26 abril, 2024

A Armando Baquerizo Carbo (+)

A Armando , lo conocí hace muchos años, fue mi profesor de Inglés, en el Colegio Javier, perfectamente bilingüe, muy jovencito, elegantemente vestido y muy estricto.

Eran épocas estudiantes, donde muy pocos se entusiasmaban por conocer otra lengua, fuera de la materna (español).

Mi curso, tenía dos compañeros bilingües: Walter R. Spurrier y Andrés (Pelusa) Crespo Reinberg, y unos cuantos interesados en este idioma: Jorge Pino V., Guillermo Arosemena A., Alejandro Bueno C., Enrique Baquerizo. Para el resto, era – equivocadamente, en mi concepto- una perdedera de tiempo.

Armando, dejó la cátedra para hacerse cargo, del negocio de sus padres: Don Armando Baquerizo Gomez y Doña Maria Carbo Arosemena. Un establecimiento de perfumería y de agenciamiento de otros productos para el cuerpo y de ropa fina para caballeros.

En los iniciales competencias deportivas del Tenis Club, -olimpiadas-, muy famosas y concurridas -de jóvenes y jovencitas de la época y unos ya no tan jóvenes-, intervine en un torneo de futbol interior (una especie de Indorfutbol, pero en cancha abierta), sobre una de las canchas de tennis (la principal, con galerías) y forme un equipo junior, con Jorge Baquerizo (ex Javeriano y hno. de Armando), con Jorgito Ponce, Cheché Macchiavello y algunos más (que no recuerdo).

Armando, en su Almacén, representaba los productos SHUTON, y nos aceptó patrocinarnos, con ese producto (nombre de los uniformes) y así intervinimos.
Nos fue muy mal, pues en esa época, se jugaba todos contra todos. Ante las lesiones de los más jóvenes, con el tiempo se establecieron varias categorías. Junior, Senior y Masters. Lo cual eran más llevaderos los juegos, por cuanto los equipos se enfrentaban entre contemporáneos.

Esos son los recuerdos de juventud que tengo de Armando. Dejo el Comercio para convertirse en ejecutivo exitoso de empresas comerciales importantes de la ciudad de Guayaquil.

Tampoco la política, le fue ajena, habiendo ocupado el delicado puesto de Ministro de Estado, en la Cátedra de Gobierno, durante la Presidencia del Dr. Oswaldo Hurtado; previamente, como subsecretario de Comercio Pesca e Integración, en Guayaquil. Concejal en la Alcaldía del Alcalde Vilaseca y Jefe Político del Cantón Guayaquil, y Cristobalismo, con estudios colegiales en USA.

Ya entrado en años, prestó sus servicios en la J.B.G. (Junta de Beneficencia de Guayaquil), como miembro del Directorio, primero y luego como Administrador General de dicha institución por 15 años, (2000 al 2015). Fue también Presidente del famoso Comité de los Ceibos.

Casado con Margarita Barriga Pino, escritora de Cuentos Infantiles, y de enseñanza de lecturas para niños, fundaron una pequeña librería. Toda la bibliografía religiosa católica se encontraba entre sus textos, librería que con los años creció, con todo tipo de textos: (religiosos, académicos, culturales y científicos), cuyo lugar se encuentra en la actualidad en el Centro Comercial, ubicado frente al Policentro.

Además, Armando, fue Dirigente Deportivo en la disciplina del Béisbol.
Durante su matrimonio con Margarita, su tiempo libre, lo dedicaban a la Consejería de grupos de formación matrimonial de Guayaquil.

Siempre me llamo la atencion este matrimonio, yo los consideraba extemporáneos, por cuanto el número de hijos, razonables de esa época, eran de 3 o quizas 4, no mas, pero Armando y Margarita tuvieron y tienen 8 hijos; 3 chicas y 5 varones; todos bien formados y personas de bien.

Hace unos 20 años, Andrés -el mayor de los varones-, contrajo matrimonio con mi sobrina politica Adriana Von Romberg Romero, con quienes procrearon 4 hijos (3 chicas y 1 varón); maravillosos.

Por esta circunstancia familiar, nuestro contacto (de Coca y mío), fue mayor, por cuanto, nos encontrábamos, en las clásicas reuniones familiares de los Baquerizo-Von Romberg, en su casa.

Me gustaba conversar con Armando, por su gran experiencia humana y por su extraordinaria memoria, hasta el final de sus días.

Una severa enfermedad terminal, ya advertida por su médico de cabecera, les había indicado, hace dos meses, que ese sería el tiempo que le quedaba de vida y así fue.

El lunes 11 de noviembre, falleció a los 83 años de edad (1936 – 2019).

Asistimos con Coca al velorio y entierro, en el Panteón Metropolitano de la JBG.

No menos de 1000 personas, entre familiares y amigos, se acercaron a la “Capilla Ardiente” a expresarle sus condolencias a Margarita, a sus hijos y a sus hermanos.

Descansa en Paz, Armando, junto a la gloria de Dios, y junto a tus padres y familiares que te antecedieron.

Artículos relacionados

Una Fábula de Ricos

En una mesa redonda siete comensales ricos sentados comiendo dinero. Miles y miles en billetes, montones de billetes nuevos, rosados. Perfumados a riqueza, con el signo de su abundancia; listos y ordenados para ser devorados por la poderosa avaricia. La riqueza del dinero en papeles amontonados en todos los sitios del lugar. Regados en el piso, sobre la mesa, debajo, colocados sobre los escritorios. Bailando en el aire, pegados sobre el tumbado de mármol, en forma de columnas dividiendo las paredes y las paredes llenas de dinero sosteniendo las distancias y el tiempo, de los enriquecidos sin límites. Sentados sobre sillas de oropel y pergamino, en una mesa formando un abismo negro de oro para ser ingeridos por los siete exclusivos millonarios reunidos, quienes al no saber qué hacer con tanta riqueza en vida, han resuelto gastarlo todo comiéndoselo, tragándolo, sin importarles cuánto ni porqué ni para qué. Porque es lo único que hasta ahora nadie había intentado hacer y ellos decidieron lograrlo: sentarse a comerlo hasta morir. Del plato a la boca, sin mediar nada más, sin importar la digestión ni algún malestar que pueda ocurrir. Es más: morir comiendo dinero, eso es lo que quieren, eso es lo que van a hacer, eso es lo que están haciendo. Nada más les ha importado en la vida: hacerlo, ganarlo, multiplicarlo, quedárselo, guardarlo y ahora ya viejos y exóticos, sintiendo la ironía de la muerte cerca y al no poder vivir para siempre, ante la imposibilidad de ordenar que les metan su ambición en el cofre mortuorio y llevárselo al más allá, para contarlo y volverlo multiplicar, entonces morirán comiéndolo, para que a nadie les sirva, para no repartirlo, para que se pudra con ellos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×