26 abril, 2024

Lo que no se ve; que yo veo.

Para evaluar la personalidad y el carácter de una persona; se estudian dos tipos de lenguajes: El verbal y el no verbal.

El primero parecería ser el más importante de todos, ya que traduce mediante las palabras, la circunstancia y los pensamientos íntimos de quien analizamos. Sin embargo no siempre es así, ya que todo lo que nos diga quién estamos analizando, puede ser mentira o expresado de acuerdo a las conveniencias del interlocutor.

Es por eso que el lenguaje más importante es el no verbal; es decir la actitud, los gestos, y la expresión corporal del individuo. A través de la exploración de este segundo factor,  encontraremos los sentimientos y las intensiones que traducen el verdadero yo de quien exploramos.

El día 20 de Septiembre en el noticiero de canal 5, se presentó un video donde se mostraba al presidente en un acto público en la ciudad de Loja. En dicha concentración el alcalde de la ciudad reclamó públicamente al mandatario por el incumplimiento de lo ofrecido seis meses atrás. Mientras el alcalde reclamaba, el presidente transformaba en su rostro las sonrisas por una cara de disgusto escalofriante. Su cara lucía furiosa con las mandíbulas cerradas, mientras un gesto de desdeño y menosprecio se hacía evidente contra quien le reclamaba. Frunciendo su ceño y arqueando sus cejas, se levantó de su silla y en tono airado, altanero y agresivo, arremetió contra el alcalde al cual mandó a callar, para luego regresar disconforme y contrariado a su lugar.

Pocos momentos después, mandó a desalojar a una periodista que tuvo la valentía de acercársele para también reclamar.

Si analizamos estos hechos bajo las dos variables descritas, encontraremos a un presidente que no puede frenarse, ni sabe callarse.

En el video reacciona con irritabilidad y hostilidad para embestir furiosamente contra quien no lo complace. Su lenguaje es chabacano, vulgar y soez. Evidencia una intolerancia extrema como expresión visible de una personalidad agresiva que reacciona  desproporcionadamente frente a cualquier estímulo por pequeño que fuere para tan exagerada reacción.

Lo que vi en la televisión evidencia a un hombre inmaduro de conducta impredecible, confrontativa y belicosa. Si analizamos el contenido de sus palabras, encontraremos a una personalidad radical, extremista, sobrevalorada de sí mismo. Estamos frente a un ser vanidoso y prepotente sin límites. Vemos también a un individuo sobrevalorado que no le importa desalojar, pisotear o denigrar a quien sea, si considera como ofensa lo proveniente de alguien que no piense como el, ya sea hombre, mujer o periodista.

Si analizamos su lenguaje no verbal; es decir su expresión corporal, encontraremos a un personaje cuyo nivel de agresividad, confrontatividad y violencia es incontrolable. Su cara, sus gestos y la imposibilidad de ser tolerante lo llevan irrefrenablemente a levantarse para injuriar, lo que demuestra claramente para quienes somos expertos en la materia, que es un individuo altamente peligroso en sus reacciones, puesto que llega a situaciones insospechadas de abuso y autoritarismo.

En lo que vemos, de la aparente alegría llena de sonrisas y dichas, cambia fácilmente a la agresividad y la violencia.

Por el análisis de sus expresiones en este reportaje, se concluye que el mandatario tiene una personalidad agresiva, intolerante e incontrolable, que no es susceptible de tratamiento médico, ni podrá ser cambiada jamás.

Lo preocupante de todo, es que alguien con estas características tenga en sus manos la fuerza, el poder, la constitución y el control de las instituciones del estado, ya que la consecuencia lógica del uso y abuso de todo esto derivará en el autoritarismo, el totalitarismo y la tiranía.

Así como van las cosas; no debemos preocuparnos por el futuro…¡gracias al presidente, la violencia ya es de todos!

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Nuestras 19 constituciones anteriores, sumadas a las buenas intenciones legislativas de muchas dictaduras militares que normaron por Decreto a su antojo y que se fueron intercalando desde que somos república, nos hace ver con claridad que una norma fundamental o la legislación en sí, no logran cuajar buenos resultados. ¿Por qué ahora debemos poner tantas esperanzas en la Constitución vigésima, peor si es tan extensa, reglamentaria e impuesta bajo las no ocultas intenciones de perpetuar al menos por una década a Rafael Correa, un inesperado personaje cuya personalidad parece trastornada cuando algo se sale de su entender o parecer?

Yo soy un jurista frustrado. Cuando cursaba el quinto año de derecho, durante ocho meses intentamos aprender y entender un extenso y enredado articulado de una flamante Ley de Cheques puesto en vigencia por la dictadura de los años sesenta. Terminado el curso, en cosa de dos semanas, fue derogada esa ley por Decreto, debido a la sintaxis, extensión, e incoherencia. Luego de ser un enamorado del Código Civil vigente en aquel entonces y redactado y pulido por un poeta como lo fue el chileno Andrés Bello…

No hay comentarios

  1. Mickey tu tienes toda la razòn…tu criterio es profesional y acertado. A este ciudadano no se le puede creer nada.Dice una cosa para luego hacer lo contrario. Su odio a Guayaquil es viceral…su deseo es destruir lo establecido para luego como redentor entrar a «resolver» los problemas. Eso quiere hacer con la economìa ecuatoriana…destruirla para culpar al Dòlar y cambiar la moneda.
    Los guayaquileños debemos de dejar a un lado nuestra comodidad y salir a defender lo nuestro…lo que se ha hecho con nuestros impuestos y esfuerzo.
    Los dèspotas no tienen ni han tenido nunca, vocaciòn democràtica.
    Gracias Mickey por tus tan acertados pensamientos.
    Adelante!!

  2. Desgraciadamente a pesar de estar consciente de lo que estamos recibiendo de este personaje, NADIE se atreve a refutarlo, ya que sabemos que asi tengamos la razon el no permitira que nadie le lleve la contraria.
    Ademas quisiera que me digan que pasa con nuestro alcalde que se ha quedado callado,
    Para muchos de nosotros,en el esta nuestra esperanza,de no seguir cayendo en el fango.

    ojala no nos equivoquemos.

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