26 abril, 2024

Los Magos, la Iglesia y la Eucaristía

Herodes,
los sacerdotes,
los ancianos
los letrados,
cerca están,
y no buscan,
ni encuentran
al que es su Dios.

Sabiendo las Profecías,
teniendo las Escrituras,
indicándoselo a los Magos
el camino del Portal;
no salen de su palacio;
lo que es costumbre no dejan,
ni de sí mismos se alejan
para ir hacia Belén…

Los Reyes Magos de Oriente:
los paganos, los lejanos,
los extraños a Israel;
pasando dificultades,
afrontando aventuras,
caminando de tan lejos,
vienen, se postran, adoran:
lo que traen se lo dan…

Herodes: los Cardenales,
los Nuncios y los Obispos,
los Curas y los Vicarios,
los Diáconos y los Lectores,
las Monjas y los Priores,
cristianas comprometidas,
cristianos de compromiso,
los que oyen la Misa diaria…

Los Centros de apostolado,
las Conferencias de obispos,
los Sínodos, las Asambleas,
los que dirigen las Curias,
y que exigen la catequesis
a todos los Catequistas;
los Cantores y Organistas,
Ministros de Comunión…

Los que tienen a Jesús
ahí cerca, en la Hostia Santa;
los que manejan su Biblia,
los que poseen Doctrina;
los sabios de biblioteca
e ignorantes de Sagrario;
que a los otros dan dulzuras
y tienen su boca amarga…

Los que enjuician a este mundo,
y descubren la tiniebla
que cubre la negra noche
que envuelve toda la Tierra,
en esta Era cristiana,
ya sin Cristo y post cristiana,
y descubren las inmundicias
de éste mundo tan inmundo….

Los que huyen de conflictos
a fuerza de ecumenismo,
y confunden el Bautismo
con el rito del Budismo
y comulgan Comuniones
con las otras religiones
y hablan a lo humano,
olvidando lo divino…

Los Magos con su aventura,
exclaman hoy a su modo
lo que ya Nietzsche, el ateo,
con burla y sorna decía:
“¡Más salvados tendrían que parecerme
Esos cristianos ‘salvados’
para que yo de veras creyera
en Cristo, su Salvador!”

¡Nosotros, entre tesoros
de Gracia y de Verdad,
de Belleza y Santidad,
tan distantes del Buen Dios!
Sobre todo: ¿Qué hemos hecho
del Pan de Amor y de Vida,
El Sacramento Mayor,
la humilde Eucaristía?

 

¡Sí…! A gritos te imploro sed,
que me estoy muriendo de agua.
Te pido migas de hambre,
que estoy harto de pan.
Herodes, yo tan cercano
Herodes, yo tan lejano.
Herodes, el rey pagano
Herodes, este cristiano…

¿Recibirte en la Hostia Santa
Sin hambre y sin sed, Señor?
¡Como sin sed beber agua
y sin hambre comer pan!
¿Recibirte sin anhelo,
como el Leproso Simón?
¡Recibirte y humillarte
es no recibirte, Señor!

¡Cuantas Comuniones hechas,
hechas sin hambre y sin sed
de vivir Tu misma Vida,
de trasformarme, Jesús!
¡Cuantas Comuniones mías,
Sufridas por ti, Señor,
Comuniones a lo Judas:
Sólo besos sin amor!

¿Es Sacrifico o Banquete?
¡Ambas cosas, Jesús!
Tú preparas el Banquete.
Yo preparo el Sacrifico.
Tú acudes siempre ardiente;
yo tan frío y sin amor…
Cada vez que te recibo,
te sacrificas, mi Dios

Tú dentro de mi pecho.
Yo fuera del tuyo, Amor;
Tú, ardiendo de ternura;
yo, helado el corazón.
Recibirte por rutina
por cumplido, sin amor.
¡Qué distante, qué lejano,
ante tu abrazo de Amor!

¿Nacer? ¡Naces a diario
en mi establo – corazón!
Yo, Herodes, sin embargo,
tan lejos de ti, mi Dios.
¡Sin dejarme mi palacio:
mi tan mundano interior!

¡Qué apegos! ¡Qué vergüenzas!
¡Qué disparate! ¡Jesús!

¡Pero hoy salgo de mi oasis
Como los Magos de ayer.
¡Anhelante, insatisfecho
dejo mi vida, mi Dios!
¡Hoy emprendo la aventura
de buscarte en mi interior
y entregarte oro, incienso
y la mirra de mi amor!

En la Escena de la Misa,
terminan hoy tus Tragedias,
mis parodias, mis comedias,
los teatros de mis besos:
Yo encarnaré siempre el hambre;
protagonizaré yo la sed,
y Tú y yo viviremos
el encuentro del Amor

¿Comulgar cual rey Herodes?
¿Yo tan lejos, Tú cercano?
¿Besarte cual nuevo Judas,
cometiendo una traición?
¿Ofrecerme Tú el Agua,
sin brindarte yo mi sed?
¿Poseer yo el Pan de Vida
Y hambre de amar no tener?

Cada vez que te reciba
en la Santa Comunión,
haga yo como los Magos,
mi Amado y Buen Jesús:
Habiéndolo dado todo
en un encuentro de Amor,
a mi vida de antes vuelva
“por otro camino” , Señor…

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Muchos libros de autoayuda explican que deberíamos vivir sin vibraciones negativas, vivir de tal manera que nunca nos enojemos, no suframos angustias, no nos pongamos tensos ni tengamos miedo. “Tenga calma, tranquilidad, paz”, sugieren. “No se ponga nervioso por las cosas que ya no puede controlar”.

De todas formas, estos consejos nunca ayudan cuando es incontrolable el torbellino emocional, cuando la lucha mental solo tiene un ganador, y ese es el “gran dolor”.

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