20 mayo, 2024

La maternidad

Si pudiese describir la maternidad usaría dos palabras, con una sola no sería ni justo ni suficiente. Para mí la maternidad es un caos armónico. Sí, un caos porque a veces es como caminar en tierras movedizas. No es estable, es cansado.

Es armónico, porque nos abraza, es suave y sensible. Escuchar la voz de un hijo pronunciar la palabra “mamá” es una melodía para el corazón y alma.

Erich Fromm en su libro El arte de Amar explica que la función de la madre en la tierra es darle seguridad en la vida del niño, y la del padre, en cambio, es enseñarle, guiarlo en solución a los problemas del mundo. Por eso, es muy importante que las mujeres nos sintamos seguras, que no nos conformemos y que luchemos por nuestros sueños. No se puede enseñar algo que no conocemos.

Hace unas semanas atrás había tenido un día complejo, de mucho trabajo, con bastante estrés. Mi hijo llevaba pidiéndome que lo llevara a jugar a un centro de actividades lúdicas desde principios de la semana. Yo le había prometido que el miércoles lo llevaría, pero justo ese día se me juntó el estrés y un par de conflictos, así que como alternativa pensé en dejarlo a mi niño con la nana en el centro de diversión. Yo solo quería echarme en la cama a dormir, ya que mi mañana había sido super movida. Y tenía que continuar con más actividades por la tarde.

Cuando estábamos por salir de casa, mi pequeño me miró con sus ojitos amorosos y me dijo mami yo quiero ir contigo, quiero que me veas jugar. El corazón se me hizo chiquito. Los niños son muy perspicaces, para él era importante que mamá estuviese presente. Respiré hondo, ya que no quería ir, pero recordé cual era mi función como mamá, lo acompañé y le di seguridad.

Mi amiga Mariella me enseñó cual era el significado de la palabra sacrificio, proviene del latín: “sacro” y “facere”, es decir, “hacer sagradas las cosas”, honrarlas, entregarlas. También, me hizo caer en cuenta de cómo en la actualidad la relacionamos con la pérdida y el dolor.

Esa tarde yo hice sagrado ese momento con Franco, y algo cambió.

El estrés disminuyó, me sentí más ligera por solo escucharlo reír.

 

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