26 abril, 2024

El reinicio de las clases presenciales

Desde que entré a la escuela (tengo 76 años), y durante todos mis años como Pediatra (ya cumplí 51), todo el tiempo ha sido igual. La desesperación de las madres porque su hijo no pierda el primer día de clases! Es lógico! Para que conozcan a sus compañeritos, a sus profesores, el aula, etc. luego de unos tres a siete días un 30% de los compañeritos faltan a clases, porque se contagiaron con gripe, de los que fueron enfermos el primer día de clases. Esto ocurría cada inicio de clases.

Este año, con el COVID-19, todo se trastocó. Las clases son por zoom, o por algún otro medio electrónico, y por lo que oigo y veo, al menos en la ciudad, los alumnos y los maestros están satisfechos.

No sé cuánto afecta el problema en el campo o en las zonas que no son cubiertas por Wi Fi, de modo que no puedo opinar sobre eso. Además las fallas en la cobertura y la señal de diversas operadoras, debe agravar el problema.

Otro problema es el familiar. Madres que trabajan y dejan a sus niños en el Colegio. Estos ahora se quedan en casa y alguien tiene que cuidarlos.

En verdad el COVID-19 ha cambiado la vida del mundo! Conviene meditar e ir buscando adaptar la vida familiar, a los cambios que hay que hacer, conservando los valores y haciendo que prevalezca la moral y las buenas costumbres.

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El cultivo

La palabra cultura ha tenido distintas definiciones en el recorrido de la
historia, aunque todas tienen una idea común: “cultivar”.

Partiendo de lo anterior, tenemos el criterio de que cultura es, de alguna
manera, sinónimo de cultivo. Qué cultivemos y qué no, es cuestión de cada
uno y del grupo humano al que pertenece.

Cultura significa, excelencia en el gusto por las bellas artes y las
humanidades; a esto también se conoce como “alta cultura” No es lo
mismo “alta cultura” que “alta costura” por muy altas que sean las modelos.
No siempre lucir un lindo traje es igual a lucir una exquisita cultura.

¿Negocios Vinculados?

El Superintendente de Bancos ha expresado con mucha firmeza, que “el
banquero solo puede ser banquero”, y que no puede dedicarse a vender “telas”
o “licuadoras”.

Dicha afirmación no solo es lógica y correcta, sino que además, ese fue
justamente el espíritu de la disposición constitucional que prohíbe a los
banqueros tener “inversiones en sectores ajenos a su ámbito”.
Esta disposición debió ser acatada el año pasado, por parte de todas las
instituciones del sistema financiero, y la Superintendencia de Bancos y
Seguros tenía el deber y la obligación de controlar que dicho Mandato se
cumpla.

Hoy, casi un año después, únicamente por el “cierre” de un Banco y por las
investigaciones de la Fiscalía y la Superintendencia, se revela que las tiendas
vinculadas mantenían un “supuesto nexo con el principal accionista del Banco”,
a pesar de la aparente “venta” a un grupo Suizo.

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