26 abril, 2024

Leer y escribir, una terapia al alcance de casi todos

El título propuesto diría “de todos” pero no voy a obviar que una parte de la población mundial es analfabeta, barrera que es superable.

También podría hablar de la lectura y la grafología como terapia, ya que hacer gráficos, se puede, aun sin saber escribir, lo hicieron los hombres y las mujeres de las cavernas, gráficos que han sido interpretados en base a “una lectura” de los mismos.  Pero bueno, voy a centrarme en el tema y hablaré primero de mi experiencia.

Desde niña me gustó leer, crecí en un ambiente rodeada de libros y papeles. El primer gran libro que tuve entre mis manos, fue un ejemplar de pasta dura y gran tamaño: Cuentos de los Hermanos Grimm; le siguió a este ejemplar otro de pasta dura también, pero algo más pequeño: Corazón, de Edmundo De Amicis.

Estos autores cuentan historias complejas, unas pintan la realidad como fantasía y otras expresan la realidad como inocencia.  De alguna manera estas historias traducen al papel los sentimientos que albergan sus autores. Por eso cada historia contada por escrito, cualquiera sea el género, nos dice un poco o bastante acerca de la persona que la escribió.

Muchos cuentos, novelas, crónicas, artículos, y más, he leído desde entonces, algunas las he leído una y otra vez; otras las he dejado “para seguir leyendo después” y otras están ahí esperando su momento para ser leídas.

En el colegio solía escribir poemas de amor, también cartas y pequeños cuentos, y me imaginaba escribiendo grandes historias. Fue entre los años 2008 y 2009, cuando pasaba una etapa difícil de mi vida, en que me senté ante la computadora, con la determinación de no “levantarme de ahí” hasta no terminar mi novela. Así escribí La Librería. Poner “fin” a esa historia fue un momento de gloria y felicidad, incomparable.

La Librería, fue una terapia; puedo decir ahora que luego de escribir esa novela, algunas emociones y traumas que vivían en mi interior se fueron, ya no me molestan, ya no están, y creo que eso es porque se fueron a vivir a otro lado. Ahora viven en la novela.

La lectura es una herramienta que nos facilita, no solo enterarnos de lo que otros dicen, también nos da una “desconexión saludable” del entorno. Poder Salir por momentos de “eso” que me asfixia, de “eso” que me enferma, de “eso” que no puedo resolver, de “eso” que no logro olvidar o superar.

Me atrevo a decir que leer es una forma de meditar y de orar, ya que calma la mente de los problemas diarios que la agitan, y eleva el espíritu en busca de otros significados.

A través de la lectura puedes viajar a otras circunstancias, conocer otros “idiomas o vías de comunicación”, relacionarte con otros personajes, inclusive identificarte con ellos y experimentar lo que en la realidad no podrías. La lectura nos puede ayudar a llenar vacíos o a vaciar lo que está lleno, nos produce carga y nos estanca.

La lectura aumenta la capacidad de observación del mundo, por lo tanto, nos da amplitud mental; nos saca del cuadrilátero que a veces causa tanto daño; además es un camino de salida para el aburrimiento y una compañía en la soledad. Con la lectura viajas, sin tener que moverte a ningún lado.

El leer y hacerlo como hábito, facilita la expresión escrita.  Quien lee experimenta que puede, de repente, empezar a contar lo que le pasa o contar sus historias escribiéndolas con más facilidad y dándoles un sentido. Es una herramienta para ir encontrando el propósito de la vida. No es necesario pensar en la “forma” como se va a escribir; lo importante es lo que se escribe, y como va liberando de las ataduras de las experiencias vividas. Sean gratas o no; porque en ocasiones nos hemos quedado tan enganchados en algo bueno que nos pasó que eso mismo nos impide vivir el ahora de una manera más plena.

La terapia de lectoescritura, leer y escribir:

Nos ayuda a entendernos mejor y entender a los demás: empatía.

Es una compañía en los ratos de soledad.

Da herramientas para disolver obstáculos, encontrar la solución al problema.

Activa las neuronas y facilita su conectividad, previniendo enfermedades “de la vejez”.

Es una puerta de salida para quienes pasan por periodos de ansiedad y depresión o cualquier tipo de estrés.

Facilita la expresión y comprensión emocional; libera emociones que están cristalizadas causando daño.

Ayuda a ordenar las ideas, llegando a descubrir conflictos internos que ni sabías que existían en ti, y que influyen en tu comportamiento y relaciones.

Sobre todo: potencia la autoconciencia y el auto conocimiento.

Las emociones, pensamientos y sentimientos, quedan “capturadas” en las palabras y escritas en el papel, salen de ti, los puedes observar, afrontar y decidir qué hacer con ellos, de una manera consciente.  En pocas palabras: ¡escribir libera!

En una época invadida por la tecnología a donde la atención de las personas se enfoca sobre todo hacia lo externo y sus estímulos, olvidamos indagar, un poco al menos, en “nuestro mundo interior”. Pensamientos, emociones, sensaciones que están ahí, pero que preferimos olvidar, reprimir o rechazar. Esto genera enfermedades, ya que el ser humano es “uno”, no tiene un cuerpo físico que va por su lado, un cuerpo emocional que va por otro y una mente que divaga sola por ahí. Si no prestamos atención a lo que pasa adentro, en nuestro interior, eso se va a reflejar y lo hará como estrés, como dolor de cabeza, como hipertensión y hasta como cáncer.

No se trata de que, si sentimos o pensamos cosas malas o buenas, se trata de que son parte de nosotros y debemos darles un sentido, pero en primera instancia hay que reconocerlas, ser conscientes de que están ahí y luego ver porque nos gustan o no nos gustan y luego analizar qué hacer con ellas.

Tampoco se trata de “ahogarte” buceando en tu interior, como algunos dicen, se trata de conocerte y reconocerte y aceptar en esa introspección que eres un ser humano tal cual, con lo bueno y lo malo que viene de paquete; que sientes alegría pero que también hay cosas que duelen y otras que no logras aceptar.

El conflicto del por qué y para qué pasa esto en mi vida, debe ser resuelto. Una manera es esta: ¡escribir!, sobre tus sensaciones, emociones y pensamientos, contextualizando la situación; recordando olores, colores, sensaciones, lo que permitirá ubicar mejor la situación para saber por qué afecta.

Leer es disfrutar un viaje que otros vivieron para ti.

Escribir es emprender el viaje que te hará entender el propósito de la vida.

“Cada ser humano es el escritor de su propio drama” Swami Rama.

Artículos relacionados

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

×