26 abril, 2024

Once días

No temas a la muerte, es inevitable. A lo inevitable no hay que temerle, solo hay que tomar conciencia, saber de qué se trata y prepararse.

Lo inevitable es como respirar.

Pero, piensas en tus hijos, si son pequeños piensas más, en tu empresa, en tu familia, en los sueños que aún no has hecho realidad.

No te aferres a nada. Es bueno sentir y tener dentro de ese sentir, el sentido de la responsabilidad y la ilusión, y el objetivo de la vida… Pero, ¿dedicar tu vida a construir aquello que un día se va a derrumbar?, no tiene sentido. La vida hay que vivirla, ¿y cómo?, aprovechando lo que tienes a la mano, y visualizando, sin angustia, lo que quisieras tener y aún no llega a ti o tu a eso.

Te pongo un ejemplo, Onassis, Aristóteles Onassis.

Creó un imperio, tuvo dos hijos, uno murió joven en un accidente aéreo. Cristina, la que sobrevivió, murió en Buenos Aires, dentro del baño de la casa de unos amigos, lejos de Grecia, su tierra natal. Cristina tuvo una hija, que se quedó huérfana muy pequeña, su papá, el yerno de Onassis, disfrutó de toda esa herencia que dejó Onassis hasta que la pequeña creció y se distanció de él. Ella se dedica a la equitación… ni el apellido Onassis tendrá descendencia. Onassis tan aferrado a su natal Grecia, tan millonario, enterrado ahí, junto a sus dos hijos, los tres solos en su mausoleo, en su isla Escorpio, lugar al que no se sabe si la única heredera, ha visitado o visitará algún día…

La historia bíblica del hombre que acumulaba en el granero, y mandó a construir más graneros, almacenó tanto hasta que una noche pensó en descansar y disfrutar de todo lo que había almacenado…esa misma noche murió…

Aferrarse tanto a las cosas, como a las personas o a la vida es el error más grande del ser humano…necesitamos ayuda para llegar al mundo, para irnos basta el instante de la muerte. Hay que vivir pidiendo que se nos conceda que ese día sea un día feliz. O al menos que no sea un mal momento.

Un día de noviembre, una mujer ingresó al hospital, aunque ella decía sentirse bien, su salud se había deteriorado considerablemente.

Entró al hospital para el chequeo correspondiente, “once días” le dijeron…ha pasado más de un mes y seguramente contemplará desde el vidrio de la ventana de su habitación, como vaticinó alguno de sus familiares, las luces de los juegos pirotécnicos que se encienden para recibir al nuevo año. Una enfermedad grave obligó a los especialistas a sugerirle la quimioterapia…

En medio de esta situación, otras personas del entorno morían, debido a otras circunstancias.

La muerte es parte de la vida, muere un año y nace otro. Así como ponemos ilusiones y proyectos para realizarlos desde el dos de enero, ya que el primero muchos están postrados debido a la celebración, pongamos ilusiones en qué tipo de cielo anhelamos para ese día impredecible e impostergable, ese día inevitable, el día que diremos o no adiós a lo que amamos, pero igual partiremos de éste mundo.

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