26 abril, 2024

Mi playa…

En mi vida hay una playa secreta.

En su silencio se escucha los cantos del mar y el sonido del viento sin fin.

La blanca arena baja hacia el agua  que brilla como diamante.

Sus flores acarician mi piel mientras murmuran palabras de amor.

Sin esta playa, estaría perdido.

Es mi refugio de soledad.

Un sueño mío; un abrazo que me ampara cuando estoy triste o necesito acordarme de quien soy.

Esa playa eres tú.

Tú me hiciste ese regalo.

Pienso en lo que ha pasado desde la primera vez que te vi y me doy cuenta que ha sido un tiempo de profunda intensidad.

Recuerdo mis paseos frente al mar mientras respiraba la desesperación de no tenerte o la  maravilla de verte en un momento inesperado.

Veo como se ha escrito un cuento para los dos, en etapas distintas pero por siempre entrelazadas.

Son esas cosas que nunca se definirán con palabras.

Tu mirada que me ha dicho que siga… 

Tu voz que me ha buscado en los rincones…

Tu risa que me ha hecho sentir la prisa de la vida.

He amado tu dolor y tu alegría.

Me he enojado contigo y he vuelto corriendo hacia ti porque siempre has dicho las palabras exactas en el momento apropiado.

Siempre has sabido como mirarme.

Mi corazón es el mismo que comenzó a palpitar cuando te conoció.

Desde entonces no ha cambiado y su latir se ha hecho más sonoro todavía.

¿Hasta cuándo mis sentimientos podrán hacerte olvidar tu vacío de soledad?

He intentado imaginar lo fatal que sería leer una carta sabiendo que es la última que me escribes.

No lo podría soportar, créeme.

Aun habiendo sacrificado mi destino por verte tranquila, no sería feliz por haber perdido

lo que me perteneció y se fue por esos estúpidos juegos del destino.

Sin ti lo que me queda por vivir, solo es un tiempo para morir.

Eres la única razón por la que me quedo aquí en la tierra.

Mientras respire, viviré escuchando tu voz en mi memoria.

Sabré amarte en los recuerdos, pero jamás seré un obstáculo para la solución de tus problemas.

Lo que no soportaría es un cada te quiero que no te escuche decir.

A fin de cuentas… si no te tengo, nunca perderé mi playa y es únicamente ahí donde estaremos juntos para siempre.    

 

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Volver a hablar de Amado Nervo, es rememorar la hermosura del sentimiento, del dolor, de la pena, sobre todo si volvemos a los versos de sus últimos años.

Leamos primero su “AMEMOS”:

Amemos
Amado Nervo

Si nadie sabe
ni porqué reímos,
ni por qué lloramos;

si nadie sabe
ni por qué vinimos,
ni por qué nos vamos;

si en un mar de tinieblas nos movemos,
si todo es noche en rededor y arcano,
¡Al menos amemos!
¡Quizás no sea en vano!

Para dar una idea de su apasionamiento, veamos su verso “Cobardía”, en el que relata cómo se aleja de la
posibilidad de amar, por miedo al sufrimiento:

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