19 abril, 2024

Falsedades del tribunal electoral

Al 11 de abril del 2021, fecha del último proceso electoral había, a nivel nacional, registrado en el Consejo Nacional Electoral 7 partidos políticos y 262 movimientos, entre: nacionales, provinciales, cantonales y parroquiales, cantidad exorbitante para un país que cuenta con 13,099.150 de electores. Esto nos impone preguntarnos ¿Por qué tantos y como se han registrado?

Un normal razonamiento nos conduce a la fuente: el Código de la Democracia que en su artículo 320 determina que los partidos políticos requieren el 1.5% de afiliados del total de registro electoral utilizado en la última elección pluripersonal, mismos que no deben pertenecer a otra organización política; y, el artículo 322 referente a los movimientos señala así mismo que necesitan el 1.5% de ciudadanos adherentes de la circunscripción territorial para con su firma manifestar la aceptación de adherirse a uno en particular.

De las normas expuestas se colige que los ciudadanos pueden únicamente estar afiliado o ser adherente a un partido político o a un movimiento. Siendo esta la realidad y dada la multiplicidad de partidos y movimientos políticos nos encontramos frente a una situación inédita : Si en el Ecuador tenemos 7 partidos políticos y para inscribir a cada uno se requieren 1.5% de firmas significa entonces que un total de 1’365.000 ciudadanos firmaron como afiliados y/o patrocinadores; y, respecto de los movimientos igual ejercicio, siendo estos en total 262, y, si tomamos como promedio 80.000 firmas (provinciales, cantonales, parroquiales) significa que en su momento se requirieron un total de 20’960.000 ciudadanos firmantes y adherentes para el nacimiento de tales movimientos. En buen romance ello significó que en el país tenemos 22’325.000 de ciudadanos que suscribieron las existencias de tales entes políticos, casi el doble de los votantes que consta en el padrón electoral.

Entonces, cabría afirmar que el Consejo Nacional Electoral ha sido a través del tiempo el gran hacedor de la farsa política en nuestro país, cuyos funcionarios actuantes en las distintas épocas han ofendido, con su conducta, la conciencia cívica de todo el Ecuador.

Siendo nuestro país de una población en número de habitantes menor y con la real particularidad de su escaza cultura política, bien cabría y sería saludable que únicamente existan dos o tres partidos nacionales y que estos trabajen intensamente en sembrar en sus cuadros dirigenciales y luego en la población en general las bases de los principios fundamentales que deben guiar el culto a una política noble y altruista, para aspirar como finalidad ciudadanos capacitados y respetuosos de las normas morales y cívica, cuyos atributos sean los que valore la sociedad y no el histrionismo de gente de farándula y deportistas en el malévolo propósito de ganar votos.

Cuando la población en su mayoría adquiera los suficientes conocimientos de los principios que deben guiar a la política, entonces tendremos ciudadanos forjados en principios y valores capaces para ocupar cualquiera de los distintos cuadros de la administración pública.

Soñemos con un nuevo Ecuador.

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