26 abril, 2024

El Caústico

Fue un semanario de mediano formato, de cuatro páginas, a tres columnas que circuló el 20 de enero de 1895, que bajo su título anunciaba ser “Remedio de Actualidad”. Al principio fue editado en la Oficina Tipográfica, ubicada en la calle Pedro Carbo número 93, posteriormente en la imprenta de El Cáustico, calle de la Caridad número 55, más tarde en la Tipografía del Pueblo de F. J. Landín y después del triunfo de la revolución liberal, en el Taller Tipográfico de Félix Bloc C. en Pedro Carbo 109.

Era un opositor declarado y feroz contra el gobierno de Cordero, publicaba artículos serios, satirizaba al gobierno con caricaturas y escritos en prosa y verso. Su primera época, compuesta de un total de cinco, a las que denominaban “crisis”, alcanzó solamente hasta el 24 de mayo de 1895, en que se publicó la “aplicación” 10, de la cuarta crisis, pues los talleres en que se editaba, fueron clausurados por la policía.

Don Carlos Saona, en su folleto publicado bajo el título “Rielando en un Mar de Recuerdos”, dice lo siguiente: “…Entre esos duendes de la prensa merece especial mención El Cáustico, verdadero raudal de chispas que causaba mortificantes quemaduras en la epidermis del gobierno. Era su director un mozalbete que ya desde el colegio había demostrado bastante pericia en artículos satíricos. Cuyo nombre era Modesto Chávez Franco y cooperaban a su ofensiva Vicente Paz Ayora y José Tomás Ampuero”.

Poco tiempo de tranquilidad y libertad de acción tuvieron los “cáusticos” periodistas, pues el Gobierno no tardó mucho en descubrir que el autor de tan candentes como agresivos artículos, que le producían tanta incomodidad y disgustos al Gobierno era Modesto Chávez. Y con la rapidez de que es capaz quien quiere adular a sus jefes, clausuró el semanario y dispuso la captura de Chávez, Llona y Paz Ayora, para conducidos a un vapor surto en la ría para ser deportados a Lima. Chávez, que suponía cuál sería el resultado de sus ataques, había tenido la previsión de tener a mano una maleta con alguna ropa y útiles para su aseo personal.

En el ejemplar que circuló el 21 de abril de 1895, dice: “Hasta Luego… A nuestros compañeros de redacción los señores Álvaro Llona, Vicente Paz Ayora y Modesto Chávez Franco. Compañeros: Al veros abandonar las playas de la Patria a comer el pan del destierro, en virtud de uno de los tantos desaciertos cometidos por los que hoy rigen los destinos de esta infortunada República, os acompañamos con el corazón… Habéis cumplido con vuestro deber, llenos de abnegación y patriotismo: la Patria, que hoy gime bajo el peso de la ignominiosa dictadura, ha escrito ya vuestros nombres en el libro de oro de sus glorias…”

En la edición del 27 de enero del citado año, El Cáustico había dicho en su editorial: “La última proclama del doctor Cordero es una bofetada que este irrisorio personaje ha lanzado sobre el enrojecido rostro del pueblo ecuatoriano.” El Editorial se refiere a la vergüenza nacional sufrida por nuestro país por la llamada “Venta de la Bandera” (tema del que trataremos en próxima entrega), negociado cometido por el ex gobernador del Guayas José María Plácido Caamaño y su camarilla, lo cual precipitó la caída de Cordero y la consagración del liberalismo en Guayaquil.

El 8 de junio, tres días después del triunfo de la revolución liberal, reapareció El Cáustico convertido en bisemanario independiente, que circulaba los jueves y domingos. En este ejemplar, dan la bienvenida a los señores Álvaro Llona, Modesto Chávez, y en el publicado el 7 de julio siguiente, lo hace a Vicente Paz Ayora, por su retorno del destierro a bordo del “Cotopaxi”. La ciudadanía, aglomerada en el malecón, en el muelle del resguardo de Aduana, al arribo de cada uno les dio una recepción de héroes, llenando el ámbito de voces y aplausos.

Iniciada la lucha desde Guayaquil, por someter al nuevo régimen, a la capital y a las provincias del interior, El Cáustico dice el 21 de julio de 1895: “En el instante en que estas líneas trazamos, desfila, por entre las escarpadas gargantas de los Andes la primera división del ejército patriota. Compuesta en su totalidad de soldados, plenamente convencidos de la trascendental importancia política de la santa causa que defienden, marchan serenos al campo de batalla, para solucionar por medio de las armas el doloroso problema que nos ha planteado la ciega ambición del partido conservador: abyección y paz u honra y muerte…” En su gran mayoría compuesto por los guerrilleros montubios que bajo el nombre de Montoneros de Alfaro enfrentaron una dura lucha a las tropas gubernamentales.

En el ejemplar editado el 28 de julio, hace varios comentarios sobre la proclama del general Alfaro, que antes de salir en campaña hacia el interior había pronunciado, en vista de todos los rumores echados a volar por los clérigos, interesados en obstruir su paso, instigando al pueblo en su contra: “…ha sido escrito con aquella franqueza republicana que es el distintivo de todos sus actos y merece ser detenidamente meditado por todos aquellos a quienes va dirigido y especialmente a nuestros hermanos del interior. La calumnia, esa arma, que tan astutamente saben manejar los bandoleros de sotana, desempeña en las presentes circunstancias un importantísimo papel…”

Se refería a la campaña desatada desde los púlpitos de las iglesias contra la revolución liberal y su líder, a quien la élite quiteña conservadora identificaba como “el indio Alfaro”. Los indígenas, dominados por la opinión de los párrocos estaban convencidos que las tropas capitaneadas por el Diablo demolerían iglesias, conventos y decapitarían a los sacerdotes dejándolos sin la guía espiritual que los protegía del Infierno. Prédicas, que sometidos a la ignorancia y la servidumbre creían a pie juntillas.

En toda administración pública existen los esbirros más papistas que el Papa y El Cáustico en su edición del 4 de agosto de 1895 denuncia “…el imprudente ultraje que se acaba de inferir a la prensa guayaquileña, ordenando la prisión de dos de los más esforzados luchadores del diarismo radical, nos obliga a tomar la pluma para defender con la energía que siempre hemos acostumbrado, la libertad de imprenta, inconsultamente atacada por la orden en referencia… Existe una ley para juzgar los procedimientos de la prensa: a ella deben sujetarse los comisionados de la dirección pública a fin que sus actos no sean una criminal parodia de los punibles extravíos de las últimas administraciones…”

El general Alfaro dispuso la amnistía a los opositores políticos y a los miembros de los gobiernos anteriores que habían perseguido a los liberales, sin embargo, ante tal declaración El Cáustico en su edición del 8 señala que: “…Asunto tan delicado como el que nos ocupamos, merece particular atención de parte de nuestros hombres de estado, quienes deben comprender que en las actuales circunstancias, la generosidad con nuestros enemigos, puede dar resultados muy perjudiciales para la obra regeneradora.” Y no se equivocaron, pues la élite terrateniente, enemigos del liberalismo, los que perdieron sus privilegios y los derechos sobre los indígenas. Y agrega más adelante, los “Radicales de convicción no aceptamos que se lleve hasta el cadalso a los criminales que han traficado con nuestra gloriosa enseña, pero tampoco creemos que la generosidad de nuestros mandatarios llegue hasta el extremo de conceder amnistía a los autores y cómplices del infame atentado contra la dignidad del pueblo ecuatoriano…”

El 18 de agosto El Cáustico celebraba el triunfo de las armas liberales en la batalla de Gatazo ocurrida el 14 de agosto de ese año en los siguientes términos: “Una nueva gratísima ha venido a coronar las más grandes aspiraciones, desde el martes de la presente semana… El pronunciamiento de los bravos hijos de la capital por la santa causa de la regeneración, ha venido a dar cima al legítimo deseo del pueblo ecuatoriano. Las tenebrosas huestes del colombiano Sarasti, en destrozados restos huyen a refugiarse en la frontera sin orden ni concierto. El tristemente célebre cura Schumacker con su bandada de cuervos negros habrá ganado la frontera a ocultar su vergüenza…”

La noche del 19 de septiembre, la imprenta de El Globo, donde no solo se editaba ese diario, sino otros más pequeños, fue asaltada por gente contratada por alguna autoridad del Gobierno que había recibido críticas, El Cáustico alzó nuevamente su voz de protesta en un airado artículo que termina con el siguiente párrafo: “…el criminal, quien quiera que resultare serlo, verá entonces su nombre escrito con el fango de sus hechos, para que le maldiga la conciencia pública. El Jefe Supremo y la historia se encargarán de castigarlo…”

A partir de septiembre 26, por haberse retirado mediante acuerdo, los señores Álvaro Llona, Joaquín y Emilio Gallegos del Campo, solo quedaron a cargo del periódico, los señores Modesto Chávez Franco y Vicente Paz Ayora, los que siendo de tendencias liberales, ya manifestaban su desacuerdo con los abusos de autoridad del gobierno de Alfaro. El Cáustico circuló hasta el 21 de septiembre de 1896. El 21 de septiembre de 1904, reapareció para apoyar la candidatura presidencial de Lizardo García, se mantuvo en circulación hasta el 7 de diciembre de ese año.

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