Somos un país de contrastes, en lo geográfico, político, social, económico y también en lo humano, durante diez años y en quinientas sabatinas enseñaron a odiar y vivir resentidos al 25% de la población.
Los extremos siguen existiendo, los pro y los contra persisten y se acentúan entre los fanáticos, no hay peor droga que el dogmatismo, muchas personas no ven colores grises, solo blanco o negro, se mueven de un extremo a otro sin pensar que hay términos medios que pueden ser considerados.
Somo maniqueos, nombre que proviene de la fe fundada por el sabio Mani quien decía ser el último de los profetas enviados por Dios a la humanidad, siguiendo a Zoroastro, Buda y Jesús, autonombrado como el único que podía interpretar las sagradas escrituras de forma correcta. Sus discípulos creían que Mani era el Espíritu Santo, enseñaba que el bien y el mal estaban dentro de todos y todo, incluido Dios.
El maniqueísmo fue una de las religiones más extendidas y profesadas del mundo, la principal rival del cristianismo primitivo, fue perseguido por el estado romano y con el tiempo erradicado del Imperio.
Su doctrina señala que existen dos principios creadores en conflicto constante: el bien y el mal. Por extensión y de manera peyorativa también se usa el término «maniqueísmo» para referirse a la tendencia a reducir la realidad a una oposición radical entre lo bueno y lo malo
El maniqueísmo es uno de los caminos de la intolerancia, pues condena a quien no comparte los mismos valores y convicciones
San Agustín de Hipona fue miembro de la secta maniquea desde los 18 hasta sus 29 años. Tras convertirse al cristianismo, se fue en contra de los maniqueos y sus creencias que afirmaban que existía un Dios bueno y uno malo dentro de un solo espíritu.
San Agustín se hace dos preguntas, la primera es: ¿el mal existe desde siempre? Si es así, significaría que no fue creado por Dios y tampoco puede ser destruido por él, además no sería omnipotente. Y la segunda, ¿el mal fue creado? Si el mal fue creado por Dios, esto iría en contra de la imagen de un Dios bondadoso planteado por la Iglesia.
San Agustin explica el mal en el mundo como la ausencia de Dios distanciándose del plan que tiene para los humanos.
Somos maniqueos respecto al hereje, ateo, pecador, condenado, judío, gitano, comunista, anarquista, indio, negro, y en general al que opina o se ve diferente.
En otras ocasiones el maniqueísmo se da por solo considerar dos opciones; como Trump o Biden; Hamas o Israel; Putin o Zelenski; Milei o Maduro; capitalismo o comunismo; honesto o revolución ciudadana, y así.
Estoy en redes sociales donde todo lo que hace Noboa esta bien, y hay periodista que señalan que todo lo que hace Noboa está mal.
No debemos simplificar una discusión en tesis opuestas sin alternativa, esa simplificación puede estar excluyendo raciocinios más sensatos. Por lo general yo trato de ubicarme en el mero centro de la mitad del medio, dejando siempre la puerta abierta para cambiar de opinión apenas me convenzan, lo que ocurre al actualizar mi base de datos mentales con información novedosa.
Cuando se visita las dependencias del Memorial del Holocausto de Jerusalén hay dos puertas de salida con sendos rótulos; en uno pone «Personas sin prejuicios raciales» y en el otro «Personas con prejuicios raciales». Naturalmente, todos intentan salir por la primera puerta; pero no pueden hacerlo, está cerrada con llave. Cuando se pregunta a los empleados del museo por qué está cerrada esa puerta, contestan: «Porque las personas sin prejuicios raciales no existen».
Pero sí existen las personas que luchan contra los prejuicios y ese camino comienza por la compasión y la tolerancia.