2 mayo, 2024

Conociendo a un genio…

Un día como hoy, un joven fundó una pequeña empresa de microprocesadores. Su profesor, Christos Papadimitriou, nos cuenta cómo lo conoció

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Ecuador era imprescindible para bloquear el paso de las fuerzas españolas que aun se hacían fuertes en el territorio peruano. Y urgente era la posesión de Guayaquil por su poder económico, pues las tierras altas interandinas eran improductivas y además se hallaban en una profunda pobreza. Y lo más importante, su posición estratégica, salida al mar que permitiría la viabilidad de la acción armada contra el último reducto español.

Para captar la simpatía de la clase alta, echó mano del argumento de la necesidad de salvar Guayaquil del dominio de la plebe, enviando una arenga que decía: “Sólo vosotros os veíais reducidos a la situación más falsa, más ambigua, más absurda, para la política como para la guerra. Vuestra posición era un fenómeno, que estaba amenazando la anarquía; por eso he venido, guayaquileños, a traeros el arca de salvación.”

Bolívar no tenía la absoluta seguridad que el Colegio Electoral aprobaría la anexión, tenía un profundo desasosiego, pues la representación democrática la tenía la Junta de Gobierno, la militar y de facto, Bolívar, sustentada en sus 1.300 bayonetas: “Yo espero que la Junta Electoral que se va a reunir el 28 de este mes, nos sacará de la ambigüedad en que nos hallamos, Sin duda debe ser favorable la decisión de la Junta, y si no lo fuere, no sé aún lo que haré, aunque mi determinación está bien tomada, de no dejar descubierta nuestra frontera por el Sur, y de no permitir que la guerra civil se introduzca por las divisiones provinciales” (Bolívar a Santander, 22/07/1822).

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