Pacífica resistencia

Hace ya casi más de cinco años, escribí protestando contra el Defensor del Pueblo de la época, por haber conminado a nuestro Alcalde a que explique documentadamente el motivo de la denominación del área que hoy lleva el nombre de Paseo León Febres Cordero, dentro del Malecón 2000.

Hoy, un lustro después, debo protestar nuevamente ante este nuevo “defensor”, porque pretende sabotear la decisión tomada por el Concejo Cantonal, de colocar el busto de L.F.C., que anteriormente y de manera ilegal se prohibió colocar donde actualmente se encuentra el Obelisco, con el argumento que afecta el Ornato y al patrimonio cultural, donde finaliza la extensión del Paseo antes arriba mencionado.

Los guayaquileños ya por más de dos décadas, respaldamos la gestión innovadora que fue iniciada por León Febres Cordero R. y que magistralmente continúa con la administración de su Alcalde reelecto Jaime Nebot S., seguimos demostrando con una mayoría abrumadora, que confiamos que el camino que se inició ese 10 de agosto del año 1992, fue el adecuado y el de mayor crecimiento sostenido para nuestra Ciudad, incluso a nivel internacional.

La ciudadanía, representada por su Alcalde y sus Concejales, conscientes de que es justo el reconocimiento al Guayaquileño, Madera de Guerrero, que luchó hasta su muerte, primero por un mejor País y luego por una mejor Perla del Pacífico, decidieron en sesión de Concejo, la ubicación adecuada, sin “afectar el Patrimonio”, para colocar ésta nueva muestra de aprecio a L.F.C., dentro del paseo en el Malecón, que ya lleva su nombre; sin embargo, bajo los mismo argumentos peregrinos, ya cansinos y repetidos, el señor “defensor”, desviando sus funciones que sí debe cumplir, como protegernos de actos ilegales, solicita que no se coloque dicho busto, bajo pena, de iniciar las acciones legales que correspondan, por representar Febres Cordero, eso se entendería de su comentario, una persona identificada por vulnerar y atentar contra los Derecho Humanos.

Comentarios antojadizos como estos, que más allá de ser desvirtuados por los mismos voceros oficiales del Gobierno, sólo aumentan nuestra indignación contra ciertas autoridades, que como mencioné anteriormente, anteponen sus odios o resentimientos personales por sobre sus funciones que lo obliga la Constitución, para pretender coartar nuestro derecho, a homenajear a un guayaquileño que dio inicio al cambio positivo de nuestra Ciudad.

Sólo me toca concluir de la misma manera como lo hice en el año 1999, invocando el artículo 98 de la Constitución, que me obliga a resistirme a aceptar acciones u omisiones públicas o privadas, que puedan llevar a una vulneración nuestros derechos ciudadanos.

Mis estimados lectores, ¿Quién me acompaña en esta pacífica resistencia?