28 abril, 2024

Phillip Glass

Caen las horas así como caen todos los días en las noches y caen las noches en las mañanas. Sé que cuando caiga ya no volveré a levantarme. Eso espero: esa es la no esperanza. Encerrado en la habitación sin sol ni sombras ni dolor ni alegrías estamos Phillips Glass y yo. Lo he invitado a escuchar mis poemas y él me ha invitado a escuchar su música. Sin recibir invitación está el lobo, el ángel, la manzana, Medusa y el fauno de los conflictos. Todos desnudos como recién nacidos. Leo mi Poema uno: metamorphosis y Phillips, “como me gusta que me llamen”, empieza a tocar. Mientras la melodía suena, el fauno baila con Medusa la de la cabeza de serpientes despertando deseos del fuego por el racimo de uvas que comen los condenados a curar la Iracundia del viento que revienta las olas sobre el mar de las prisiones. En metamorfosis soy un títere que se sabe esclavo de mi pasión por poseerte manzana maldita; manzana podrida sin otra posibilidad de ser y una y otra vez la manzana de la idiotez.

El lobo me entierra un tenedor por el oído izquierdo y me arranca la oreja que ahora sirve de bocado para la trompa recién abierta del cocodrilo que solito se ha invitado y que ahora amenaza con comerse a Phillips y dejarnos sin concierto. El cocodrilo me pide que lea un nuevo poema, mientras Phillips descansa sin notar el espectáculo triste de los concurrentes. Leo: » la soledad me ha devorado la piel y ahora sólo me quedan los huesos y los ofrezco para que construyan un sitio para quienes han sido destruidos por las mentiras y las ilusiones». Philips vuelve a tocar. Todos los demonios se juntan y se van transformando en flores que caen del cielo que escucha nuestras angustias. Flores para los sucios, laureles para los amargados, tulipanes para los que no pueden respirar porque ya no hay aire libre que los eleve más allá de la soledad.

La música de Glass es desinteresada. Es mi propia historia de pez espada y escorpiones. Miles de flores han caído de los árboles y se han alineado unas detrás de otras para cantarle a Phillips Glass porque las ha dibujado tan bonito en su música. Se aproximan gratis a los hombres y mujeres para que las lleven y se llenen de aromas y fragancias y también del gusto por vivir y sobrevivir. Ahora el fauno haciendo faunitos con la Medusa, el ángel reconciliado con el lobo y yo simplemente escuchando a Phillips y descubrir que estando vivo puedo sentarme a escuchar y vivir. Gracias Phillip Glass.

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Como sabes, yo tuve cáncer de esófago con dos metástasis pulmonares hace más de 7 años y aquí estoy, tranquilo y aparentemente curado de mi cáncer. Sólo te escribo para decirte que no te desesperes, que todo en el mundo tiene solución y que sólo Dios sabe el día y la hora… Todos, en algún momento pasaremos por el duro trance de la muerte. Lo importante es, hasta que llegue ese momento, preocuparnos por hacer el bien a los que Dios pone a nuestro lado y en nuestro camino, y ¡amar!; y cuando llegue ese momento, estar preparados para ir a Él.

El cáncer o la enfermedad es un regalo que Dios nos proporciona para enseñarnos a ser humildes y a amar. El ser humano ha sido creado para amar y para servir. La Biblia lo dice claramente: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.”

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Todos en silencio, no hay que llamar la atención ni molestar al maestro, que en estos momentos está haciendo un boquete en la pared, resulta curioso comprobar cómo sin taladro eléctrico hacían los agujeritos en esa época, ¡sorpresa!, a través de él está pasando un rayo de luz solar en forma de hilillo luminoso y ahora qué, pues ahora me pregunta Isaac si he traído el prisma, ufff menos mal que no se me ha olvidado.

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