26 julio, 2024

¿Por qué estamos como estamos?

En la radio, oí un comentario sobre la pérdida de los dos partidos de la selección de fútbol, que me preocupó mucho.

No tiene que ver con el juego, sino con el comportamiento humano. Las actitudes prepotentes, las amenazas, los insultos, los desplantes, el abuso, características “humanas”, salvajes del ser humano, que parece que están siendo mucho más importantes que la habilidad, la inteligencia, y las características humanas de los jugadores, puesto que creando pánico, insultando, amenazando, se logra poner a un lado a muchachos jóvenes que quisieran entrar a jugar en las selecciones o en los equipos.

Es completamente normal, el espíritu competitivo y el deseo de salir electo para jugar en un equipo, o para integrar la selección, pero de allí, a pasar a amenazar o a golpear, o buscar hacer daño al otro, estamos pasando del deporte a la delincuencia. Esos malos elementos, por más hábiles que sean, deben desaparecer del ámbito deportivo. Recuerdo la actitud completamente antideportiva de una patinadora de hielo americana, que a Dios gracias fue sancionada en su debido tiempo. El deporte es una actividad de compañerismo, de amistad y por ninguna causa, la competitividad puede llevar a agredir a los otros, sean amigos o enemigos, ni siquiera a amenazar. Sólo uno que compite, pero que no es deportista, puede actuar en esa forma.

El deporte es noble, la competencia es sagrada, quien busca ganar por medios no deportivos (ya sea amenazas, daños al contrincante, pagos o cualquier otra forma desleal, no merece ni siquiera ser considerado un ser humano. ¡Cualquier bestia, es más humana que él! Lo mismo debe decirse de algunos dirigentes deportivos que, con tal de ganar, no tienen empacho en comprar árbitros o jugadores contrarios. Tanto el que compra, como el que vende, son personas asquerosas, que de lo que menos tienen es de deportistas. Pueden ser fanáticos (personas incapaces de razonar), pero deportistas, ¡NO!

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ECUADOR-PROTESTAS

Por ahora, pero pueden ser más y difícilmente podremos creer todo lo que nos diga la única voz de la prensa, la oficial, que existe hoy en Ecuador.

Hemos vivido momentos lamentables, no por primera vez sino por primera vez en esta magnitud. ¿Quién va a justificar que la Policía deje en la indefensión a los ciudadanos? Difícil defenderlos, así como es difícil defender a las enfermeras cuando protestan por la falta de reconocimiento de su abnegada profesión. Es que pensamos que tienen que sacrificarse por la naturaleza de su trabajo y nos olvidamos que son seres humanos con las mismas necesidades que tienen ótros, entre ellos los que plácidamente reciben sus sueldos burocráticos.

La posición de la Policía se complica aún más cuando existe un presidente que constantemente dice que nada van a conseguir por la fuerza, todo con el diálogo, pero que en la práctica ha demostrado que es imposible llegar a un acuerdo con él por intermedio del diálogo porque la única verdad que se impone es su verdad. Y su terquedad llega a la máxima expresión cuando al ver que existe un grupo manifestante descontento va a enfrentarlos para convencerlos de que sus protestas son vanas e injustas y amenazarlos con volver al sistema que regía en el año 2006 a pesar de los gritos de protestas y los abucheos.

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