28 abril, 2024

Parafernalia

El Gobierno ha hecho un gran derroche económico de publicidad en dos sucesos que tuvieron como único propósito el difundir aquel populismo del que dice gozar y, el de blindar su imagen por en aquel mal llamado Golpe de Estado aquel fatídico 30-S.

En el primer caso me refiero al cuarto puente inaugurado el lunes pasado que une Durán con la Puntilla y que fuera rebautizado mediante una ínfima votación en conjunto con los otros tres viaductos como Unidad Nacional. El festejo que contó con la asistencia del Presidente Correa, se constituyo en una gran feria popular cuyos partícipes fueron llevados al sitio por el Movimiento Alianza País a fin de vitorear una obra necesaria para Guayaquil y el país como un logro mas de la Revolución. Paradójicamente al día siguiente el embotellamiento vehicular, fue mayúsculo.

La celebración por cumplirse un año de la insubordinación policial y militar el 30-S, desplegó un aparataje propagandístico por parte del gobierno cuyo fin fue transmitir su tesis de que hubo un intento de Golpe de Estado, sin que hasta ahora se esclarezcan los hechos y se logre establecer quienes fueron aquellos que dieron la orden de disparar provocando la muerte de Froilan Jiménez y otros cuyos desenlaces aun desconocemos. El nuevo Fiscal General, ha reconocido que existen cabos sueltos que aun habría que unir, veremos si hay resultado.

El Gobierno de la Revolución trata de grabar en la retina de los ecuatorianos utilizando todos aquellos medios de comunicación que tienen bajo su control, su obra social sin diferenciar situaciones como la del 30-S, día de tragedia nacional y de luto por quienes fueron las victimas de esta vergonzosa desventura para el país.

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Uno de los primeros comentarios periodísticos que publiqué hace algunos años, tenía que ver
con las condiciones de las cárceles aquí, en Ecuador. En la mente sólo tuve una imagen… Un
basurero social. Quienes estaban presos sufrían, por así decirlo, un sobajeo de cuerpos, en
ausencia de todo respeto humano. Niños incluso, mezclados entre mujeres y hombres. Las celdas,
con un par de camas y un hueco en el suelo que hacía las veces de servicio higiénico, agrupaban
4 o 5 residentes. Quien más quien menos pedía unos centavos para comer y reclamaban que
estaban “guardados”, ya muchos meses y sin sentencia. Algo inaudito. Fuera de todo criterio
para ser aceptado como realidad. Desde entonces acá, y eso hace un promedio de 50 años, todas
las autoridades municipales y todos los gobiernos centrales se han condolido frente al problema.
Y, por supuesto, han ofrecido, y con mucha energía, la necesidad de un cambio total, de acuerdo
al cumplimiento de los Derechos Humanos y Sociales… Pero una cosa es decir y otra, y muy
distinta, obrar, hacer, realizar. El cambio, de impacto, sin embargo, no ha pasado de pintar otro
nombre en sus paredes .

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