26 abril, 2024

Los movimientos igualitarios

Lo que está perdiendo al mundo es la agresividad de los movimientos que se han autodenominado igualitarios. El hombre y la mujer, no somos ni podemos ser iguales. Tenemos sexos y funciones diferentes Lo que somos es complementarios. El hombre no es nada sin la mujer y la mujer no es nada sin el hombre.

Aclaro que la homosexualidad es tolerable. Tengo varios amigos y amigas homosexuales y no encuentro nada malo en ellos. Al contrario, son personas respetuosas y adorables en su trato.

Pero, con el término TOLERANCIA, hemos pasado a la irracionabilidad de aceptar la destrucción de lo natural y empezar a buscar “normalidades” aberrantes, que nunca debieron haber existido, ya que no es factible la reproducción de estas especies. Son especies antinaturales, explicables por afecto, más no por complemento.

La parte más grave es que, con la impotencia de tener que reconocer la realidad, algunos de estos grupos actúan con agresividad contra lo establecido. Tratan de destruir el núcleo de la sociedad, que es la familia, y si fuera posible, también a la raza humana, asesinando al hombre cuando es más débil, cuando está en el vientre materno. Son grupos tan desadaptados que, como la Iglesia católica defiende la moral, pretenden vengarse destruyendo, quemando Iglesias, como si con eso consiguieran algo más que destruir. La fe no está en las Iglesias ni en los santuarios. La fe está en el corazón y en el alma de todos los cristianos. Ni así mataran a toda la humanidad, podrían destruir la fe cristiana.

Nosotros, los que nos consideramos cultos, nos rellenamos de peros, de un falso respeto a los demás y basados en ello, permitimos que nos destruyan, que destruyan nuestros principios morales, aceptamos discutir lo indiscutible y permitimos el crecimiento de la incertidumbre y que se piense, aunque sea por un instante, que podemos estar de acuerdo con lo malo, con el asesinato, con la destrucción.

¡Creo que debemos reflexionar! Es necesario defender los principios sin amilanarnos, enfrentar y eliminar lo malo e implantar otra vez la moral y los principios.

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