23 abril, 2024

La Paz – Parte I

En esta época del año nos sensibilizamos y deseamos PAZ a todos nuestros amigos y conocidos, quiero aprovechar para recordar parte de la compilación y edición que hiciera Pacifistas Sin Fronteras “ LA PAZ EN MAXIMAS” expresadas por personajes en diferentes países y regiones.

ORIENTE MEDIO

Madre Teresa de Calcuta

La paz comienza con una sonrisa

Pienso que nosotros en nuestra familia no necesitamos bombas ni pistolas para lograr la paz; solo juntarnos, amarnos unos a otros, traer esa paz, esa alegría, esa fuerza de la presencia del otro a la casa. Así seremos capaces de sobreponernos al mal que existe en el mundo.

Joumana Haddad

Tengo que creer que un mundo de paz es posible ya que soy poeta y la poesía para mi es sobre todo el deseo de la paz interior, pero también la paz en el mundo.

El Talmud

La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa

Moshe Dayan

Si quieres la paz, no hablas con tus amigos. Hablas con tus enemigos

Itzjak Rabin

Solo hay un medio extremo para santificar la vida humana. Esa única solución radical es la paz verdadera
Estamos en plena construcción de la Paz. Los arquitectos y los ingenieros de esta empresa están trabajando incluso mientras nos reunimos aquí esta noche, construyendo la paz, capa a capa, ladrillo a ladrillo. La obra es difícil, compleja, exasperante. Un error podría derrumbar toda la estructura y llevarnos al desastre.

Kahil Gibran

Salvaguardar los derechos de los otros es el fin mas noble y hermoso del ser Humano

Serj Tankian

Primero luchábamos en contra de los paganos en nombre de la religión, luego contra el comunismo y ahora contra las drogas y el terrorismo. Siempre cambian los pretextos para dominar al mundo.

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loco rumbo a la noche, Twitter trajo a mi desasosegada mente que esperaba la atención
de un funcionario público, la infausta noticia de la muerte del hoy por hoy más preclaro de
los jesuitas que la Compañía se preció en decir “es de los nuestros”.

Habrán sido dieciséis o diecisiete años la edad. El lugar sí lo recuerdo perfectamente:
un viejo árbol plantado a las afueras de la biblioteca del colegio Javier de los jesuitas
guayaquileños. El bullicio del primer y segundo recreo hacía mutis para mí. Ensimismado
en una apasionante lectura me encontré a lo largo de varios días con mi cabeza metida
entre las páginas de una preciosa obra: “¿En qué creen los que no creen?” Un intercambio
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registros de la Compañía de Jesús italiana. Allí conocí a Carlo María. Eco ya había pasado
por mis manos con “En el nombre de la rosa”.

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