26 julio, 2024

Conciencia ante el cambio

La revolución, llámese ciudadana, socialista, marxista, alfarista, significa que se tratará de lograr un cambio, no siempre pacifico para ir hacia un nuevo contrato de asociación entre los miembros del estado.  Han existido muchas revoluciones a lo largo de la historia de la humanidad, no siempre ha tenido ese nombre, pero han significado eso.

La más famosa, La Revolución Francesa, cuyas premisas principales fueron entre otras, Libertad, Igualdad y Fraternidad, para llegar a esa primero le cortaron la cabeza al Rey y a su esposa, condenándolos en un remedo de juicio que estaba imbuido de la llamada legitimidad por ser la voluntad popular, pero por eso no fue menos ilegal, puesto que se hizo el juicio antes que la gran reunión de los cabildos y que el pueblo establezca cual era el modelo jurídico a seguir.

Muchos ecuatorianos estamos ante una encrucijada, por una parte estamos concientes de la necesidad inmediata del cambio, para romper las cadenas con las cuales en moderna esclavitud nos ataron los partidos políticos a la voluntad de los seis propietarios de esos huasipungos, remedos de agrupaciones partidistas, que llegaron a convertirse en Latifundios y que por los malos manejos se volvieron a reducir.

Esos ecuatorianos que no coreamos en ningún momento los himnos de los partidos, que permanentemente hemos sido marginados por esa misma circunstancia, vimos con cautela como se alzo con el triunfo Rafael Correa, en el fondo estábamos disfrutando una expectativa de transformación, pero como ya hemos sido engañados preferimos mantener una prudente espera.

uego vino el cumplimiento de la primera promesa de campaña, alentadoramente dijimos bueno, va caminando. No se nos dio la oportunidad de disentir o de mejorar la propuesta, solamente teníamos que decir si o no, esa es una pregunta con respuesta preestablecida, era lógico que se apruebe, toda una gran mayoría en el país quiere el cambio, solo los suicidas no lo quieren, pero, valga la aclaración queremos el cambio con libertad. 

Probada la Asamblea, bajo un estatuto ilegal, amparado bajo el slogan de la legitimidad (que yo sepa es legitimo solo aquello que nace de la ley) nos fuimos a ella, tercio como gran candidato el Presidente, como era lógico triunfó, con la fuerza del poder y el proyecto de cambio, que repito lo queremos todos. Ahora estamos en la Asamblea, en la que, el mismo estatuto ilegal lo vuelven a pisotear y rompen la legitimidad pretextada con el argumento de la reforma del marco institucional del estado y dejan de lado su obligación central, la de hacer la constitución para dedicarse a crear leyes, que de paso tienen formatos sospechosos de que se tratara de usarlas como medios de presión en contra de cualquier disidente.   Estos hechos la están situando al mismo nivel que el desprestigiado congreso disuelto al ritmo de unos dudosos plenos poderes.

Lo curioso, valga el paréntesis en esta parte, es que se han utilizado permanentemente los métodos de la vieja partidocrasia a la cual se quiso desbancar, adicionalmente se esta judicializando al control de la oposición, lo cual es exactamente lo contrario de lo que se esperaba.   Y a mi no me pueden decir que   no critique a los partidos cuando lo hacían, si lo hice y fui de los pocos, lo que me ha valido una clara persecución.   

Se que esta posición, la que llamo tercera o la verdadera del pueblo, porque le niego categoría de tal al asalariado que arremete por diezmos a los que están en contra del  amo de turno,  para eso tienen la vieja y la nueva partidocrasia a matones e invasores de tierras, guardaespaldas, etc., que son los que trataran de ponernos en vereda a quienes cometemos el pecado de disentir en la forma o manera de hacer el cambio o por pedir que este sea apegado a las mas estrictas normas de libertad.  

O mas inteligentemente, usarán el pretexto de los impuestos y al mas puro estilo de la vieja partidocrasia, la nueva encarcelara a los disidentes en el remedo de un moderno estado copiado a los viejos y totalitarios de los años 60, que ya no tienen actualidad ni entre los del mismo credo. 

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No participar en el Contencioso de La Haya que el Perú ha entablado contra Chile es un error histórico de posibles graves consecuencias para los intereses de nuestro país. La Cancillería ecuatoriana se equivoca al seguir el juego a los deseos y planteamientos de la del Rímac.

El presidente peruano Bustamante y Rivero, mediante Decreto Supremo 781 del 1.° agosto de 1947, estableció que la soberanía marítima se fijaba “siguiendo la línea de los paralelos geográficos”. La Resolución Suprema 23 del Gobierno de Manuel Odría, en 1955, reiteró lo anterior, que la soberanía marítima peruana estaba limitada “por una línea paralela a la costa peruana y a una distancia constante de esta, de 200 millas náuticas. De conformidad, con el inciso IV de la Declaración de Santiago, dicha línea no podrá sobrepasar a la del paralelo correspondiente al punto en que llega al mar la frontera del Perú”. En Nota Diplomática del 5 de Agosto de 1968, el Perú reconoce a Chile “las marcas de enfilación que materialicen el paralelo de la frontera marítima”.

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