12 octubre, 2024

Voto Militar

El derecho al voto en nuestro país tiene su historia, inicialmente estaba
circunscrito a una pequeña elite de ciudadanos privilegiados que poseían un
caudal en metálico que estaba expresamente señalado en la Carta Magna.
La mujer también estaba excluida, el argumento para negarle el derecho al
voto era que iba a ser influenciada en su decisión, por su marido o por su
confesor; luego de largas luchas, recién en 1929 se consagra este derecho a
favor de la mujer.

Para otorgarles este derecho a los ciudadanos analfabetos fueron necesarios
largos años de discusiones; se esgrimieron argumentos hasta disparatados
para negarles el voto, simplemente eran ciudadanos de segunda con
obligaciones pero sin derechos.

El derecho al voto de los militares en servicio activo lo ejercen en la
mayoría de países Latinoamericanos; en Ecuador este derecho se consagró
en la Constitución de Montecristi en 2008, el voto para los miembros
de FF.AA. y Policías es facultativo; con este derecho, los uniformados
se integran directamente al convivir democrático, a las decisiones
trascendentales del país, y a elegir sus mandatarios; cuidando que este
derecho no sea manipulado y que el virus nocivo de la politiquería no pase
del umbral de los cuarteles.

En Chile se estableció este derecho sólo para oficiales en la Constitución de
1925 y para la tropa, incluidos los conscriptos, desde 1980. Obviamente los
militares están severamente prohibidos de realizar proselitismo político,
peor participar en campañas electorales, dentro y fuera de los cuarteles.

Con justa razón se ha dicho “Lo correcto es impulsar que los militares
ejerzan su actividad política en forma transparente y que su participación
se rija por reglas institucionales y que el derecho ciudadano de elegir lo
ejerzan sin privilegios”.

En realidad, a lo largo de la vida republicana, los militares
Latinoamericanos han sido “actores políticos”, ya sea en la defensa del
sistema vigente, en el desarrollo económico y hasta en la toma del control
del Estado ante la debilidad de las instituciones civiles democráticas.

El ciudadano-soldado tiene en sus manos una poderosa arma de la
democracia, el voto; es corresponsable de la suerte del país, por esa razón
debe estar alejado de las disputas políticas, las instituciones del Estado son
las que deben solucionar los problemas que afectan a la vida política del
país. De manera que en el manejo de los asuntos políticos del Estado es
tarea extraña a los fines de la institución militar, que tiene la obligación
ineludible de subordinarse responsablemente a los poderes totalmente

constituidos, porque las FF.AA. no son poder constituyente ni destituyente
de las autoridades que el pueblo libremente ha elegido.

Los soldados y los policías, con su voto tiene la oportunidad de elegir
como Presidente a un estadista que los respete, con liderazgo, participativo,
tolerante, respetuoso de la Constitución y las leyes, sobre todo democrático.

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