7 octubre, 2024

Vacíos Biográficos en las vidas de Olmedo, Antepara y Rocafuerte (10)

El pensamiento político de Olmedo

Con la expulsión de España del rey Fernando VII por la invasión de Napoleón, la Junta Central convocó a un congreso constituyente: Las Cortes. Olmedo llegó a España en septiembre de 1811, se incorporó al mes siguiente. En su carta del del 10 de diciembre, contrapuso su lealtad al rey y a aquellos liberales radicales que no estaban satisfechos con el modelo político de las Cortes de diseñar una monarquía constitucional. Expresó estar a favor de los cambios, pero en la misma carta afirmó no apoyar a los países que participaron en guerras para lograr la Independencia. Indirectamente criticó a los líderes revolucionarios de Venezuela, Colombia, Chile y Méjico que para 1811 ya habían enfrentado a los españoles y se habían independizado o estaban por hacerlo. Es clara demostración, que a 1811 Olmedo siguió siendo fiel al rey; a esa fecha, frente a dos opciones a escoger, el modelo liberal español o la Independencia, prefirió el primero. La atadura de nuestros próceres a la monarquía fue muy fuerte.

En Cádiz hubo unidad de intereses entre liberales americanos y peninsulares deseosos de reemplazar una monarquía por otra, terminar con la absolutista y aceptar la constitucional, siempre mostrando lealtad a Fernando VII. Pero también hubo pugna entre los liberales y fidelistas: los que querían una monarquía absolutista como los firmantes del Manifiesto de los Persas, quienes apoyaban una monarquía constitucional; y los radicales que solo aceptaban la Independencia; dentro de estos últimos había dos facciones, los que proponían un Estado centralista y unitario, y los que querían una democracia republicana y federal. Estos últimos aspiraban implementar el sistema federal como el de Estados Unidos. Quizá el primero en escribir sobre el modelo de Jefferson, Hamilton, Madison, Jay y Franklin fue el colombiano Miguel Pombo, quien en su Discurso Preliminar publicado en 1811 repudió a los gobiernos monárquicos y aristocráticos que se inclinaban “…por su naturaleza a la arbitrariedad y al despotismo”. (Fernández Sebastián, p.435). Un decenio después Rocafuerte publicó su primero de muchos libros, relacionados con la democracia estadounidense: Cartas de un americano sobre las ventajas de un gobierno federativo. (Zúñiga, t4, pp. I a X).

La Constitución de 1812 aprobada fue liberal y muy adelantada para la época. En el corto período ocurrieron transformaciones de ideología política en las colonias hispanoamericanas; los legisladores diseñaron un gobierno con algo de representatividad constitucionalista, redefinieron lo que era ciudadanía y soberanía, crearon la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) y establecieron las libertades individuales. Se trató de crear un Estado liberal. El cambio se lo conoció como liberalismo español. (Breña, p.494). Fue la envidia de Europa; grandes constitucionalistas como el británico Jeremy Bentham, la elogiaron. En ausencia de Fernando VII, la soberanía debía regresar al pueblo; se presentaba la oportunidad a las colonias de ser dueñas de su propio destino y se abría la posibilidad de mejorar el nivel de vida de los pueblos. Si bien fue considerada liberal radical, no todos los ciudadanos fueron iguales ante la ley, ni los habitantes de Hispanoamérica, incluyendo a los comerciantes tuvieron los mismos derechos que los peninsulares. Pero no se trataba de un sistema liberal republicano. La Constitución gaditana predicaba la monarquía constitucional; era un constitucionalismo monárquico que no estaba dispuesto a que los hispanoamericanos tuvieran la misma representación.
Fernando VII regresó a España, disolvió la asamblea y derogó la Constitución de 1812. Quedó en nada el enorme esfuerzo que hicieron los diputados desde 1810, con interminables debates, para lograr tener en las colonias el mejor marco constitucional y jurídico, en el que se tendría representatividad. Desapareció el nuevo espacio de gobernabilidad. Pero ya no se podía dar marcha atrás. Si los primeros movimientos revolucionarios se habían dado desde los primeros años del siglo XIX, era muy tarde pretender seguir reinando como monarca absolutista. Fernando VII vivía el principio del fin de su sistema de gobierno.

Cuando Olmedo regresó a Guayaquil, su carta del 17 de enero de 1817 al Cabildo confirmó que su fidelidad al rey estaba por encima de su pensamiento liberal. ¿En qué momento Olmedo se hizo independentista? Rocafuerte regresó a Guayaquil en 1817, después de haber recorrido varios países europeos; no hay evidencias de que se vieron. Rocafuerte, incansable viajero y buscador de grandes riesgos, zarpó nuevamente de Guayaquil en 1819 para no regresar hasta 1833. Pero deben haberse reunido para hablar sobre la forma como terminó el encuentro político en Cádiz y Madrid, y el acontecer político hispanoamericano. Los diputados liberales, de regreso a Hispanoamérica no se iban a cruzar de brazos. Venezuela se había adelantado, con Miranda y Bolívar. En Ecuador habría que esperar pocos años más. La iniciativa vendría de los guayaquileños y era un enorme riesgo ya que la ciudad no tenía experiencia militar, para iniciar una revolución y terminarla con éxito. Se exceptuaban José Villamil y José María Antepara, pues eran militares; el último mencionado había peleado junto a Bolívar y Miranda en Venezuela. El desconocimiento de Olmedo sobre la guerra se compensaba con sus conocimientos de jurista y constitucionalista al haber participado en dos legislaturas: Perú y España. A diferencia de Rocafuerte, Olmedo no publicó libros para dejar por escrito su pensamiento político, pero se lo encuentra en las Constituciones que él ayudó a redactar, su actividad diplomática, proclamas, cartas, discursos en varios períodos legislativos, etc.

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Fue por decreto oficial legalmente expedido el 2 de junio de 1822, que la Junta de Gobierno de Guayaquil, sustituyó la invicta e inmortal bandera por un pabellón blanco, su primer cuarto superior azul, y una estrella en el centro, cuando la lucha por la libertad de la Provincia de Guayaquil había terminado, venciendo en los campos de batalla, hasta las faldas del Pichincha el 24 de Mayo de 1822, para que el gloriosos pabellón azul-celeste y blanco de cinco franjas horizontales y tres estrellas, no presenciase la pérdida de la autonomía de la Provincia Libre de Guayaquil Independiente, convertida en territorio colombiano por Bolivar, con el uso de la fuerza, un 13 de julio de 1822, cuyo primer fúnebre aniversario conmemoraron dolorosamente el 13 de julio de 1823, al decir de Wilfrido Loor.

1 comentario

  1. Así es, la vida y accionar de una personalidad como fue la del prócer Olmedo, merece aún más investigaciones de la seriedad y certeza como esta serie de artículos que nos proporciona don Guillermo Arosemena. Gracias.

    Don José Joaquín por sus conocimientos constitucionales, le permitieron proyectar una carta magna como fue el Reglamento Provisorio Constitucional de 11 de noviembre de 1820, en apenas 922 palabras diseñó no solo la estructura y dogma constitucionales fundamentados en principios de división del ejercicio del Poder Público sino nacionalistas y republicanos, y muy posible, fue una de las más adelantadas para la época y ser su autor, aseveración que la manifiesto no solo por el ideal que en ella se proyectó sino por el léxico repetitivo que se hallan en las cinco constituciones a más de otras consideraciones que no vienen al caso mencionarlas.

    Igualmente, fue uno de los ilustres de la monarquía constitucional. Es muy posible que su viaje a Lima (1817), luego de regresar de las actividades legislativas gaditanas (noviembre-1816), cambiara y se proyectara por el republicanismo nacionalista, conociendo que ya para 1817 hacia su presencia en Perú el Protector San Martín, unido, tal vez, a su defensa del señor Roca en juicio entablado por tener y leer libros prohibidos en ese tiempo (creo 1819), fuera evolucionando su ideario político dado que el proceso liberal de Cádiz fracasó al regreso de Fernando VII persiguiendo y hasta dar muerte a algunos diputados que proclamaron el fin del absolutismo imperial.

    Igualmente, los estudiosos del Constitucionalismo Ecuatoriano, debemos ampliar mucho más, su presencia en estas actividades. Fue autor, coautor, protagonista directo, de cinco constituciones y, como bien lo manifiesta el señor Arosemena las de Cádiz y Guayaquil, unidas a la de Perú, Ambato, Cuenca. Me abstengo de mencionar la tercera carta magna de 1830 aprobada en septiembre de ese año en Riobamba, considerando que no tuvieron acogida sus planteamientos y fue casi «calcada» a la de Cúcuta, y con ciertas disposiciones gaditanas. Frente a la de noviembre de 1820 de Guayaquil, verdaderamente, representó un retroceso constitucional.

    Pretendo afirmar aquello porque casi al año de ser electo vicepresidente del Estado de Ecuador en 1830 renunció, tomando en cuenta que no se fundó como república junto a otras dificultades. En 1835 (Ambato) volvió a afirmar su definitiva identificación con los principios que constaron en la de 1820 como lo hizo con las otras antes mencionadas; y, ahí si fuimos constituidos como República, se organizó territorialmente al país, incorporándose las islas de Galápagos, administrativamente se delimitaron provincias, cantones y parroquias, organización que aún mantenemos .

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