26 julio, 2024

¿Por qué estás ahí?

¿Por qué estás ahí? Le preguntaron a Aurelio. Por qué estás ahí si podrías estar tranquilo, en paz. Si podrías disfrutar de un café leyendo las noticias, sin tener que buscar responsables. Qué haces en una ciudad que no es tuya, intentando arreglar problemas que no causaste.

¿Por qué estás ahí? Le preguntaron a Aurelio. Por qué estás ahí si podrías no llorar pérdidas ajenas, o evitar ser criticado por tu familia, amigos y desconocidos.

¿Por qué estás ahí, Aurelio? Tú, que tienes sueños, que nunca hiciste el mal. Tú, que madrugaste más veces de las que querías pensando en posibles soluciones para heridas que se abrieron siglos atrás.

Aurelio, tú, que no eres dios, que no permitiste ningún holocausto, que fuiste creado a imagen y semejanza, pero sin poderes. Tú, Aurelio, quien leyó en algún momento a Weber y se sintió identificado. Tú, Aurelio, que no creaste la pobreza ni las enfermedades. ¿Por qué estás ahí?

Por qué estás ahí si podrías callar las veces que quisieras, sin tener que dar respuestas.
Qué haces viviendo mil años en cuatro, si tienes toda una vida que vivir. Podrias no deberle nada a nadie, pero eliges estar ahí, queriendo detener las balas, queriendo encontrar la cura de todas las enfermedades, queriendo erradicar la pobreza, queriendo ser un humano que protege a la humanidad.

Artículos relacionados

Amo a los árboles

Amo tanto los árboles, de todas las formas y colores. Los grandes, los pequeños, los
majestuosos, los desnudos… Amo la historia detrás de su corteza. Hay, por ejemplo, árboles
altos con copas pomposas que parecen mujeres de la más distinguida clase. Hay otros enanos,
menudas siluetas que acarician el cielo con divertida gracia. Están también los delgados
invernales que exponen osadamente sus ramas desnudas, mostrándole a la naturaleza que no
tienen nada que ocultar. Cómo olvidar a los tradicionales verdes que no cambian de color por
miedo a quebrantar la normativa silvestre o a los viejos navideños que se entregan como obra
de caridad una vez por año.

Hay árboles tan alegres que cada vez que ríen brotan dulces frutos. Hay otros, en cambio, tan
tristes que al llorar dejan caer sus flores para desprenderse de viejos amores. Hay árboles que
atraen por sus colores y otros que atraen por sus dolores. Hay árboles que crecen en estatura
pero se encogen de amargura. Hay otros, en cambio, que reconocen que primero fueron semilla
y se extienden humildemente hasta formar bosques resplandecientes.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×