La farsa y la mentira constituyen el sistema más eficaz para tratar de engañar y para encubrir los delitos que se pudieren haber cometido, los que pueden ser de alto, medio o bajo calibre, de acuerdo con la complicación que ellos encierren en el fondo de su encubrimiento.
La farsa y la mentira parecería que han sido adoptadas por el Gobierno como sistema operativo para encubrir los errores previstos e imprevistos en que han incurrido, errores que se han multiplicado y muchos de ellos dentro de un marco de extrema gravedad, con complicaciones internacionales.