25 abril, 2024

El pequeño príncipe…

Hace tiempo existía otro yo.

Desconocido para el actual, a mis dieciséis  años era un rebelde incontrolable que cometía errores cada día de su vida.

De sentimientos buenos, sin embargo actuaba mal.

En franca rebelión contra lo establecido, encontré en  la violencia el camino para colgar de un clavo todas mis angustias.

Desde la edad de doce años tenía un ídolo. James Dean simbolizaba al rebelde sin causa, que vivía dentro de cada uno de los jóvenes de ese tiempo.

Era un volcán incomprendido, que tenía una conducta ingobernable y vivía entre la angustia y sus continuos errores.

Amaba el peligro y nadie entendía por qué arriesgaba su vida a cada instante. Tenía hermosos  carros de carreras y se acompañaba siempre de una mochila sucia que llevaba a todas partes. En ella había un libro viejo y desgastado que siempre  leía.

Por los cuidados que le tenía, éste debía ser su más valiosa posesión.

Así trascurría su vida, entre sus profundas contradicciones y la ascendencia radical que tenía sobre los jóvenes de la época. Un día llegó un periodista a entrevistarlo. Con sus jeans desteñidos, botas sucias, cabellos despeinados y un palillo entre los dientes, comenzó a hablar de su existencia.

Durante la entrevista, el periodista acosó a Dean. Le preguntó sobre su vida y sus errores, sus gustos y las drogas. Preguntando y repreguntando llegó un momento en que el diálogo subió de tono y el indignado periodista le gritó: ¿Por qué eres tan duro? ¿Por qué vives como si hoy fuera tu último día?…

Al oír esto James se levantó y cogiendo la vieja mochila sacó el pequeño libro.

Lo puso en un atrio y al mismo tiempo que gesticulaba con sus dos manos empezó a leer:

-Entonces, el principito llegó a la tierra y se encontró con el zorro-

Inmediatamente le dijo:

-¡Quiero ser tu amigo!

-El zorro respondió: ¡no puedo… no me has domesticado!

-¿Qué significa domesticar?, replicó el principito.-

-¡Crear vínculos!, contestó el zorro.-

Significa que cada día a las cinco de la tarde nos encontraremos. Antes de ese momento yo te esperaré y poco a poco nos iremos conociendo y así nos iremos queriendo hasta crear nuestro vínculo.

-¿Y qué pasaría si yo tuviera que marcharme?… -¡sufrirías!- le dijo el principito al zorro-. -No te preocupes, que cuando llegue ese momento te regalaré un gran secreto,- respondió el zorro.-

Así pasaron los días… hasta que un día el principito sintió nostalgia de su planeta y quiso regresar a él. Con mucha tristeza por el dolor que iba su partida a causarle al zorro le dijo:

-¡Debo regresar a mi casa!-

– te voy a lastimar con mi ausencia.-

Entonces el zorro sonrió y le respondió:

-No te preocupes ya que no me lastimarás, por el contrario me has hecho muy feliz.-

Ve a tu casa en paz… yo te dije que cuando te fueras te iba a regalar un gran secreto:

-¡Sólo con el corazón se puede ver bien, lo esencial es invisible hacia los ojos!-

-Cada cual y para siempre es responsable por aquello que ha domesticado…-

Mientras yo escuchaba la entrevista, lo que experimenté fue tan trascendental para mi vida, que la cambió.

El ídolo que yo pensaba que era el más duro, bravo y rebelde del  mundo, me revelaba que la fortaleza de su rebeldía se encontraba en su ternura.

El famoso libro de James Dean era  el principito, que traducido del francés es el pequeño príncipe de Antoine Ex Supery.

Desde ese momento, este ha sido el libro más importante de mi vida…  y el que cambió la forma de vivir de mí existencia. Hoy soy un hombre cuya más grande fortaleza está en su dulzura y su mayor debilidad es la violencia

 

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Pero, el origen de la historia del libro, sea la del chino Wang Chieh o la del alemán Gutenberg, paradójicamente, no es precisamente el origen del libro.

El origen de la historia del libro se remonta a las primeras manifestaciones pictóricas de nuestros antepasados, la pintura rupestre del hombre del paleolítico.

Estos gráficos llenos de significado, representaban animales, cacerías y otras escenas cotidianas del entorno natural del hombre antiguo, quien logró capturar su esencia mediante su representación en las conocidas pinturas rupestres.

A partir de ellas podemos hacer “una lectura” de lo que aconteció en esa época.

La piedra fue el objeto más antiguo de la escritura que se conoce hasta hoy, pero la madera es el verdadero soporte del libro.

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