25 abril, 2024

La vorágine por la fortuna

Definitivamente, el valor de la vida, para la inmensa mayoría, es monetario. Todo lo que tienes, se valora en billetes. Tú no vales por lo que haces, sino por cuanto tienes. Tu servicio sólo sirve, si produce utilidad. Esto se ha ido acentuando cada vez más. Hace ya algunos años (ya son varios), la vergüenza impedía que esto se generalice, pero con los años y la pleitesía que se le rinde al adinerado, la gente que antes se merecía el respeto y la admiración, ahora también cede y cae. Se cumple el refrán: “Por la plata baila el perro, por el oro, perro y perra”. Da pena ver gente que antes era considerada honorable, empapelada, y buscando subterfugios legales para presumir inocencia.

Ese afán desmedido de sobresalir, de hacer fortuna en forma fácil y rápida, hace que la gente no medite, no piense cómo está logrando conseguir lo que desea. El poder es buscado, no para servir, sino para lucrar. Una de las formas más fáciles, es robando lo que es de todos, porque nadie se preocupa de lo que no es suyo, exclusivamente, por eso dicen que lo que es de todos, no es de nadie. Robar al Gobierno (que es en verdad, robarle a todos), no es robo para muchos ladrones. Conceder negocios por coimas, o ganando o permitiendo ganar concursos por dinero o pagos por debajo, tampoco. Casi todas las personas que llegan a ocupar un puesto público, no piensa en cómo voy a servir a mis conciudadanos, sino en cuanto puedo sacar de mi paso por este puesto.

La segunda forma de enriquecerse rápido,  es vendiendo el alma al diablo y fomentando, comercializando, traficando y vendiendo drogas. Las drogas producen hábito y el drogadicto depende de ellas para sentirse bien. Eso hace que esa gente haga lo que sea para conseguir la plata para comprarla, sea robando o matando. A los que comercian en eso, no les importa lo que haga. Ellos quieren el dinero, que es la razón de su negocio.

Cada avance científico abre nuevos caminos, para nuevos negocios. Hace algunos años, con el boom de las células madre, se empezaron a abrir nuevos caminos de “negocios” para hacer dinero. Mucho se ha hablado del tráfico de órganos, pero este camino se simplificó con las Clínicas de aborto y la promiscuidad sexual. Se fomenta las relaciones sexuales libres, se educa promoviendo la actividad sexual, se regalan preservativos y anticonceptivos de mala calidad, de modo que las mujeres salgan embarazadas, se crea Clínicas de aborto, para “ayudar” a las pobres mujeres que salen embarazadas sin desearlo, porque “las mujeres tienen derecho a decidir sobre su cuerpo”, pero el ser humano que se encuentra en gestación, es una fuente inmensa de dinero para los que les hacen el “favor” de librarlas de ese problema, y la vida de esas criaturas no importa. ¡Total! ¡Nadie lo ha visto, no tiene cédula, y nadie reclama por él y si alguien reclama, no le hacemos caso!

El aborto intencional, por el método que sea, no deja ni dejará de ser un asesinato planeado con premeditación, alevosía y ventaja, en el que se le quita la vida a un ser inocente, que nunca le ha hecho daño a nadie, y por nuestro egoísmo, le impedimos que viva. ¡Alguno podría haber sido una lumbrera y haber salvado al mundo, o su vida podría haber salvado la vida de sus padres o parientes, por ser el match ideal para un trasplante! A lo mejor ese ser era, genéticamente, la esperanza de vida de cualquier miembro de la familia, o del mundo.

¡Creo que necesitamos detenernos, meditar y darnos cuenta del camino que estamos eligiendo para nuestro mundo! ¡Toda la fortuna que amasamos, aunque sea bien habida, se va a quedar aquí! No la podemos llevar y de nada nos servirá al otro lado. Por la mal habida, por la lograda en mala forma, ya sea robándole al Estado, destruyendo la vida de los que se convierten en drogadictos, o asesinando niños no nacidos, inocentes, para poder negociar sus células, tampoco te la puedes llevar, aparte de que, si existe un Dios en el que no crees, tendrás que rendirle cuentas de tus actos en la tierra. Además, dejarás a tus herederos, ese dinero manchado por la ignominia, por tú perversidad, por los delitos atroces con que has destruido tu alma y tu vida.

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