26 abril, 2024

Algunas canciones y una Canzonetta (2/2)

5 Canción del amor lejano

José Ángel Buesa

Ella no fue entre todas la más bella,
pero me dio el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más, y sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

Acaso fue porque la amé de lejos,
como a una estrella desde mi ventana
y la estrella que brilla más lejana,
nos parece que tiene más destellos.

Tuve su amor como una cosa ajena,
como una playa cada vez más sola
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en un cántaro sediento,
como un perfume, que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía.

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre la llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura,
la esperanza feliz de la cosecha.

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dio el amor más hondo y largo.
Nunca fue mía, no era la más bella,
otras me amaron más y sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

6 Canción de la búsqueda

José Ángel Buesa

Todavía te busco, mujer que busco en vano,
mujer que tantas veces cruzaste mi sendero,
sin alcanzarte nunca, cuando extendí la mano
y sin que me escucharas cuando dije: “te quiero…”

Y sin embargo espero… y el tiempo pasa y pasa
y ya llega el invierno y espero todavía.
De lo que fue una hoguera, sólo queda una brasa,
pero sigo soñando que he de encontrarte un día.

Y quizás en la sombra de mi esperanza ciega,
si al fin te encuentro un día, me sentiré cobarde,
al comprender de pronto, que lo que nunca llega,
nos entristece menos, que lo que llega tarde.

Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días, convirtiéndose en años…

Pues quizás esté mustia tu frente soñadora,
ya sin calor la llama, ya sin fulgor la estrella…
Y al no decir: ¡Es ella!, como diría ahora,
seguiré mi camino murmurando: “Era ella”.

7 Canción de la sortija

José Ángel Buesa

Nadie sabrá lo que yo estoy callando
aquí, sin ti, con la mirada fija,
nadie sabrá por qué, donde, ni cuando,
se te quedó olvidada una sortija

De aquella tarde, yo no diré nada,
nada, ni que era Sábado, siquiera
y así nadie sabrá por que mi almohada
tiene el perfume de tu cabellera.

Y si alguien, en la calle de la cita
te vio llegar, o vio cuando te fuiste,
tú no eras más que una mujer bonita
que iba del brazo con un hombre triste.

8 Canción de la noche sola

José Ángel Buesa

I

Fue mía una noche, llegó de repente
y huyó como el viento, repentinamente.

Alumna curiosa que aprendió el placer,
fue mía una noche, no la he vuelto a ver.

Fue la noche sola de una sola estrella,
si miro las nubes, después pienso en ella.

Mi amor no la busca, mi amor no la llama,
la flor desprendida no vuelve a la rama.

Y las ilusiones son como un espejo
que cuando se empaña pierde su reflejo.

II

Fue mía una noche, locamente mía;
me quema los labios su sed todavía.

Bella como pocas, nunca fue más bella
que durmiendo el sueño de la noche aquella.

Su amor de una noche sigue siendo mío,
la corriente pasa, pero queda el río.

Y si ella es la estrella de una noche sola,
yo he sido en su playa la primera ola.

III

Amor de una noche que ignoró el hastío,
somos las distantes orillas de un río,
entre las que cruza la corriente clara
y el agua las une, pero las separa.

Amor de una noche, si vuelves un día,
ya no he de sentirte tan loca y tan mía.

Más que la tortura de una herida abierta,
mi amor ama el viento que cierra una puerta.

El amor florece tierra movediza
y es ley de la llama trocarse en ceniza.

El amor que vuelve, siempre vuelve en vano,
así como un ciego que extiende la mano.

Amor de una noche, ¡Qué triste sería
matar el recuerdo de esa noche un día!

Amor de una noche sin amanecer,
¡Acaso prefiero no volverte a ver!

CANZONETTA

José Ángel Buesa

Érase un verde bosque de eterna primavera
y érase un niño iluso que vagaba al azar…
el niño entró en el bosque, siguiendo una quimera;
entró en el bosque… y nadie lo ha visto regresar.

Érase un mar sereno, de tan hondo que era
y érase un nauta loco que vio un día aquel mar…
El nauta aborrecía la paz de la ribera,
empuñó el remo… y nadie lo ha visto regresar.

Mujer: Comprende el símil, yo también quise un día
penetrar el secreto de tu melancolía
y me perdí… y no pude regresar,
porque en tus ojos verdes se extravió mi destino,
como el niño en el bosque, como el loco marino
en el mar.

Artículos relacionados

Las mujeres…

Son la sonora sinfonía de una música sin tiempo que sosiega todo el percibir de lo existido. Su presencia es la tangible prueba del propósito divino para dar sentido a lo vivido. […]

No hay comentarios

  1. Jose Fernando
    te felicito por guardar Cancion del amor lejano,
    Pepe Luces
    PS
    No se me recuerdas,soi el cirujano a quien tu tio me hizo deferente con su confiaba al enviarme sus pacientes de trauma

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×