25 abril, 2024

La inflacionaria condición humana, el circulante y los impuestos

La inflación es un fenómeno racional ya que la perenne procura por más ingresos responde a una dinámica de precios que por naturaleza acusa una mayor propensión a ascender¹. El encarecimiento de bienes y servicios no es necesariamente malo, siempre que sea controlado y sea parte de un sistémico crecimiento económico con mayor generación de empleos y amplios beneficios, evitando en contraparte un desproporcionado aumento del costo de vida.

La condición humana per se no es la única que causa inflación. La impresión de moneda sin respaldo ni sustento también la produce cuando una desbalanceada masa monetaria circula disparando -hacia arriba- los precios de los productos en respuesta a la oferta y la demanda. El exceso de circulante ilegal -lavado de activos-, acelera un consumo adicional que dinamiza la economía, pero también la impacta a través del aumento en el índice de precios y la subyacente inflación.

La continua adquisición de deuda produce un exceso de circulante que produce inflación al procurar la misma cantidad de bienes y servicios. Cuando el Estado la asume solo para rotarla, no caer en moratoria y sin plan de abatimiento a futuro, pero vía impuestos le quita sustento al consumidor, no solo restringe su capacidad de consumo, ahoga también exponencialmente la reversión del círculo vicioso de una deuda convertida en eterna por falta de crecimiento económico. La inflación no es solo precios relativamente altos, es también una desvalorización del dinero que sacrifica oportunidad y resta competitividad. 

¹ Lo contrario sería deflación, precios menores, una antinatural y mucho más complicada condición cuya reversión demanda mayores atenciones y sacrificios.    

 

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