26 julio, 2024

Sebastián Piñera

Fue despedido con todos los honores, incluso de opositores, que le ofrecieron respeto y destacan su contribución como hombre público; hoy todos reconocen su patriotismo y madurez para enfrentar las difíciles responsabilidades del poder.

El mismo Boric afirmó “que las querellas y recriminaciones fueron en ocasiones, más allá de lo justo y razonable”. Una forma elegante de pedir disculpas al colega expresidente antes de su partida. Hubiera sido más significativo que se lo hubiera dicho antes, en privado; tal vez sí lo hizo, por ello hablaban y colaboraban ante decisiones cruciales y difíciles.

El arzobispo de Santiago, Fernando Chomali, declaró que la muerte del presidente Piñera ha servido para unir al país, “que no es necesario esperar que ocurran desgracias como las que hemos vivido, -refiriéndose a los incendios de la V Región y el lamentable accidente de SP-, para abrazarnos, respetarnos, para reconocer lo bueno que hay en cada uno de nosotros”. Fue un llamado oportuno por la unidad del país, a encontrar razones para no enfrentarse entre chilenos, para unir esfuerzos y tener un objetivo común, pese a diferencias y distintos intereses.

El dirigente Fernando Claro, de Fundación El Progreso, afirma “que Piñera fue víctima de una izquierda sin principios, como está ocurriendo en diferentes partes del mundo. Acá en Chile quedará para la historia la vergonzosa oposición que le hicieron”.

No obstante, el pueblo en las calles, ante el paso solemne del cortejo, aplaudían y saludaban “Sebastián, el pueblo está contigo”. Equivalía a un ‘mea culpa’ colectivo, a un reconocimiento al estadista, a un verdadero demócrata que había dedicado parte de su vida para resolver con honestidad y dedicación problemas de la colectividad. Él fue un reconocido ambientalista, a quien se le deben las iniciativas para contrarrestar el cambio climático y la promoción de energías renovables.

No hay duda que Chile perdió un gran líder, un hombre generoso que se preparó para servir a su pueblo, que salvó la vida de los acompañantes en su helicóptero y de los 33 mineros de la mina San José. Un buen hombre, íntegro, nunca perfecto, pero sus aciertos pesaron mucho más que sus errores.

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A 20 años de la caída del Muro.

Conocí el muro en 1969, a ocho años de haber sido levantado como valla tangible de la línea fronteriza que se extendía entre el mar Báltico y Checoslovaquia. Resguardado rigurosamente con alambradas, zonas desarboladas, torre de vigilancia, campos minados y soldados soviéticos armados; ante quienes, todo viajero tenía que someter su identidad, entre paradas sorpresivas de los trenes para revisar sus compartimentos.

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