25 abril, 2024

¿Por qué son necesarias las Crisis?

“Las crisis pueden ser favorables o desfavorables; pueden servir para bien o para mal.” – Joseph Garzozi

Algunos países, que no pasan por situaciones difíciles ocasionadas por diversos motivos, casi sin excepción son países que maduran lentamente, no crecen, cambian o se superan, esto especialmente es aplicable a los países de origen latino mediterráneo, en otras palabras América Latina.

Nuestra cultura del inmediatismo y el facilismo nos ha llevado a la pérdida total de valores y con ello a la corrupción, la destrucción del mismo estado, la afectación de la convivencia civilizada y hasta la destrucción de la misma familia.

Así, resulta que no es importante estudiar y capacitarse responsablemente, lo importante es obtener el título y no importa como se lo obtenga, tenemos como resultado un país mediocratizado, enfermo de titulitis, en el que se castiga al que se destaca. Pero aquí viene lo bueno de la crisis, quienes superan las dificultades, aquí o en el extranjero, son aquellos que realmente se prepararon.

Quienes son admirados y emulados, son los que han hecho fortuna rápidamente, no importa de qué manera, ya sea contrabandeando, malversando fondos del estado, es decir los dineros de todos los ciudadanos por medio de las actividades políticas, estafas financieras, narcotráfico o narco lavado, etc. Pero nuevamente la crisis los evidencia, destrona y encara con la realidad.

Bendita crisis que depura y castiga a los oportunistas del dinero fácil. Si bien es cierto que en ambos también sufren quienes se prepararon y trabajaron honestamente, no es menos cierto que éstos tienen más opciones de sobrevivir la crisis y forzar los cambios para mejor que los otros, ya que sus activos intangibles de honestidad y conocimientos son permanentes.

Cuando las cosas se obtienen fácilmente no se valoran ni se cuidan. Un país como Ecuador, que se embriagó con los petrodólares y un empresariado que en muchos casos utilizó a la ligera los recursos financieros y los mal utilizó en inversiones suntuarias y no productivas, o que desarrolló sus actividades a corto plazo, están aprendiendo de la crisis, del fracaso y del volátil espejismo de su éxito.

Un país que inmerso en una administración centralista y burocrática que por muchos años administra la república desde la capital, considerando al resto del país casi como sus colonias, observa como sus prebendas están llegando a su fin, corriendo el riesgo de problemas y conflictos, en el país si no rectifica y corrige estos sistemas.

Gracias a la crisis, que ha puesto en evidencia lo caduco, inequitativo, deformante y denigrante del sistema vigente, nos ha puesto a pensar, a trabajar y agudizar el ingenio a todos los ecuatorianos, le ha quitado la máscara a la dictadura de los partidos políticos, demostrando cuan alejados están estos de la realidad nacional y del pueblo, tocándoles también el repique del tambor, para que cambien o mueran.

Bendita crisis que ha despertado al soñoliento, conformista y aburguesado Ecuador. Bendita crisis que con sus grandes dolores y sufrimientos nos está anunciando el nacimiento de un nuevo Ecuador más justo, realista, trabajador, equitativo, responsable y maduro. El joven país engreído por la bonanza se está haciendo adulto, esperamos que no hagan de él, nuevamente los políticos, el mismo maniquí con traje nuevo, pero igualmente enfermo.

Esto aspiramos que no se dará porque hay un nuevo gobierno, capaz y honesto, ahora sí, un frente cívico ciudadano en unidad con la gran diversidad de organizaciones no gubernamentales dispuestos a luchar alrededor de ese nuevo liderazgo cívico y político que augura la Aurora para el nuevo Ecuador.

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