16 junio, 2024

Una incómoda intromisión

El 16 de mayo del presente año, la máxima autoridad de la ciudad de Guayaquil, es decir, el Concejo Cantonal, resuelve con diez votos a favor y dos abstenciones, nominar «República de Guayaquil» al tramo de la Avenida 10 de agosto, comprendido entre las calles Chile y Malecón.

La propuesta la hizo la Academia Nacional de Historia Capítulo Guayaquil y el Concejo procedió sustentándose en el informe de la Unidad Técnica del Patrimonio Cultural de la M. I. Municipalidad de Guayaquil.

La intención de esta resolución es recordar un período importante de la historia de la ciudad, el lapso comprendido entre octubre de 1820 y julio de 1822 en que la Provincia de Guayaquil fue independiente y administró su territorio en forma autónoma. Que los guayaquileños recuerden estos hechos, se llama memoria histórica. Esta resolución no afecta en nada a la unidad nacional, ni es un acto regionalista ni divisionista.

El tramo escogido tiene un significado histórico para la ciudad, como bien lo explica el informe de la Unidad Técnica del Patrimonio Cultural de la M. I. Municipalidad de Guayaquil.

Y en última instancia, es atribución del Concejo Cantonal decidir y resolver lo que considere conveniente en beneficio de la ciudad y los guayaquileños.

Por ello indigna la intromisión de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, al participar en un tema que no le compete y tomar represalia contra el Capítulo Guayaquil, suspendiendo a su directora, la Arq. Antonieta Palacios Jara y declarando en acefalía a esta institución guayaquileña.

Insisto, es una resolución del Concejo Cantonal que no puede ser observada por la Academia de Historia. Sin embargo, si de historia se trata, invito a los miembros de la Academia Nacional de Historia del Ecuador, a leer la obra «El Libro de Guayaquil», escrito por los distinguidos historiadores guayaquileños, Melvin Hoyos, Efrén Avilés y Jorge Gallardo, para ilustrar criterios sobre la decisión del Consejo Cantonal y comprender mejor a los hijos de esta hidalga ciudad.

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Un día descubrí que este era el punto en el que las personas dejamos ver la madera de la que estamos hechos. Nos gusta hacer cosas buenas por los demás para sentirnos bien, nos gusta que nos quieran y nos acepten y para lograrlo haríamos algunos esfuerzos. Pero también descubrí que nos gusta decir cosas muy lindas, que nos gusta descubrir errores ajenos y dar hermosos discursos. Lo que pasa es que también descubrí que no estamos muy dispuestos a pagar el precio de la coherencia.

Hablar de coherencia y tratar de ponerlo en práctica son dos cosas muy diferentes. Cuando uno elige un estilo de vida comprometido y respetuoso con el prójimo el reto de mantenerlo y de no traicionarse a uno mismo es realmente difícil. Hace falta paciencia y determinación para mirar a cada persona que nos sale al encuentro diariamente con los mismos ojos y sin prejuicios. Hace falta voluntad para resolver todos los días ser una buena persona y escuchar a otros con respeto y cariño aunque sospechemos que no están haciendo bien las cosas.

2 comentarios

  1. En el artículo del Sr. Roberto Bitar sobre la resolución del concejo cantonal, es necesario observar algo importante. Su frase: «La propuesta la hizo la Academia Nacional de Historia Capítulo Guayaquil» está basada en una premisa falsa, pues el texto que llegó al concejo no es el mismo que envió el Capítulo Guayaquil de la Academia Nacional de Historia al municipio. En el texto enviado por la Academia se refiere a la «Provincia Libre de Guayaquil», en ningún momento se menciona «República de Guayaquil» ¿De dónde salió lo de República? Hubo una manipulación de mala fe en el proceso interno municipal. Conozco la carta original.

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