Pongamos en contexto el tema que está sucediendo en países socio-populistas de la región latinoamericana:
Bolivia vive una profunda crisis económica y social sin precedentes. Los años 2024 y 2025 han sido particularmente difíciles, con protestas de sectores como transportistas y campesinos. Hay presión sobre el Gobierno para que tome medidas urgentes contra la inflación, la escasez de dólares y de combustibles.
Antecedentes
Bolivia enfrenta una crisis económica multidimensional, caracterizada por 12 años consecutivos de déficit fiscal, una inflación acumulada del 8,82 % en 2024 —la más alta en 16 años— y una escasez crítica de dólares. El país está atrapado en un laberinto originado por la decadencia de la industria de los hidrocarburos y el aumento del déficit fiscal.
Causas de la crisis
Varios analistas agoreros del desastre culpan al gobierno de turno o a sus antecesores.
Lo cierto es que en Bolivia ya no hay dólares porque se consumieron las reservas.
Por dar un ejemplo, en 2014 Bolivia tenía 15 mil millones de dólares en reservas internacionales. A la fecha (abril de 2025), hay 1.700 millones de dólares, de los cuales solamente 200 millones son en efectivo, es decir, en divisas líquidas. El resto es oro que no se puede utilizar de manera inmediata. Es decir, esos 200 millones de dólares no alcanzan ni para una semana de importaciones, cuando Bolivia normalmente importa aproximadamente 1.000 millones de dólares al mes.
¿Y por qué se acabaron las reservas? Esa es la pregunta del millón. La respuesta es simple: el Gobierno gasta más de lo que invierte. Así, el país sigue atrapado en un laberinto agravado por la caída de la industria de los hidrocarburos y el creciente déficit fiscal. Además, se advierte que Bolivia podría declararse en default de su deuda pública si no cumple con los pagos de sus obligaciones internacionales.
¿Qué es el default de la deuda en el caso boliviano?
El default, o incumplimiento de la deuda pública, ocurre cuando una empresa, una persona o un Estado no cuenta con dinero líquido para hacer frente a sus compromisos financieros. Si un país incumple sus deudas, se dice que cae en default.
¿Cuáles son las principales consecuencias del default?
Aclaremos primero que los términos default y quiebra no son sinónimos. Por ejemplo, la quiebra se aplica a las organizaciones comerciales. Cuando una empresa es declarada en quiebra, puede ser liquidada por iniciativa propia o por decisión judicial.
En cambio, cuando un Estado cae en default, no puede ser liquidado. El Estado continúa funcionando, pero enfrenta restricciones para obtener préstamos en los mercados extranjeros.
Las consecuencias del default de deuda pública son las siguientes:
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Una vez declarado el default, el gobierno no podrá acceder a préstamos en los mercados extranjeros durante 5 a 7 años.
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Durante ese período, solo podrá solicitar préstamos al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y organismos similares, en condiciones muy duras.
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Cuando un Estado declara el default, los inversores extranjeros que invirtieron en empresas privadas intentan retirar sus dividendos o abandonan los proyectos de inversión.
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Los fondos de inversión extranjeros que planeaban invertir en empresas o comprar obligaciones del Estado se niegan a hacerlo, y muchas obras del gobierno se paralizan.
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Las empresas que quedan sin inversión o con inversiones incompletas experimentan un crecimiento económico reducido, ya que generan menos ingresos y, por lo tanto, pagan menos impuestos al Estado.
¿Qué destino le espera a Bolivia?
Las noticias no son alentadoras: las filas para conseguir gasolina son interminables, la gente encuentra surtidores cerrados, los combustibles están racionados, muchas empresas están paralizadas, y el mercado negro de dólares crece sin freno ni respaldo del Banco Central de Bolivia.
Recuerdo que Bolivia fue señalada como un caso exitoso en América Latina durante la presidencia de Evo Morales, con Luis Arce como ministro de Economía. Hoy, estos dos políticos se disputan el poder, con más posibilidades para el actual presidente Arce, ya que Evo Morales está impedido de postular por prohibición constitucional. Sin embargo, Morales continúa siendo una figura política influyente, y en política todo puede suceder.
El problema de fondo en Bolivia no es simplemente el cambio de políticos. Es el modelo económico, que nunca fue reformado. Durante los años de bonanza por la explotación del gas y otros derivados, fluyeron los subsidios, y los precios del gas y del diésel fueron sostenidos muy por debajo de los precios internacionales, obligando al Estado boliviano a importar combustibles caros para venderlos baratos.
La falta de recursos para inversión ha hecho que los yacimientos entren en declive. Por ende, se hace imposible sostener el gasto público y los actuales subsidios. Desde 2023, la falta de divisas se ha vuelto evidente: los bancos y las casas de cambio limitan el acceso al dólar. Es decir, se prevé un posible default de deuda, feriados bancarios y más presión social en un contexto de poder populista socialista que está fracasando en Bolivia, al igual que en buena parte de la región latinoamericana. Esto debería servir como espejo para Ecuador, que, aunque tiene condiciones diferentes, enfrenta riesgos similares respecto al manejo de sus recursos estratégicos, sea por estatización o por privatizaciones no deseadas.