26 abril, 2024

La irreverente e inoportuna realidad

Este título lo tomé de una respuesta que dio la argentina Alejandra Casado, al contestar algo sobre la realidad, en una entrevista que le hicieron en uno de sus eventos sobre Lógica Global Convergente (LGC)

Sobre LGC ya expliqué en un artículo anterior, si desean conocer del tema pueden remitirse al artículo: “El instante o la computadora, entrevista a David Williams y Carla Escudero”, o pueden encontrar información en Internet.

El asunto es: la realidad.

No siempre nos agrada y un sin fin de veces pretendemos cambiarla, y muchas veces más, a costa de sufrimiento, malestar, golpe y porrazo, discusiones, hasta llegar a la enfermedad, el desprestigio, la enemistad e incluso la muerte.

La realidad es irreverente, ya que no guarda el debido respeto. Pasan cosas que te causan mucho dolor, cosas que no toleras; sucede lo que no quieres; cosas abominables, espantosas, y luchas por que sea de otra manera, de la manera que no es.

La realidad está llena de ironía, es contestaría, rebelde y cuestionadora.

La realidad nos desafía, ataca los valores tradicionales, cuestiona las posturas religiosas, filosóficas y políticas; llegando a escandalizar con las novedades fuera de todo concepto moral y ético establecido.  Se podría decir que, aunque tangible, porque se ve y se siente, la realidad no es permanente, cambia y nos exige un cambio. Algo que va más allá de una postura de apariencia “tolerante” y mucho más allá de presencias ambiguas engendradas en la tibieza.

La realidad es inoportuna, inconveniente en más de una ocasión. Por lo general está fuera de tiempo o de propósito. Llega cuando y como le da la gana. Como un niño inesperado, como un ladrón en la noche, un golpe de suerte o de fatalidad, un huracán, un terremoto o un simple chubasco.

Puede impresionar, impactar o devastar, no le interesa el fin, la realidad es el proceso.

Es de ese proceso del que debemos estar atentos y al que debemos aprovechar, con el que debemos intentar, tratar de sentirnos cómodos; nos irá jalando como en riel; el proceso es un cordel, nos colgamos ahí, sujetándonos de nuestras manos y avanzamos, hasta llegar. Es largo el cordel, y depende el peso de las circunstancias, nos jala con subidas y bajadas o nos mantiene nivelados. Llega un punto en que se detiene o da la vuelta, no puede ir recto sin fin, porque la tierra es redonda. De ahí que “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”; no se puede, ya que o te bajas y vas en el sentido opuesto, o das la vuelta. En esta tierra, obligatoriamente o cambias la dirección al sentido contrario o debes hacer un giro.

Lo que en palabas simples quiere decir que debes mutar desde el interior, ser maleable que no es lo mismo que “te amolden” o “dejarte influenciar”. En este concepto del que hablo, es como “ser parte de lo que influye”, como quien dice: fluir: in-fluir; dentro de lo que fluye. Ser consciente del proceso e ir con él, dentro del mismo.

Así, las cosas suceden y son llevaderas, y la afectación de los procesos de la vida puede receptarse con flexibilidad. No te tumbaran por rigidez, pon a funcionar las articulaciones mentales.

Viene a la memoria la famosa y definitoria frase del campeón de box, Muhammad Ali: “Vuela como una mariposa y pica como una abeja”.  

La realidad es algo parecido, pica y duele; pero al volar con sus magníficos colores impregnados de los momentos felices, nos envuelve en el velo de la ensoñación mientras flotamos en las ilusorias alas de la libertad.

La realidad es el contexto externo por donde pasa la vida y además es el contexto interno que la condimenta, la que le da el olor, el sabor y la textura. Es como es, no como queremos que sea.

Observa el proceso, la vida es el proceso, no el resultado, ya que el resultado de cualquier vida, siempre será la muerte.

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