30 abril, 2024

Ofrenda a Jesús

Quiero presentar ahora a otro poeta, Daniel de la Vega y aparte presentar una tierna poesía del poeta de quien ya hemos hablado, que visitó Guayaquil por 1950 y le dedicó uno de los poemas más hermosos a nuestra Ciudad.

Comencemos por Daniel de la Vega. Nació en Quilpué, Chile en 1892. Poeta, dramaturgo, cronista y novelista chileno. Quedó huérfano a temprana edad y tuvo que afrontar responsabilidades, para subsistir y ayudar a su familia. Encontró en el periodismo lo que necesitaba para subsistir y al cabo de un tiempo dirigía la revista Zig-Zag. Colaboró en El Mercurio y en las Últimas Noticias. En 1942 obtuvo el premio Atenea. En 1953, mientras estaba como Agregado Cultural en España, recibió el Premio Nacional de Literatura. En 1962, fue reconocido con el premio nacional de periodismo. Poeta de verso fácil y tierno, escribió varios libros de poesía, teatro, novela, crónicas, cuentos y prosa.
Entre sus muchas poesías, tiene esta Ofrenda a Jesús, que vale la pena recordar.

Añado en esta semana, como anoto arriba, una tierna poesía navideña de Manuel Benítez Carrasco, “Cuando ella dijo que sí…” que merece ser recordada en estas fechas.

Veamos primero la Ofrenda a Jesús:

OFRENDA A JESÚS

Daniel de la Vega

Jesús Nazareno, Tú que los querías,
Tú que los buscabas, Tú que defendías
las blancas mañanas de sus alegrías,
Tú que a tus Hermanos siempre les decías:
“Dejad a los niños que vengan a mi…”
toma este florido rayito de luna,
carne de mi carne, sin mancha ninguna,
candorosamente dormida en su cuna,
Jesús Nazareno, te la ofrezco a Tí.

Te pido que nunca la dejes perdida
en las fragorosas aguas de la vida.
Está por tu propia sangre redimida.
Jesús Nazareno, te la doy dormida;
su corazoncito también está así…
Su madre ha querido que te la de plena,
tómala así dulce, tómala así buena,
tómala Maestro, por ella y por mí.

Su madre ha querido que te la de plena,
haz que sea dulce, haz que sea buena,
haz que sea un rayo de luna serena
sobre las angustias de nosotros dos…
Yo quiero que sea su fe la más viva,
yo quiero que sepa mirar hacia arriba,
con hambre de altura, de lumbre, de Dios.

Tómala Maestro, tómala inocente
quiero que te rece fervorosamente
y que en las mareas de su vida ardiente,
ame humildemente, ame dulcemente
todas esas cosas que su padre amó.
Y Tú Jesús, déjale esas ilusiones,
esas alboradas, esas devociones,
esas alegrías, esas oraciones,
esas inquietudes que he perdido yo…

Señor Jesucristo, es mala la vida…
Señor Jesucristo, la fe está perdida,
la esperanza muerta, muerta la ilusión…
Tú, Jesús apártala de nuestros abrojos
y quema sus labios y alumbra sus ojos
con el Evangelio de Tu corazón.

Toma este florido rayito de luna,
es rosa de sangre, sin mancha ninguna.
Jesús Nazareno, tómala en su cuna,
Su madre ha querido que te la de así.
Es luz de nosotros, es luz de mi vida.
Señor Jesucristo, te la doy dormida,
tómala Maestro, dale en Tí cabida,
tómala Maestro, por ella y por mí.

Leamos ahora:

“Cuando ella dijo que sí…”

Cuando ella dijo que SÍ…
Manuel Benítez Carrasco

Cuando ella dijo que sí,
dijo el arroyo que no;
que no me merezco yo
que se laven sobre mí
los pañalitos de Dios.

Cuando ella dijo que sí,
dijo el romero que no;
que no me merezco yo
que se sequen sobre mí
los pañalitos de Dios.

Cuando ella dijo que sí,
ensayó una borriquilla
su aliento de más calor,
para una noche de invierno
junto a la cuna de Dios.

Cuando ella dijo que sí,
la espiga estudió lecciones
teológicas con la vid
y un temblor de eucaristía
pulsó los pulsos de Abril.

Cuando ella dijo que sí,
sobre las zarzas del campo
volaron las golondrinas
y aprendieron a llevarse
en el pico las espinas.

Todas las cosas pequeñas
empezaron a cumplir
su parte en la Redención,
cuando ella dijo que sí.

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Soleá del amor generoso

Siguiendo con las Soledades de Manuel Benítez Carrasco. Quiero presentar ahora, su
Soledad del amor generoso:

Soleá del amor generoso
Manuel Benítez Carrasco

Todo es cuestión de hidalguía,
tú me lo negaste todo,
yo te di cuanto tenía.

Ni un suspiro a mi cuidado
contestando a mi suspiro;
fuiste de duro zafiro
siendo de vidrio quebrado.
Ni un rosal viejo y gastado
merecí de tus antojos,
sólo me diste despojos
de tu zarzal y tu roca,
que me sangraron la boca
y me cegaron los ojos.

No hay comentarios

  1. Hace mucho que estoy buscando el poema Ofrenda a Jesus, no sabía quien era el creador. Hoy que lo encuentro quisiera dedicárselo a todas aquellas madres que han perdido un hijo.
    Ofrecer estos hijos a Jesus les aliviará el dolor y la pena tan grande de haberlos visto partir.
    Un abrazo con todo amor para todas ellas, conocidas y anónimas.

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