24 abril, 2024

¿Creencias?

Que tema tan difícil de tocar, pero tan importante de ponerlo sobre el tapete. Hay pocas cosas tan complejas como el definir nuestras creencias… ¿Por qué? Porque hemos crecido con la guía del parecer de alguien más y a eso le hemos sumado nuestra percepción y experiencias, pero al final del camino… ¿En qué creemos realmente?

Muchos de los lectores inmediatamente pondrán sus ojos en la religión, otros pensarán que hablo de temas políticos, pero otros pocos evadirán por completo el tema, es más, me escribirán reclamando por tan extremo exabrupto, sin embargo, esto no los libera de definir el principio moral, ético y esencial de su ser. ¿Cómo puede uno ir por el mundo sin tener claro a donde va y por qué?

¡Complejo sin lugar a duda! Estamos tan acostumbrados al piloto automático que muy pocas veces nos sentamos a clarificar nuestras ideas, nuestra convicción, nuestro horizonte. Vamos por el mundo a pasos agigantados sin parar a definir qué nos mueve el piso, qué nos guía el rumbo.

Es gracioso pensar que las cosas que queremos en la vida son aquellas que fijan nuestras metas, cuando nuestro rumbo debería ser fijado por interioridades del ser, definición de conceptos, pasiones del corazón.

¿Qué combustible inicia la chispa de sus día a día… su familia, sus amigos, sus colaboradores, sus sueños, su intención de dejar una huella en este mundo, el deseo de compartir sus experiencias con los demás? Que maravilloso fuera el mundo si estas fueran las respuestas a tan complicada pregunta. Claro está que el mundo está lleno de buenas intenciones, pero la ejecución no acompaña necesariamente a la razón; Vivimos tan inmiscuidos en el resultado que casi siempre nos olvidamos del proceso y es ahí donde se cuestiona normalmente la creencia, la fe, la metodología.

Mi intención al escribir estas líneas no inicia con el morbo de señalar al resto, sino de internalizar mi verdadero rumbo, mi motor. Debo ser honesto, he tenido buenos profesores en la vida, pero también me he llenado de experiencias, que aunque buenas o malas, siempre me han demostrado su punto positivo. No, no creo haber encontrado la respuesta, ni pienso tener la película 100% clara, pero la búsqueda me permite tener los ojos más abiertos y el corazón más receptivo. Me equivoco a diario, pero se pedir disculpas y también se guardar mis experiencias de manera que pueda volver a ellas para reflexionar. Creo en la gente y su influencia positiva sobre mi, creo que la mejor manera de mejorar es ver hacia adentro, creo que el camino es difícil y que por eso la recompensa será valiosa, creo que al sembrar un poco de ganas podré cosechar un poco de acción, creo que el mundo me pone sus caminos y yo escojo el rumbo.

¿Usted en qué cree?

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El infiernillo de Correa.

NO señores, no es el Ecuador en el cual estamos obligados a vivir por culpa de un desgobierno que no atina el rumbo hacia donde dirigirse, sino el infiernillo, (celda de castigo), que el ciudadano presidente a punta de combo y martillo derrumbó en la cárcel de Esmeraldas, acompañado por la difusión mediática, que por el espectáculo circense brindado por el visitante de Carondelet, ofrecieron todos les medio de comunicación, a más de la interminable propaganda gubernamental, pagada con dineros que salen de nuestros bolsillos.

Si el tema hubiera quedado ahí, para mí no hubiera existido sorpresa alguna, ya que este mal llamado Gobierno Democrático, tiene por costumbre crear un ambiente de histrionismo para todas las “buenas acciones” que ellos realizan, y a través de las cadenas, mensajes y noticias a los ecuatorianos, vuelvo a insistir, pagadas con nuestros dineros, inundarnos de las mismas, y pretender que a las buenas o especialmente a las malas, como es su tradición, creamos la cantidad de desaciertos que se presentan por los medios antes detallados…

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