26 abril, 2024

La transición

Los mensajes que nos ha enviado la Asamblea Constituyente con sus mandatos, acuerdos, disposiciones y por supuesto, sus 444 artículos que bien pudieron ser 666, precedidos por una hoja que llaman preámbulo hecha a última hora y de madrugada con seguridad, que invoca al “sumak kawsay” agregado como idioma oficial constitucional y a la pacha mama, han sido coronados por el régimen de transición, que delata la dictocracia que impera en nuestros lares.

El Código Civil de Don Andrés Bello que aparentemente aún rige los actos y contratos de los ecuatorianos, trata de la venta de un cosa que al tiempo de perfeccionarse el contrato se supone existente y no existe, no surte efecto alguno, pero el falso vendedor o el vendedor de ilusiones responderá con los perjuicios al comprador de buena fe.

Llevado esto a la experiencia constitucional que estamos viviendo, el Estado no puede legislar como bien pueden contratar los ciudadanos ecuatorianos, dictando normas de algo que no existe pero que los asambleístas de Montecristi esperan que exista, lo que convierte a la norma dictada por la Asamblea en un síntoma fraudulento del régimen de transición modificatorio de los cometidos que Ecuador patrocinó en las urnas a partir del 15 de octubre de 2006.

Se dicta el proceso de elección de los dignatarios que será organizado por el consejo nacional electoral, organismo que no existe pero que se espera que exista, “de aprobarse por el pueblo en el referéndum Aprobatorio la Constitución Política de la República”. Ojo no dice sufragantes, porque hecha la ley hecha la trampa……

Jamás hubiese podido la Asamblea Constituyente mencionar un organismo inexistente, como indebidamente legisla la elección de viceprefectos provinciales, alcaldes municipales valga la redundancia, vocales de juntas parroquiales rurales, del sorteo de listas ganadoras en caso de empate, circunscripciones urbanas y rurales para concejales, registro electoral, Asamblea Nacional, cómputo del gasto y propaganda electoral, financiación y prohibición de propaganda, cesación del período legislativo de los diputados principales y suplentes elegido el 15 de octubre de 2006, integración del tribunal contencioso electoral, del consejo de la judicatura, de la corte nacional de justicia, de la corte constitucional, vigencia de las designaciones provisionales de la Asamblea Constituyente del Contralor General del Estado, Procurador General del Estado, Ministro Fiscal General, Defensor del Pueblo, Superintendente de Telecomunicaciones, Compañías, Bancos y Seguros, integración del consejo de participación ciudadana y control social, éste último que funcionará en base a un reglamento que dicho organismo se auto dictará hasta que exista la Ley que le permitirá existir; y, la integración de la función de transparencia y control social. En todas las menciones, favor leer las terminaciones “es” y “as” que por economía de espacio no las he incluido.

La llave de todo este realismo mágico es el congresillo, que cinco días después de proclamados los resultados del referéndum aprobatorio (sic) debe conformarse bajo el nombre de comisión legislativa y de fiscalización, con participación de los, las asambleístas, procurando mantener la proporcionalidad política que tuvo el plenario de la Asamblea, lo que quedará al arbitrio de los asambleillas que se tomarán de facto las funciones de la asamblea nacional previstas en el proyecto constitucional. Es innecesario ya recordar que los asambleístas cesaron en sus funciones el 26 de julio de 2008 y que lo que hagan en lo futuro será como simples ciudadanos y no por mandato popular.

Si no gana el “si” a tanto absurdo, se pretende crear el caos republicano, porque los ecuatorianos tendremos que bajarnos del caballo en que nos ha montado la Asamblea Constituyente y al decir de Carondelet, someternos a la dictadura de los diputados y diputadas de los manteles, que fueron elegidos por los ciudadanos y ciudadanas el 15 de octubre de 2006 y declarados titulares por el gobierno que nos gobierna pero cesados por mandato de la Asamblea.

Esa es la amenaza de régimen, pero la patria embobada no es imbécil y de no aprobarse por los sufragantes la constitución de la muerte, lo que el pueblo ecuatoriano va a exigir es la convocatoria a elecciones de nuevos diputados del Congreso Nacional, organismo legislativo existente en la Constitución que nos rige hoy.

Por ello el legítimo régimen de transición debe dictarse a posteriori y no ahora cuando aún no se conoce la voluntad de los sufragantes salvo que se pretenda un fraude electoral y se dé por descontado el triunfo del si. Mientras tanto, la Asamblea pretende vendernos una cosecha que se espera que exista pero los ecuatorianos de buena fe no conocemos ni aseguramos de su existencia.

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