25 abril, 2024

¿Qué puede ser tan seguro?

Puede el ser humano estar rodeado de seguridades, construir una verdadera prisión en torno a si. Preso de sus temores y carcelero de su propia vida, da a la angustia mil nombres y le pone mil caras que parecieran ser la encarnación del peligro.

La historia de la humanidad ha sido silenciosa testigo de cómo han caído al precipicio de lo inimaginable, celebridades, estrellas del arte, príncipes, reyes, magnates, políticos, santos y pecadores. Gente común, gente única, gente exclusiva, todos vamos a lo mismo.

Desde que el hombre y la mujer nacen, deben tener una seguridad, ninguna otra es tan verdadera: un día, hoy, mañana o cualquier día, vamos a morir. “Polvo eres y en polvo te convertirás”. Tras saber que esta es la única afirmación segura, ¿por qué temer al dolor, a la enfermedad y a la muerte? Sería mejor aprender a desprendernos de la angustia por lo inevitable.

Se afirma que la angustia no es otra cosa que el miedo a la pérdida. Perder a un ser querido, perder una situación, una posición, perder el trabajo o perder dinero. Perder la vida. Eso es lo que en otra palabra, llamamos angustia. Pero por mucho que suframos o por mucho que nos angustiemos, igual da, un día “nos vamos a perder”. No estaremos más en este mundo y con nuestra propia pérdida, dejaremos todo lo demás que ha conformado nuestra vida. Lo más y lo menos importante. Lo más amado y lo menos querido. Lo más y lo menos y lo más o menos. Todo lo hemos de dejar.

Concientizar esta verdad, no quiere decir vivir planificando la muerte, quiere decir, planificar la vida en el camino hacia la muerte. A sabiendas también que en sí, la muerte no es real, no existe. Es un cambio de estado, es una transformación. Morir es pasar de una vida a otra vida, que será más bella, mejor que la que queda simbolizada en la muerte. Lo que depende de cómo hemos ido viviendo en el camino. Es un paso, que puede ser doloroso o no, según como nos hemos atado o desatado de nuestras posesiones terrenales. Desatarse de lo terreno es liberarse hacia el infinito. Dejar la seguridad que hemos construido, la casa edificada sobre el lodo, para poner nuestra absoluta confianza en Dios.

Tenemos esa maravillosa, dulce, y sin duda única salida, para vencer la angustia y darle al dolor y a la alegría un significado más práctico, más verdadero, real. En una época que para la mayoría de los ecuatorianos conlleva la idea del ayuno, es necesario conocer su auténtico significado: ayunar es desprenderse. “Es el signo externo de una realidad interior.” El ayuno no es otra cosa que nuestro esfuerzo interior por dejar algo que nos ata.

Ayunemos de nuestra angustia. Esforcémonos por ser mejores seres humanos cada día. Que nuestra oración diaria sea la vivencia de la apertura y la alegría, que nuestra caridad sea la irremplazable limosna del amor.

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  1. Gracias por estas reflexiones tan necesarias y oportunas. Admiro mucho la forma tan humana y sencilla que ud. tiene de decir lo que a todos nos toca.

  2. Bonita reflexión sobre el ayuno. La vida es apenas un «ratito», como dice una amiga. De modo que, para gozar de la vida eterna que nos tiene prometida Dios, es indispensable vivirla a plenitud, perfeccionándola cada día; no para llegar a la Santidad, sino para ser mejores seres humanos.

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