“Estamos perdidos; hemos asesinado a una santa” dijo el soldado que quemaba en la hoguera a Juana de Arco luego de escucharla gritar como última palabra “¡Jesús!” y levantar un crucifijo de madera, en 1431. Dos años antes había hecho coronar a Carlos VII en Francia al animarlo a pelear por lo suyo ya que aquella campesina de familia acomodada “poseía poderes espirituales”. Y gracias a esto ella logró sacar a los Ingleses de Orleans como algo inicial; y después de un tiempo ganando batallas como aquella, Francia volvió a su gloria sacando a los ingleses por completo del dominio de su país. Por supuesto luego de esto como es conocido se convirtió en patrona de Francia y considerada mártir y canonizada en 1920 por el Papa Benedicto XV (Francesco Della Chiesa).
Pero nos preguntamos entonces ¿por qué la quemaron? acusándola de bruja, si hasta herida luchaba por su país y era considerada una santa. La respuesta es simple y esto sigue pasando todos los días. La mataron porque le tenían miedo porque peleaba por Francia y no por el rey, y porque servía a Dios más que a la iglesia de la época.