1 mayo, 2024

Don Burro

Este 15 de noviembre culminó el plazo para inscribir a los diversos candidatos
para las elecciones generales a celebrarse en el 2013 en Ecuador. El menú es
variado como siempre, pero en ésta ocasión alguien llamó particularmente mi
atención, el asno candidato: Don Burro.

Como le llaman, “El Candidato de patas limpias” llego hasta el Consejo
Provincial Electoral de Guayas, con corbata, guardaespaldas, seguidores y
asesores, para intentar inscribir su candidatura como Asambleísta, pero al
arribar a las puertas del salón de la democracia, la Fuerza Pública impidió que
el candidato por la lista cero se inscriba.

Las voces de protesta no se hicieron esperar: “Creemos que él (burro) está
apto para poder debatir con muchos de los candidatos postulados y él, por lo
menos, sabemos que va a rebuznar a la Asamblea, no sólo va a alzar la mano
y calentar puesto”.

Esta muy simpática crítica constructiva nos lleva a la penosa pero cierta
reflexión de que los postulantes a la Asamblea no llenan las expectativas de
muchos, por ello y con el único afán de conseguir la legislatura anhelada,
los creativos jóvenes, indignados con el escaso nivel de preparación de los
candidatos propuestos, apelando a la conciencia ciudadana y sugiriendo que
se postulen únicamente quienes estén capacitados para ello, insistieron que
Don Burro es una posición de rechazo a la realidad política actual. Nada más
justo y racional.

Si bien la Constitución dice que todos los ecuatorianos tenemos derecho “a
elegir y ser elegidos”, algunos consideramos que, salvo honrosísimas
excepciones, es insuficiente que para ser elegido asambleísta, se requiriera
únicamente tener nacionalidad ecuatoriana, haber cumplido dieciocho años de
edad y estar en goce de los derechos políticos.

A pesar de no ser una seguidora de Don Burro, pues no poseo ni “tuiter”
ni Facebook, siempre he compartido la idea de que es necesario votar por
asambleístas cultos, preparados y que tengan mínimo un título de tercer nivel
de educación superior legalmente reconocido en el país, pues serán ellos,
quienes al final de cuentas, tendrán nuestro futuro en sus manos.

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No hay comentarios

  1. Estimada y respetada señora:

    Recuerde que Ud. fue parte de la Asamblea Constituyente y allí se optó por consagrar la mediocridad en la República, cuando se puso como requisito para ser asambleísta únicamente tener 8 años de edad. A Alberto Acosta y muchos otros se les dirigió una comunicación hciéndoles ver el grave error que se cometía. Era cuando Ud. aún no salía de AP. La respuesta de los asambleístas fue: que el derecho a ser elegidos es absoluto. Y que el Parlaento es «una expresión de la realidad», como si la realidad asimismo absoluta de la población nacional, fuese el ser incompetentes como paradigma. La legislatura debe estar conformada por personas que tengan amplios y profundos conocimientos en la filosofía del Derecho y en su intrincada estructura teleológica. Así es que no nos quejemos por el evidente fracaso que observamos en los órganos del poder público.

  2. Opinión

    Saludos. En un anterior artículo de Doña, creo que hace unos 2 o 3 meses, hice un comentario vislumbrando respecto a la calidad de los futuros candidatos para insignes y doctos Asambleístas. No me equivoqué, y la realidad fue más allá que la expectativa, a tal punto que irónica y sarcásticamente, unos jóvenes con mucho criterio y sentido común, trataron de inscribir la candidatura de un semoviente muy conocido por sus innatas cualidades y características que lamentablemente abundan en nuestro País: Don Burro.
    Si ustedes desean conocer mi criterio respecto a esta parodia, debo expresarles que mucho me hubiera agradado estar presente en la misma, y pese no encontrarse inscrito, igual me da, votaré por él en la papeleta.
    Es lamentable que hayamos llegado a este punto, donde los ?representantes del pueblo? para la Asamblea sean calificados o comparados con ?Don Burro?, figura que personifica la calidad de los aspirantes al Congreso, o como hoy se denomina, ?Asamblea?. Es obvio que existen excepciones, pero éstas, son excepciones que confirman la regla.
    Esta triste realidad de nuestra descomposición social, educacional, cultural, de valores, se reflejan inequívocamente en el quehacer político. Por ello reniego de esta ?democracia?, reniego del voto ?obligatorio?, reniego de los esnobismos ?garantistas?, reniego del ?Estado Constitucional?, del ?neo constitucionalismo?, de la ?globalización?, de los ?famosos Derechos y Principios?, (muy predicados pero muy poco practicados); reniego de quienes se encuentran liderando instituciones y organismos de control, cuyos métodos y procedimientos en nada le pueden envidiar a las de ?Don Burro?.
    Reniego de la hipocresía de los muy doctos, entendidos y versados personajes de ?alcurnia? y trascendencia social, política y económica, que prefieren hacerse los desentendidos frente a esta dolorosa realidad, ya que considero mantienen un velado temor por las represalias de todo tipo y género de las cuales pueden ser objeto. Por ello prefieren un silencio cómplice a tanto desatino existente, a tanto desgobierno, a tanta impunidad. Es decir, prefieren ?conjugar verbos?, regulares e irregulares.
    No obstante, la suerte está echada, se han quemado las naves, se ha cruzado el Rubicón, no hay vuelta atrás: Solo desearnos suerte en todo lo que viene, y los émulos de Don Burro descollarán una vez más en nuestra colectividad.

    Napoleón Sotomayor

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