24 abril, 2024

Oferta y demanda de un lavado sin control

El riesgo país (1,447 puntos, 09/11/2022) resume el peligro que la comunidad financiera internacional percibe sobre la debilidad política del Gobierno, la intención de pago del próximo régimen y la capacidad gubernamental para cumplir obligaciones a largo plazo. El futuro de Lasso es incierto, siendo poco probable que el nivel de riesgo se recupere sustentablemente a siquiera 3 dígitos en lo que reste de su mandato.

Con un proyectado crecimiento económico de apenas 2.3% para 2022 y habiendo cumplido 18 meses de gestión es notable un estancamiento cuyo perfil difícilmente cambiará. A pesar de aquello, el nivel de circulante en la economía extrapola el verdadero poder adquisitivo del mercado producto de un galopante crecimiento anual del lavado de activos que en el 2015 se situaba ya en $2.5± millardos.

La peligrosa contaminación de la endeble economía nacional produce una demanda de amplios vínculos con múltiples actividades ilícitas, correspondida por una significativa oferta que no guarda relación con la realidad y magras perspectivas del país: los monumentales desarrollos inmobiliarios, la cantidad de vehículos de alto cilindraje, los innumerables y masivos shows musicales, los espectaculares eventos deportivos, etc. Las remesas de los migrantes continúan paliando exclusivamente las necesidades más apremiantes de familias esquivadas por los gobiernos. En conclusión, el lavado de dinero sustenta una economía sumergida con obsecuencia ejecutiva, soporte legislativo, amparo judicial y complicidad mercantil.

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Edward M. Kennedy y Jorge Guzmán Navarrete

Aunque parezca inverosímil, existen interesantes similitudes entre el honorable Juez séptimo de Garantías Penales del Guayas, Jorge Guzmán Navarrete, y el fallecido valeroso senador Edward M. Kennedy, heredero este último del clan Kennedy, Camelot americano.

Edward M. Kennedy es el ejemplo de aquel mozo del Este americano que aprovechando la fortuna familiar tuvo sus ratos de bravucón en Harvard o en la Escuela de Derecho de la Universidad de Virginia. Sin embargo una vez aplacada la adolescencia, innegablemente el apellido le pesó en la conciencia y se arropó de las barras y las estrellas defendiendo políticamente las causas liberales (de izquierda diríamos en América del Sur) en pro de los derechos civiles de sus compatriotas. Fue un tremendo político que desde su silla en el Senado utilizó su escaño como vehículo de las iniciativas sensatas y progresistas (sean demócratas o republicanas, no importaban), gracias a su capacidad de “cruzar el pasillo” sin que signifique descamisarse de los colores demócratas.

SOLASOL, DOREMI…MISOLASOL, SI.

Tenía como cuarenta años y se me metió la idea de tocar piano. Soñaba con ejecutar el concierto número uno de Tchaykovsky y también un sueño de amor de Lizt. Muchas de esas melodías las había aprendido desde niño, ya que mi madre era concertista de piano y diariamente las tocaba. Por esa razón, desde muy pequeño comencé a amar la música clásica.

Por esas cosas propias de mi vehemencia, me vino la obsesión de tocar el piano. Mi mamá tenía uno hermoso que se lo había dado a mi hermana que vivía en Quito. Fue tan grande mi insistencia, que me lo mandaron a Guayaquil en uno de los camiones de la empresa de mí cuñado. Una vez llegado, cogí el instrumento y lo hice reparar para dejarlo a punto para mis lecciones de música. Mis hijas como siempre; imbuidas por mi energía y entusiasmo, también quisieron aprender. Así las cosas, por intermedio de mi mamá, contratamos al profesor Potes.

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