5 octubre, 2024

Inmunidad, impunidad o inmundicia.

Tres palabras distintas, obviamente tres conceptos diversos.
Sin
embargo, desde mi punto de vista, el reflejo claro de una sola realidad:
Revolución Ciudadana.

La INMUNIDAD es un privilegio constitucional que tienen los
parlamentarios, congresistas, diputados o asambleístas, como se los
quiera llamar, conocido en Inglaterra con el nombre de FREEDOM
FROM ARREST y en Francia como INVIOLABILITÉ, en virtud del cual no
podrían ser detenidos (salvo el caso de flagrancia), ni PROCESADOS sin
autorización del Parlamento, congreso, cámara, Asamblea o cualquiera
que sea el nombre, a fin de evitar de que se los persiga y se les impida
el ejercicio de sus funciones por motivos políticos.

En el Ecuador no ha sido eliminada, como sorprendentemente mal lo
asegura el Presidente de la Asamblea, pero tampoco es completa o total;
no significa que esté prohibido o se impida enjuiciar a un asambleísta,
es una prerrogativa que obliga a estudiar cada caso en particular que
sea requerida la autorización de enjuiciamiento por juez competente,
precisamente para salvaguardar el ámbito y alcance de las funciones de
legislar y fiscalizar de los asambleístas.

Sin embargo, en el Ecuador revolucionario, una jueza terminó borrando
cientos de años de historia jurídica de un plumazo, al procesar sin
autorización de la asamblea nacional y sentenciar a un asambleísta
a pagar prisión y multa por un supuesto delito de injurias contra el
Presidente, Rafael Correa.

Preocupa mucho que aquella dama de los ojos cubiertos que sostiene
una balanza actúe de forma tan visiblemente dirigida, pues para casos
de supuestos actos de corrupción del gobierno la IMPUNIDAD es la que
reina, pues no veo que avancen los procesos contra el primo Pedro o
el ministro come cheques, tampoco he leído sobre responsables en los
casos de las ambulancias y los chalecos con sobre precios, las viviendas
con techos voladores, se archivó el juicio por la liberación del violador
que fue premiado por la Corte Cervecera y muchos otros casos más
olvidados por los promotores del prohibido olvidar.

Preocupa además, que el Presidente y demás funcionarios utilicen a la
justicia para saldar cuentas con opositores de un gobierno cuyo principal
discurso ha sido el de borrar las malas prácticas de gobiernos pasados,
entre ellos la judicialización de la política. Más allá de que quienes
manejan la reestructuración de las cortes y su nueva conformación han
sido empleados directos de este régimen en algunas carteras de estado.

Pero preocupa mucho más el precedente que esto marca y el mensaje
que la sentencia lleva implícita, para asambleístas amigos y enemigos
por igual, pues si algo no le gusta al gobierno, tengan o no razón, podrán
y serán enjuiciados.

Definitivamente es un cambio de época, y para mal, pues en otra época
no hubiéramos permitido tantos abusos de poder. Creo que es hora
que despertemos del letargo, no vayamos a terminar como Venezuela,
porque tener a una Asamblea timorata y a una justicia subyugada es un
signo de INMUNDICIA que ni toda la carga publicitaria de ciclistas con
banderas de Ecuador, cantos del Che Guevara y música de los Beatles
podrá borrar.

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Anécdotas del Ayer: Abdalá y Yo

En estos tiempos donde para mí el ayer pesa más que el hoy o el mañana, me entretengo contando episodios de mi vida que no calzaron en mi libro ¡VALIÓ LA PENA? y que pronto estará en circulación.

Respaldado por su hermana Martha, primera dama y esposa del Presidente Roldós, Abdalá ocupó la Intendencia del Guayas cuando tenía apenas 28 años de edad. Como representante legal de la empresa fui citado a comparecer bajo el cargo de haber subido los precios de los juguetes. Estaba ya muy cercana la Navidad y una clausura resultaba fatal. Entré a su despacho acompañando al dueño de la empresa y nos hizo sentar a su lado izquierdo y derecho respectivamente detrás de la mesa que daba frente a las múltiples cámaras de televisión. Dio una alocución vehemente; ¡no voy a permitir especulación de ningún tipo gritaba, una y otra vez! Y su puño golpeaba la mesa con furor. Tres minutos sufrimos de escarnio mediático, luego de lo cual ya una vez a puerta cerrada nos dijo; no se preocupen, sigan no más y disculpe la molestia don Pepe y con una palmadita en la espalda nos despidió muy educadamente. Salimos y les esperaba el turno a los señores que producían aceite comestible que entraron acompañados nuevamente de las cámaras de televisión.

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  1. Excelente artículo. ¡Bravo! ¡Así se habla!
    Están pasando tantas cochinadas en esta dictadura, que ya la gente ha perdido la facultad de asombrarse.
    Nadie estará jamás a salvo. Aquellos a$ambleístas que hoy aplauden y celebran, mañana serán las próximas víctimas. En dictadura todos, sin excepciones, corremos riesgos. Hasta cuándo se va a aguantar tanta sinvergüencería .. Los buenos tienen la palabra. Recuerden que somos más.

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