8 diciembre, 2024

¿Por qué hay que leer el Quijote?

Si escribo esto es por liberarme de alguna manera de esa visión real, nada ficticia y cada vez más habitual, de jóvenes y no tan jóvenes paseando por la calle, o bien estacionados mientras esperan un medio de transporte, o sentados junto a otros comensales, y qué sé yo cuantas otras muchas situaciones, impregnados del mundo virtual de un aparato, que por supuesto su utilización y aprovechamiento goza de muchas ventajas, no seré yo quien vaya a negarlas, pero también es cierto que priva de la comunicación real, cara a cara, mirándose a los ojos, y de ese tiempo de ocio que antes ocupábamos en la lectura. En esto último quería entretenerme hoy un ratito.

Quiero decir con ello que la gente más joven ya no lee?, por supuesto que no. Estoy segura que son muchos los que lo hacen, aunque también sé que no son pocos los que responden que comparado con otros entretenimientos, la lectura les resulta aburrida, que hay palabras que desconocen su significado, que mejor matar el tiempo con una tableta o un teléfono inteligente. Por eso he utilizado una obra de Cervantes, como el Quijote, para de alguna manera, colaborar en que no se pierda el hábito de leer un libro y lo quiero razonar de alguna manera.

Un primer argumento sería comentar que todo escritor tiene un propósito principal a la hora de escribir su libro, que puede ser psicológico, didáctico y sobre todo personal. Averiguarlo por parte del lector es todo un desafío mental que nos ayuda a crecer humanamente. Tras la lectura de su obra, deducimos que Cervantes la escribió para parodiar los libros de caballerías, esas inolvidables y fantásticas aventuras donde un caballero vivía impulsado por su afán de notoriedad y por el amor a una dama, un caballero que además tenía la misión de proteger a los indefensos y perseguir la injusticia. Y lo comprobamos por la sátira que el autor hace de las absurdas y peregrinas fantasías que se desarrollaban en este tipo de novelas. Y si profundizamos algo más, nos damos cuenta que Cervantes también critica de alguna manera la sociedad de su tiempo que parece vivir en una constante confusión entre ficción y realidad, que contemplamos en el protagonista que ha leído tantos libros que no sabe distinguir lo fabuloso de lo real.

Pero el Quijote es una obra universal que supera los límites de la parodia. Así, existen muchas interpretaciones que se complementan y que pueden dar una idea de su profundidad significativa. Muchos han visto en ella el reflejo de su autor, inclinado durante un tiempo a la vida heroica y movido por un idealismo que luego se vio frustrado. Para otros autores el Quijote también refleja la España de su tiempo que se desmorona; representa una nación guiada por ideales caducos. Otro argumento, que en cierta manera nos humaniza, consigue que indaguemos en la naturaleza del ser humano visto por Cervantes, quien dota a sus personajes de una compleja dualidad, lo mismo están ocupados en soñar como en satisfacer las necesidades básicas; a don Quijote lo vemos como un loco, pero también un ser juicioso y que razona. A Sancho igual lo vemos como materialista que como bondadoso, unas veces resulta simple y en otras muestra gran inteligencia natural. Algo tan inherente a la naturaleza humana como la frustración lo vemos perfectamente retratado en esta obra y es que en sus personajes se resalta el contraste que supone interpretar la vida como uno quisiera que fuese y como es en realidad.

También la locura tiene un papel importante en la obra. A ella acuden muchos de los protagonistas que si bien no se entregan a ella, parecen necesitarla, como Sancho que quiere creer en la ínsula y los duques que buscan la imaginación para hacer más llevadera su rutina. Qué ocurre cuando la ensoñación y la locura desaparecen?, pues que la figura de don Quijote ya no tiene sentido y la continuación de la obra tampoco y así concluye. Una cierta dosis de sabiduría de la vida, de conocimiento de las relaciones humanas, de profundidad en su naturaleza, no vendría nada mal a la juventud actual tan comprometida con el mundo electrónico y virtual y qué mejor lugar para encontrarla que en la lectura.

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Acojo

Acojo el nuevo día, el sol de la mañana, el despertar de los niños para recibir sabiduría. Acojo el canto del gallo, el café hirviendo de deseo, los buenos días a todos. Acojo el agua que baña mi cuerpo, que limpia mi boca, acojo el beso del aire que es el mismo aire de Venus y los anillos de Saturno. Acojo y me acojo. Acojo tus ojos, la música de tus labios llenando de saliva mi nombre; acojo el horno de tu corazón y la fuerza con que ordenas “levantarse” a todos los muertos. Te acojo y regalo todo lo que acojo.

Acojo la voluntad que me ordena morirme y ver morir al otro y a los otros. Acojo la palabra nacimiento y el nacer de nuevas esperanzas y nuevos ahíncos. Acojo el arroz, la chicha y el dragón de agua que me regalo mi madre el día de todos los santos. Acojo el día que cumplí dos días de nacido y me regalaron un avión que se desarmaba y nunca más volvió a ser lo mismo. Acojo cuando te echas en mis brazos y puedo ofrecerte a la noche, a la dulzura de la sombra y a la mesa convertida en árbol de uvas.
Acojo el tiempo no vivido, lo que no ha podido hacerse, acojo a los que ya me olvidaron, los que salieron por la puerta trasera y huyeron por la puerta invisible. Acojo la oportunidad que nunca llego, la promesa que me hice mirando las estrellas, acojo mi pereza tu pereza la pereza del altísimo cuando ordeno que me pongan aquí.

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