremos llevar una vida más sana, más
equilibrada y más emocionalmente inteligente.

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