Precio del petróleo re-asume tendencia hacia abajo
En la segunda parte del 2012 e inicios del 2013 el precio del petróleo ligero WTI fluctuó entre $77 y $97. El viernes cerró en $90.68 y reasume su tendencia hacia abajo, […]
El Ejemplo de Benedicto XVI
EL PODER DE LAS PALABRAS: “En cierta ocasión un famoso poeta se encontraba en un bar. Fue reconocido por un humilde obrero, quien se le acercó y le pidió un gran favor. ¿Podría Ud, famoso poeta, ayudarme? –Dígame- respondió el poeta. Mire, yo no sé escribir y deseo enviar una carta de amor a mi novia. ¿La podría Ud, escribir por mí? El escritor se sonrió desconcertado, levantó los hombros con un gesto de imposibilidad, trató de explicarle que eso no podría ser. Pero el obrero insistía en su demanda. ¿Qué quieres que yo diga en tu carta? Preguntó el escritor. –No sé- contestó el obrero, si lo supiera, no se lo estaría pidiendo Al escritor le impresionó la respuesta, se quedó un rato pensativo y le dijo: Vuelve mañana a esta misma hora y tendrás tu carta.
El escritor estuvo por la noche luchando con las palabras, tratando de expresar un amor profundo. Al día siguiente fue al bar con su carta, y cuando llegó el obrero, se la leyó. Al obrero se le iluminaron los ojos y dijo con agradecimiento y admiración: Sí, es perfecto. Eso era precisamente lo que yo quería decirle a mi novia, pero no sabía que era eso”.
Quisiera ser un pez
Recuerdo a la academia de natación Ferretti, ubicada en plena Víctor Emilio Estrada, avenida
principal de la Urbanización del Salado (Urdesa). Ambas en pleno apogeo en esa época, academia,
y, urbanización. Habré tenido seis o siete años cuando iba con mi abuela, quien me acompañaba
a las clases para aprender a nadar. El problema de entonces se resume en que yo era una niña
muy llorona y miedosa, y mi abuela me complacía demasiado. Si yo lloraba, se acababa la clase.
En conclusión, no recuerdo si aprendí a nadar, pienso que no, porque de mayor, nunca lo he
intentado, hasta ahora.
Mi mamá hizo algunos esfuerzos fallidos para enseñarme a nadar, en mar abierto. Un mar por
demás agresivo, con gigantescas olas, el mar de Esmeraldas. Pero ahí quedo su esfuerzo, sin
resultados. No entiendo, ahora, porque siendo ella mi mamá no se encargó de “sacar” a mi
abuela de la academia y dejarme a mí, sola con mi miedo, mi llanto y el profesor. Así, seguro,
hubiera aprendido a nadar hace años. Eso es lo que yo hice con cada uno de mis hijos. Y he tenido
excelentes resultados.
Las fuerzas que se oponen
Cuando se produce algún tipo de desajuste en nuestro quehacer diario no hay nada más saludable y confortable que elevar los ojos al cielo y comprobar que lo que se mueve mucho más allá de nuestras cabezas lo hace con una exquisita dosis de equilibrio y serenidad.
La luna se mueve y lo hace trasladándose alrededor de la Tierra, ésta alrededor del Sol y éste alrededor del centro de la galaxia a la que pertenecemos todos nosotros; se mueven así desde tiempos inmemoriales, lo siguen haciendo y continuarán de igual modo durante mucho tiempo.
¿Qué pasa? Es que en el universo el sistema de gobierno que impera es el despotismo? “Yo, cual estrella dominante, como soy más grande que tú, miserable planeta, te exijo que des vueltas a mi alrededor eternamente”. Y el planeta, que así se mueve sin rechistar, se relame en su giro mientras le recuerda en voz baja a la estrella que a ella también le corresponde trasladarse alrededor de alguien más grande mientras mira de reojo, con regocijo y desahogo, a su satélite que da vueltas en torno a él.
Emociones
Hablemos sobre las emociones. En la película nominada al Oscar “Silver Linings
Playbook”, hay una escena donde uno de los protagonistas, la reciente ganadora del
Oscar, Jennifer Lawrence, se dispone a entrenar con Pat (Bradley Cooper) para una
competencia de baile. Se encuentran en extremos opuestos del salón y ella lo invita a él
a acercarse lentamente hacia ella, con la mirada fija en el suelo y levantando la cabeza
únicamente cuando se encuentre a mitad del camino, permitiendo así que broten en el
ambiente las sensaciones de timidez, seducción y galanteo propias del encuentro con la
intimidad. Cuando sus frentes chocan ella le dice: “¿Sientes eso? Eso es una emoción”.
Las emociones forman parte de nuestra identidad. Somos seres emotivos que sienten
antes de pensar. Existe una fuerte tendencia occidental a pensar que mientras más
racionales, metódicos y realistas seamos, más inteligentes somos. Lo cierto es que
la emoción y la razón trabajan en conjunto. La emoción moviliza y la razón guía. En
cualquier situación, nuestras emociones se encargan de hacer una primera evaluación.
Examinan la situación desde el punto de vista de cómo afecta ésta a nuestro bienestar.
Luego ocurre una segunda evaluación, donde interviene la razón. Ésta nos ayuda a
valorar si la emoción presente es saludable o no y de ello depende nuestro curso de
acción. Así, la emoción es una señal interna que indica un cambio y el pensamiento pone
la emoción en perspectiva.
Satisfacer las necesidades
Si entiendes felicidad por satisfacer necesidades, no has entendido mucho de lo que forja el carácter, lo que hace de ti un joven, hombre o mujer, verdaderamente hombre o mujer: Ser persona. Sin embargo, si descuidas tus necesidades verdaderas no encontrarás satisfacción, bienestar ni realización. Estas no se reducen a meros cumplimientos de metas y objetivos, pero si no los consigues puedes andar a la deriva, sin horizonte, sin proyectos sin tensiones. Lo que hace de muchos jóvenes, marionetas del consumo, de la moda o de la manipulación ideológica, por no saber lo que quieren, por no distinguir lo que necesitan.
Es claro, que el cumplimiento de metas, como la satisfacción de necesidades, están relacionadas con la felicidad, son componentes fundamentales de la motivación, mueven a la acción, dan dirección e imprimen energía a nuestra conducta, conforman nuestro modo de vivir el mundo. Nuestro problema estará en saber alcanzar el bienestar si logramos satisfacer nuestras necesidades. O vivir insatisfechos si no logramos alcanzarlos. Bienestar o malestar dependerá de las necesidades alcanzadas o no. Urge tener claridad del tipo de necesidad que debemos alcanzar para tener claridad de las verdaderas metas y objetivos que nos realizan como personas.
¿Qué pasó después del 21 de diciembre?
Qué ocurrió después del 21 de diciembre?
Un resplandor cósmico nos cegó y envió al
Más Allá? Pues parece que no, lo que
ocurrió simplemente y como era de
esperar es que llegó el 22 de diciembre
como un día más, sin sobresalto alguno. Y
como seguimos todos aquí pues aprovecho
para reflexionar sobre este asunto.
Cómoes posible que en estos tiempos que
corren ya tan avanzados haya gente que
interprete de escritos antiguos que el fin
del mundo está predicho y es verídico y
cómo es posible que haya gente que se lo
crea.
Es posible que en tiempos remotos
existieran personas, por muy inteligentes
que fueran, capaces de predecir que en un
día determinado de su futuro muy
avanzado un fenómeno natural causase el
final de los tiempos?. Es posible que por
motivos religiosos algún adivino embebido
de la mística sideral e iluminado por su
sumo hacedor predijera que en algún lugar
de la Tierra o en alguna época
determinada ocurriera un desastre
equiparable al fin del mundo?.
Su nombre lo dice todo
Fue sepultado sin hábito pero era el hermano más hermano de las Escuelas Cristianas del Ecuador. Lo acompañó en su sepultura ese traje azul marino con el que, sin querer haber llegado a ser rector o superior del Colegio y de su orden religiosa, impuso más respeto, dignidad, sobriedad y cariño que cualquier otro. Era la institución dentro de la institución.
Qué chocantes puede que resulten estas palabras a algunos pero creo que en honor a la verdad era el mejor. Y en honor al honor que merece esa insigne institución llamada San José, cuando algún joven pregunte cómo debe ser para convertirse en un buen hermano de las escuelas de La Salle, un buen amigo, un buen maestro, un buen educador, un buen cristiano, todos a una deben responder: como Adolfo Armijos!
Médico en el Hogar
De unos meses para acá estoy en una disyuntiva: ¿Nací en el mejor o el peor momento del Siglo pasado?
Todos los de mi época, teníamos mucho miedo de que el maestro le llegase a contar a nuestros padres que nos habíamos portado mal; porque sabíamos que vendrían tras piedras palos.
Las señoras o señores de barrio nos conocían a todos y aunque no había BlackBerry ni internet, ni siquiera muchos teléfonos de línea, nuestros Padres recibían tremendos reportes de nuestro comportamiento. ¡Yo lo escuché decirle estúpido!
En esa época en que llamarte “maricón” demandaba puñete a la salida a la necesidad inmediata de lavar con sangre cualquier insinuación sobre las virtudes de nuestras madres.
Recuerdos de la Habana
Los recuerdos viajan en el tren de la memoria. Son pasajeros que aguardan su turno a la estación
de la conciencia, donde el pensamiento y la emoción hacen vibrar la experiencia.
Así es como termino pensando en Cuba, pues tuve la oportunidad de conocer dicha isla el año
pasado, cuando asistí a un Congreso de Psicología en la Universidad de La Habana; mas creo
firmemente que el verdadero aprendizaje se dio en la universidad de la vida. La probabilidad
de viajar a Cuba y no regresar con un corazón más humano o menos salvaje es indudablemente
remota.
Todavía me acuerdo de esa sensación de que el tiempo se detuvo en medio de aquellos vetustos
edificios, deteriorados y apagados, decorados únicamente con la ropa colgada para secar y las
caras inescrutables que se asomaban por el balcón. Abajo, en la calle, rodaban gustosamente los
coches clásicos americanos de los años 40 y 50, reanimando el insípido paisaje con sus vívidos
colores.