26 julio, 2024

Segunda creación 

Como hemos dicho anteriormente, el Génesis es un libro de narración mítico simbólica. La realidad es tan profunda que va más allá. La verdad que prevalece es que hay un Dios que origina y crea, que yo no creo puesto que soy creatura y que desobedecimos a ese Dios Amor. No importa si la creación se hizo en siete días o si el fruto prohibido fue una manzana, lo importante es que el ser humano le dio la espalda al Amor.

Hay un antes y un después del pecado original, si bien nuestra realidad es el pecado, hay que tener conciencia de que hay redención en Jesucristo. En vez de pensar que soy un pecador que a veces se porta bien, tenemos que pensar que soy un redimido que a veces caigo.

En el segundo relato de la creación, aparece un nuevo personaje: la serpiente. El ser humano experimentó de primera mano el amor de Dios, pero le creyó a una criatura inferior. ¿Cuántas veces permito que otros interpreten mi experiencia de amor de Dios? La serpiente descifra lo que Dios había dicho para que Eva dude y es ahí cuando la imagen de Dios se distorsiona. El enemigo ataca con mentiras que parten de verdades a medias. Entonces, Dios llama al hombre (¿el responsable?) y le hace tres preguntas de misericordia como para que piense bien su la respuesta: ¿dónde estás?, ¿quién te ha indicado que estabas desnudo?, ¿acaso has comido del árbol del que te prohibí comer?

Ahí comienza el juego de la coartada perfecta. El hombre le echa la culpa a la mujer y la mujer a la serpiente. Adán falla al no defender su propiedad, aquello que Dios le había entregado como regalo para que lo proteja, en un momento es destruido. Adán bajó la guardia, cerró los ojos y permitió que la serpiente se acercara a Eva a seducirla. Él era el primero que debía custodiar la tierra. Yo comparo este episodio al hombre que se desentiende de su familia y deja a la mujer educar sola a sus hijos. ¡Es muy penoso!

Si el pecado entró por Adán, la salvación viene por Jesús; al mismo tiempo, si la portadora de la desventura es Eva, la portadora de la gracia es María. Por eso en el capítulo tres del Génesis tenemos el Protoevangelio, donde se hace referencia a María y al Salvador.

¡Efesios 5! “Mujeres sométanse a sus esposos” (¡suena fuerte eso!). “Hombres amen a su mujer como Cristo amó a su Iglesia”. ¿Y cómo amó Cristo a su Iglesia? ¡Hasta dar la vida por Ella! Jesús viene a dar la vida por su novia, su Iglesia, cosa que no hizo Adán. Es como si Cristo dijera: “Aquí estoy. Mátenme a mí, pero dejen a mi mujer/iglesia intacta.” El hombre está llamado a dar la vida por su mujer. ¡A dar la vida! (¡eso es mucho más fuerte!) ¿Cuántos de ustedes, caballeros, están dispuestos a hacerlo?

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Un paréntesis electrónico

En este mundo nuestro actual resulta difícil asimilar un oficio, un quehacer diario, sin la influencia de la tecnología, de la informática, sin poner un SMS, sin recibir un whatsapp, sin los recursos de internet, pero no hace mucho tiempo, todo esto no existía.

Estaba yo pensando, por qué no dar un descanso a los electrones que no paran de moverse de un lado a otro, que bien merecido tienen un reposo y recrearnos en pasajes del pasado no tan lejano donde ellos aún no habían surgido de su cuna.

Por unos instantes voy a pasear por una calle imaginaria y comprobar, al inicio del día, cómo las amas de casa acuden en pleno a la esquina de la calle; ¿qué ha pasado?, pues que el lechero ha llegado, con su gran cántara y un par de jarros de latón como medida, de litro y medio litro, repartiendo la leche fresca, sin pasteurizar y sin conservantes, directamente del ordeño al consumidor. Me dispongo, haciendo uso de la osadía que me caracteriza, a entrar seguidamente en una de las casas donde una señora está elaborando jabón, mezclando el aceite de oliva sobrante con la sosa caústica y poniéndola a hervir. ¡Cuidado!, me dice, no te acerques mucho que la sosa puede salpicarte y quemarte, mientras ella remueve con un palo hasta que toma consistencia y lo vuelca sobre un recipiente de barro. Así estará un par de días mientras se está endureciendo.

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