26 abril, 2024

Muy íntimo

La Diosa fortuna ha querido premiar nuestro hogar con el embarazo de mi esposa Yesenea. Ella, árbol de vampiresas, néctar de miel y canela, hermana menor de medusa y rueda de las parcas, está esperando nuestro bebe. Felizmente embarazada. Agradecidos por este privilegio, que nos da la oportunidad de entregar a la vida un ser humano concebido en el amor y la contemplación de descubrir en cada detalle el misterio de vivir y el sentido de existir. Este don inmerecido lo aceptamos como una responsabilidad. Sin embargo mientras vemos crecer su vientre también vemos crecer dificultades en su embarazo, tan lleno de peligro e incertidumbres. Nada en la vida ni en el existir es plano, ni recto ni absolutamente horizontal ni totalmente vertical, ni todo es claro ni oscuro. Y nuestro embarazo en momentos se complica; aparece la luz y de nuevo entra en una cueva oscura y tenebrosa pero logra salir para instalarse en una playa soleada y de brillosa arena pero aparece un no deseado rio de sangre y nos lleva a preguntarnos de nuevo ¿cuál es la voluntad? ¿Cuál es la intención?

Nuestro embarazo ha exigido y seguirá exigiendo. Es una demanda de un todo o nada. O me das toda tu atención o me la tienes que dar. Esfuerzo. Es un embarazado complicado por el esfuerzo y sacrificio. No basta con el deseo o la oración o la suplica: son las posibilidades que tenemos para salir airosos de esta dura prueba en nuestra capacidad de dar, da dar algo verdadero, más allá de nuestra voluntad sino de nuestra necesidad de cumplir, de recibirlo con cariño, con optimismo, con esperanza: a través de nuestro hijo Dios nos manda un camino, una respuesta, un animo, para seguir trabajando ese amor incondicional que libera, transforma, une a todo lo existente, ese amor que no conoce la muerte ni la disolución. Tenemos el deseo de que todo salga bien, sin embargo hay miedo. El miedo es un demonio vestido de payaso que tranquiliza porque cada día que pasa es una batalla ganada pero cada día también trae el dolor de perderlo, que se nos vaya y perder tanto cariño.

Pero la experiencia de vivir estos momentos es indescriptible y a ello me quiero referir, puesto que el esfuerzo de tener a nuestro bebe pertenece a la madre. Mi esposa tuvo que renunciar a trabajar, a estudiar, renunciar a todas sus comidas, ella una mujer libre y libra, de libertad total para moverse, transpirar con el viento, de ordenar a puro puño la casa, nuestra vida, la cocina, la peluquería, los chicos y los viernes en la noche. Ella, luna y sol haciendo crepúsculos. Ahora Ella, acostada en cama, sin moverse, solo respirando, medio comiendo, de toda su vida, sus actividades, no queda nada, ahora es la madre luchando por su hijo, haciendo todo lo que tienen que hacer, sin escatimar esfuerzos, sin cuestionar nada entregada a una voluntad superior: el nacimiento del bebe. Mujer fuerte como una virgen huyendo de Herodes para salvar al salvador o simplemente a su hijo. Eso me enaltece, me conmueve, me cuestiona, ¿cuál es mi importancia? ¿Para qué valgo? Ahí entiendo que el papel o la función de padre tengo que ganarla cada día, que no es un titulo simple o gratuito, sino una responsabilidad, de dar ejemplo, de enseñar con el modelo, de ponerme en mis zapatos porque nadie va a hacer por mi lo que yo tengo que hacer en mis responsabilidades. Que son mis actos, acciones más que mis imploraciones o suplicas las que van a servirme para convertir el papel de padre en un honor, una buena dicha, una buena vida y así ser padre es un motivo de realización en la vida.

Está lloviendo, el agua es amor y florecimiento. Es la Diosa de la vida. El agua que cae del cielo es la esperanza, la posibilidad. Vivir es bueno, la vida es buena, este momento es bueno para mí, para mi familia, y hasta para usted que tiene la bondad de leerme esta intimidad mía. Dejo de escribir y me voy a mojar en la lluvia, me voy con mi hija y con mi hijo de dieciséis semanas, retoño del Dios fuerte, del Dios Santo, de Dios inmortal. Nos vamos a encharcar, a mojarnos todo, a mostrarle que ha venido a jugar en la vida. Es una bendición…

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1 comentario

  1. No le conozco señor Rengel, pero quiero congratularme con su felicidad y que DIOS les de toda la alegría del Mundo con su nuevo hijo.

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