3 mayo, 2024

¿Hasta cuándo seguiremos esperando?

No me causó mayor sorpresa el haber leído el boletín de prensa de la Fundación Aeroportuaria de Guayaquil, en el cual se confirma algo que he venido repitiendo en innumerables entregas, en el sentido que el objetivo de este desgobierno a cualquier costo, es desprestigiar a nuestro Alcalde, a través de realizar acciones “sigilosamente”, como ellos mismos lo expresan, sin importarles que sean en contra de esta ciudad y su gente, sólo y únicamente, por haber cometido el “pecado” o la “afrenta”, para algunitos obviamente, de respaldar abrumadoramente a Jaime Nebot en las urnas, por tercera ocasión consecutiva en su cargo como Alcalde.

El apoyo a la gestión de un funcionario que cumple y trabaja por su Ciudad y sus habitantes, es visto por estos señores, “Como un serio riesgo para el Gobierno”, por lo cual, no dudarán, ni escatimarán, en hacer cualquier tipo de maniobras, sean estas cuales fueren, sin interesarles si lesionan o no a sus habitantes, para que no se “Perjudique el lento despliegue que hasta ahora ha tenido el Gobierno Nacional en Guayaquil”.

El vil |cálculo político es lo único que moviliza a los “dementes” lúcidas, ellos viven para el show mediático y para el engaño colectivo, no soportan que los guayaquileños no estemos de acuerdo con medidas autoritaria y arbitrarias, que van en contra de nuestro trayecto hacia el mejoramiento continuo como Ciudad y como sociedad civilizada.

Ellos mismos expresan en un documento político interno, (que obviamente negarán su existencia o veracidad), que “la clave del asunto es que el gobierno tenga una mayor presencia y sea el que más se visibilice”; es eso lo que merecemos los guayaquileños, es eso lo que debemos esperar de nuestros mandados, vuelvo a repetir hasta el cansancio, este desgobierno perjudicará a Guayaquil hasta que nosotros mismos, los ciudadanos de a pie, decidamos defenderla y protestemos en contra de todas las barbaridades que se están cometiendo a nombre de la “revolución ciudadana”.

Los guayaquileños, no todos pero si muchos, hemos perdido el coraje y valor del verdadero Madera de Guerrero, hemos perdido esa indocilidad de los antiguos Huancavilcas, que frenaron a raya a los extraños que quisieron invadir su terruño, de esos libertarios, que fueron la semilla independentista del yugo español, de nuestros abuelos, que jamás dudaron ni claudicaron en defender a Guayaquil, cuando sintieron que su ciudad pretendía ser ofendida; Nosotros, pregunto yo, ¿Qué estamos haciendo?

Hasta cuando mis estimados lectores lo seguimos permitiendo, hasta cuando más ofensas a Guayaquil y sus ciudadanos, hasta cuando más insultos y diatribas para sus autoridades, hasta cuando más perjuicio a los habitantes de esta Ciudad; ya es hora que este Gobierno entienda que el modelo de desarrollo al cual seguimos apelando, es diametralmente opuesto al que ellos quieren imponernos, sin embargo, eso no debe ser motivo para que se nos trate de repudiar, o seamos presa de acciones u omisiones que vayan en detrimento de lo que ya hemos decidido, y que se ha convertido en ejemplo de progreso para propios y extraños; ¿Hasta cuándo seguiremos esperando?

Esa respuesta sólo la tenemos y la debemos expresar nosotros mismos, ¿me podrían dar su opinión al respecto?

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  1. Me parece muy acertado su comentario Francesco Aycart los guayaquileños nos estamos quedando atras, ya es hora de que seamos esos Guayquileños de lucha de temperamento de franqueza y valor para decir las cosas como son y reclamar por lo justo; reclamar por lo que es nuestro por lo que nos hemos ganado viva Guayaquil viva nuestro alcalde Jaime Nebot Saadi viva nosotros mismos hombres de fuerza empeño y progreso. Guayaquil Libre¡

  2. Desde el mismo día en que ese hombre desequilibrado se hizo el chiflado con nuestra Constitución legítima, eso ya era un mal signo, pero la inmadurez y la alcahuetería de masa lo aceptaron / no me incluyo, pues jamás creo en oportunistas / sin rechinar los dientes. Ahora estamos pagando por aguanosos.

    Si nos desarmaron desde el inicio de esta autocracia por algo sería.

    Quién no recuerda la celeridad con la que desarmaban al pueblo y hacían batidas en calles y avenidas para confiscar las armas. Personalmente jamás me tragué ese cuento de que lo hacían con buenas intenciones, porque en los países donde ya sufrieron con ese comunismo que ellos nos están infligiendo, era común y corriente.

    No nos engañemos. Los ataques contra los guayaquileños son perfectamente calculados; y con certeza formaban ya parte del /programa de gobierno/ exigido por las FARC, Fidel Castro y Chávez, para poder costearle el puesto al degenerado que nos desgobierna y a su recua de vejetes lagarteros, sociólogos has been y filósofos de cafetín.

    La agenda de ellos siempre ha sido; y sigue siendo, acabar con Nebot y sus electores hasta que nos demos por vencidos y decidamos en masa arrodillarnos ante esos paleolíticos comunachos.

    No en balde nos lobotomizan el cerebro con sus propagandas falaces y mañosas. Si por ellos fuera hasta el nombre de la ciudad nos lo cambiarían, para mejor despersonalizarnos y si es posible desraizarnos. Esa era la táctica criminal de Lenin, Stalin, Mao y otros crueles dictadores; basta recordar la cantidad de veces que les cambiaban el nombre a las ciudades rusas y a sus satélites.

    Quítele a un pueblo su bandera, su escudo y cámbiele su himno por una canción /infantilizante/ y obtendremos una manada de espantapájaros; o más claro de coreanos del norte o de despersonalizados cubanos. Ya comenzó con su adefesio de utilizar a los niños y a sus maestras para que dizque le escriban cartas alabanciosas al gran timonero de la supuesta nueva patria.

    Próximo paso: ponerle un buen bozal a la prensa libre que queda, controlar Internet para callarlo a Ud. a mí, y a todo aquel que ose pensar libremente.

    Nada es casual, todo ha sido y está perfectamente calculado, pero hasta ahora los guayaquileños hemos sido un hueso duro de roer. Por lo pronto ya tenemos muertos, heridos, presos políticos y toda clase de arbitrariedades.

    Como usted bien lo dice: ¿qué diantre esperamos?

    No permitamos que nos masacren.

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