26 abril, 2024

La complicidad

LA COMPLICIDAD

Hay una diferencia abismal entre el significado de la palabra lealtad y la palabra complicidad.

En resumen, la lealtad es para lo bueno y complicidad es para lo malo.

Algunas personas piensan que si un amigo comete algo ilegal, es su obligación aceptar y disimular la falta de integridad de su amigo. ¡Eso en realidad, es complicidad, y debe ser juzgado y castigado como cómplice!

La primera lealtad, la más importante, es la lealtad conmigo mismo. No porque no me haga daño a mí, deja de ser malo. Si es malo, siempre es complicidad.

Después de la lealtad conmigo mismo, viene la lealtad con los amigos, con la Patria, con los semejantes y con el mundo entero.

A veces he visto, incluso entre gente muy honesta, amigos que se convierten en verdaderos cómplices, al tapar o mirar para otro lado en pilerías de otro amigo, aun sabiendo que lo que hace es incorrecto. Si en verdad soy su amigo, estoy en la obligación de advertirle que está haciendo algo malo. Si persiste, mejor me alejo.

Sé que depende de la forma de ver la moral. Es, como decía el Padre González Poyatos, SJ. , cuando las actitudes no son blanco o negro, sino gris, y depende de si el tono es un gris clarito o es un gris obscuro, casi negro.

La diferencia entre amistad y complicidad, está en la gravedad de la acción. ¡No todo es permitido en la amistad! En general, la lealtad es para lo bueno y la complicidad es para lo malo. En la práctica, para lo gris depende de la tonalidad de gris, de lo que se presente. Pero no depende, como muchos piensan, del grado de amistad y si somos muuuyy amigos debo tolerar más. No es el grado de amistad, sino el porcentaje de incorrección del hecho.

El mundo está loco, por la falta de moralidad y por la permisividad. Hemos exagerado la tolerancia y hemos permitido hasta lo impermisible: “el asesinato”. Hemos ido cediendo terreno a lo inmoral y el concepto de moralidad actual, permite prácticamente todo. Lo que prima es la amoralidad.

Creo que si creemos en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, deberíamos preocuparnos pensando en que, con el sí, que damos a todo lo inmoral y a la complicidad, nos estamos alejando del destino al que pensábamos que queríamos llegar.

Artículos relacionados

Mi gato Harún

Por internet circula una cadena que establece que un signo inequívoco de
ser “gay” es preferir los gatos a los grandes perros. A mis 71 años ya he tenido
que visitar al urólogo innumerables veces por la próstata y soportar algunas
colonoscopías. Las he pasado con angustia, disgusto, tremendo malestar; no me
gustaron en absoluto, y he salido del consultorio sin pedirle una foto al doctor.

Así que no tengo empacho en manifestar que por mas de 10 años me acompaño
un gato Persa-Himalaya a quien bauticé Harún por Harún-al-Rashid “El Justo”,
quinto califa, de origen Persa, de la dinastía Abasí, quien participa en muchos de
los cuentos del primer libro que cayo en mis manos a eso de los 8 años, en una
versión no muy apta para menores: Las Mil y una Noches.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×