26 abril, 2024

Comentario

La confianza

Es uno de los más poderosos vínculos que tiene el ser humano. A pesar de su fortaleza es un sentimiento muy frágil.

La convicción que tenemos de que alguien sea confiable, depende de la seguridad que nos genere y de cuanto nosotros creamos en ella.

La confiabilidad que tengamos por un ser humano dependerá de la certeza que nos brinde y esta convicción será la resultante de la transparencia que veamos de sus actos.

Si se confía en alguien, esa confianza debe manifestarse en toda circunstancia. Sería una ofensa a la confianza si dijéramos que confiamos en alguien, pero le impusiéramos reglas de cómo debe actuar para nuestra tranquilidad.

777: El Lunes se pierde el mundo!

Ya está, el lunes se acaba el mundo. Este lunes 7 del séptimo mes del año 2014 que sumado así: 2 más cero más uno más cuatro es SIETE, 777. La hora de la perdición será a las siete de la mañana o las siete de la noche, me imagino que con este poder del siete, ha de durar siete minutos o pensando más rápidamente siete segundos el fin del mundo. Uf! ¿Y ahora quién podrá salvarnos? pero ¿será el fin del mundo para todos, perros gatos, leopardos, serpientes, humanos, montañas, ríos, etc.? O sólo como siempre en estos anuncios catastróficos sólo será para los malos que no pagan las cuentas, roban luz y que hasta ahora no han sido denunciados por los vecinos o todos estamos metidos en el gran final, que si es así invito a que sea transmitido por los canales del estado en exclusiva y en HD.

Discúlpame si te insisto…

Tengo la incontrolable necesidad de comunicarte lo que siento.
El amor que no se dice es como el amor que no se tiene.
En múltiples ocasiones te he manifestado mi sentir.
Hoy debo reiterarte la emoción que me subyuga.
Es un fuego que ruge eclosionado por su propia fuerza.
Mi pasión por ti es única; maravillosa.
Su poderío radica en la energía que me das con cada beso que me das.
Eres la estrella más brillante de mis claras noches.
Eres la rosa más hermosa del jardín de mis amores.

Un paréntesis electrónico

En este mundo nuestro actual resulta difícil asimilar un oficio, un quehacer diario, sin la influencia de la tecnología, de la informática, sin poner un SMS, sin recibir un whatsapp, sin los recursos de internet, pero no hace mucho tiempo, todo esto no existía.

Estaba yo pensando, por qué no dar un descanso a los electrones que no paran de moverse de un lado a otro, que bien merecido tienen un reposo y recrearnos en pasajes del pasado no tan lejano donde ellos aún no habían surgido de su cuna.

Por unos instantes voy a pasear por una calle imaginaria y comprobar, al inicio del día, cómo las amas de casa acuden en pleno a la esquina de la calle; ¿qué ha pasado?, pues que el lechero ha llegado, con su gran cántara y un par de jarros de latón como medida, de litro y medio litro, repartiendo la leche fresca, sin pasteurizar y sin conservantes, directamente del ordeño al consumidor. Me dispongo, haciendo uso de la osadía que me caracteriza, a entrar seguidamente en una de las casas donde una señora está elaborando jabón, mezclando el aceite de oliva sobrante con la sosa caústica y poniéndola a hervir. ¡Cuidado!, me dice, no te acerques mucho que la sosa puede salpicarte y quemarte, mientras ella remueve con un palo hasta que toma consistencia y lo vuelca sobre un recipiente de barro. Así estará un par de días mientras se está endureciendo.

La Gran Calamidad

Este año se cumple el centenario del inicio de la I Guerra Mundial, acontecimiento que con toda seguridad los distintos medios informativos se encargarán de recordarnos. Y a cien años vista qué pensará la gente sobre esta contienda que comenzó en el verano del ya lejano 1914 para terminar a finales de 1918.

Pues seguramente que fue una guerra más de otras tantas que alberga nuestra historia, donde ganaron unos y perdieron otros. Pero si escudriñamos un poco en esos cuatro años largos, seguro que descubrimos cosas que invitarán a nuestra mente a que nuestra opinión sea algo más abierta. Parece ser que los peritos en asuntos de batallitas coinciden en que el motor de la guerra fue la Alemania militarista del káiser alemán Guillermo II, quien debía albergar delirios de grandeza y conquista. Situémonos en los inicios. Nos encontramos en la ciudad de Sarajevo, una ciudad que por entonces pertenecía al imperio austro-húngaro; una fecha: 28 de junio de 1914, dos personajes: el archiduque Francisco Fernando, heredero del trono austrohúngaro y su esposa, amigos del káiser alemán, y un incidente: el asesinato de ambos por parte del serbobosnio y miembro de una organización llamada Mano Negra. Pues éste fue el pretexto ideal que encontró Guillermo II para satisfacer sus ansias de conquista.

«En mi hambre mando yo»

Es el libro de Ramón Sonnenholozner, de 165 páginas que si bien para leerlas algunos poemas tienen diez palabras, u otros más; por su cortedad podrían estar entre los maravillosos Haikus de Piedad Romo Leroux de su libro Crepúsculos-pero en “otro tono”.

Y hablando de “tonos” los versos de Ramón Sonnenholzner son algo como los Salmos de una biblia de Siglo XXI, porque se los publica ahora, – pero son de todos los tiempos, ya que luego de leerlos, interpretarlos y sentirlos se exclama ¡Son la vida!

–En mi hambre mando yo- me atrevo a decir que vale la pena leerlo, para encontrar la infinidad de verdades humanas, desde las ternezas reconociendo el corazón de su madre como su “primer liturgio”- quien le enseñó a rezar y dormir- – hasta la rebelión de su espíritu en el reto de vivir, expresado entre sarcasmo e ironías de profundo humanismo sentencioso, del hombre excepcionalmente crítico, al de ciudadano común; cuando en uno de ellos, termina diciendo – Soy feliz en esta Patria… subyaciendo la realidad en ese “con infinito amor”. Leo y releo el libro y me exalto en el poema de una sola expresión, que la siento casi mía.

¡Colorín Colorado el Mundial se ha acabado!

Switzerland x Ecuador

¡Colorín colorado este sueño se ha acabado! Con el resultado ante Francia el mundial de Ecuador feneció. Hay dolor en la afición, los aficionados lamentan lo irreversible y lo que pensamos que es seguro ya no lo es. Fuera del mundial nos toca ver la fiesta de otros, los triunfos de otros. Qué jugamos bien, qué jugamos como nunca, qué tal razón u otra, ya todo eso es lamentaciones. Nos dijeron que podríamos llegar hasta ser campeones pero nos eliminaron en la primera ronda. Ese es el resultado. No hubo goles, ni sirvió el gran Antonio Valencia, Montero, ni el de aquí ni el de allá. El fútbol vende ilusiones a la gente que sueña con los triunfos pero llena de plata a los jugadores, directivos, a los canales dueños de los derechos de transmisión, etc.

Fútbol: A octavos de Final

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Sin duda el país entero se paraliza este miércoles en el marco del partido entre nuestra selección de Ecuador y Francia.

El triunfo ante Honduras nos deja con la posibilidad, ganándole a Francia, pasar a la siguiente fase del mundial. Qué así sea, que toda la fuerza y suerte nos acompañe en este día crucial en el planeta fútbol. Hasta ahí todo está bien: el juego, la impaciencia, el deseo de ganar, de cumplir, la pasión que desborda el fútbol. A mi eso me alegra y acompaño a mis compatriotas con las mejores intenciones de triunfar ante Francia, y ojala sea con goleada. El problema es el miércoles, principalmente después del partido.

Tristeza não tem fim

Scored Two Goals For Ecuador

Dice la canción de Vinícius de Moraes y Antonio Carlos Jobim: “Tristeza não tem fim, felicidade sim”.

Mañana Ecuador se medirá con Francia en el mítico estadio Maracaná en Río de Janeiro. A la misma hora, Honduras jugará contra Suiza en Manaos. Solo entonces sabremos si nuestra felicidad tuvo fin o no, pues hoy aún seguimos vivos y con esperanzas de pasar a la siguiente ronda. De ganar, y espero que así sea, nos enfrentaremos con Argentina en octavos de final, situación que debe darnos felicidad, pues si Messi “es el único motivo para creer en Argentina”, a propósito de su gol en el minuto 91 en el partido del sábado frente a Irán, nosotros tenemos a ‘Superman’, como elogió la FIFA a Enner Valencia.

Despedida

Gabriel Garcia Marquez, Washington, DC, 1976

No me puedo permitir el lujo de escribir con cierta periodicidad y al mismo tiempo hacer oídos sordos a la mención de Gabriel García Márquez. Igual que no se puede resumir en una página la historia universal, tampoco se puede resumir en ella, la vida y obra de este escritor colombiano, pero sí mencionarlo de alguna manera para expresar la huella interna que nos ha dejado.

Cuando una persona famosa en los ámbitos del deporte o espectáculos se nos va, sientes su marcha y te resulta extraño pensar que no vas a volver hablar de ella. Cuando una persona famosa en el mundo del arte se nos va, sientes una especie de vacío en el campo de la creatividad que de alguna manera resultará difícil de cubrir y cuando se va una persona como Gabriel García Márquez, no solo ocurre lo anterior sino que también dejas escapar alguna lágrima. Quién no se ha acercado a él en vida de alguna manera, habiendo tenido la gran fortuna de conocerlo personalmente y disfrutar de su presencia, o simplemente leyendo algunos de sus escritos o interiorizando algunas de sus vivencias escritas. Cuando te pasa esto sabes que algo de él tienes dentro de ti, es lo que ocurre con las personas que son entrañables, y cuando te enteras que se nos ha ido sabes que algo de ti también se ha arrancado. Pregúntate ahora mismo por las noticias mundiales que tuvieron lugar en ese día de su fallecimiento, un jueves por la noche, yo sinceramente no recuerdo ninguna, y es que quedaron todas ellas eclipsadas por la noticia de su pérdida.

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