2 mayo, 2024

¿Eres feliz?

Conocí a madre Paloma hace muchos años, me parece que fue cuando yo iniciaba la secundaria, estaba en lo que se llamaba primer curso de secundaria en el colegio de La Asunción, Guayaquil. Ella llegó de España para ser la encargada de la secundaria; en la primaria seguiría la madre Luisa y en preescolar la madre Cecil. En el colegio estaban otras religiosas, no muchas, la verdad no de todas recuerdo sus nombres, como el de madre Casilda, quien luego se fue a vivir al internado que las monjas tenían en Cuenca.

Las religiosas vivían en una casita en Mapasingue, cerca del colegio que quedaba y aún queda sobre una loma, vía a Daule. Una edificación, al estilo Art Déco, (según creo), realmente linda.

Llevaban una vida de pobreza y austeridad y su misión y visión en el trabajo que realizaban era educar a las estudiantes, de acuerdo a las enseñanzas de la fundadora de la comunidad de La Asunción, María Eugenia Milleret de Brou, santificada por el papa Benedicto XVI en el año 2007, desde entonces: María Eugenia de Jesús. 

Uno de los lemas de madre María Eugenia es: “Jesucristo trae hoy la liberación que transforma la sociedad”. Lo se de memoria, ya que lo cantábamos en uno de los himnos del colegio. Cantarlo es fácil, ponerlo en práctica es lo difícil.

El hecho es que madre Paloma vivía esos preceptos enseñados por la fundadora de su comunidad. Era una mujer sencilla pero temperamental; de un carácter muy fuerte. No era perfecta, en más de una ocasión se equivocó en su trato con algunas alumnas, y ahí me incluyo, ya que, aunque nos llevábamos muy bien, tuvimos un par de veces nuestros choques. Yo buscaba la justicia a toda costa, a veces sin darme cuenta de que estaba faltando el respeto a la autoridad del colegio.

En esas ocasiones aparecía mi mamá, para recordármelo y obligarme a pedir disculpas y hacerme aceptar con humildad las debidas sanciones.

Madre Paloma nos enseñó: disciplina, orden, solidaridad. También nos hacía sentir felices cuando aceptaba los momentos de relax o de ternura que tenía frente a nosotras y reía con nuestras ocurrencias, con las cosas que hacíamos o le decíamos. Cuando quería podía ser muy divertida y agradable. 

Fue para una celebración del día de la Asunción, un 15 de agosto, yo ya estaba casada y con una hija. La llevé para presentársela a la madre Paloma, en realidad, madre Paloma era muy importante para mi. Me dijo que la niña estaba muy flaquita, ciertamente, Lidia era delgada, yo aún no sabía como ser mamá…

En esos primeros años, mi matrimonio tenía subidas y bajadas, como en estos años también, tal vez por que de eso se trate, de asumir la imperfección en las relaciones, o al menos en la mía.

En tal caso, en esa ocasión, algo notó en mí la monja, que mirándome a los ojos me dijo: ¿eres feliz? No supe que contestar y aún no tengo la respuesta.

Es en este punto cuando recuerdo otra frase inspiradora de madre María Eugenia: “Es una locura no ser lo que se es, con la mayor plenitud posible” Tal vez lo deba seguir intentado para poder responderle a madre Paloma, ser lo que soy. Sigo diciéndome ¿Qué soy?

Madre Paloma, unas te quisimos, otras no. Pero creo que pese a lo que sea, todas te damos las gracias. Fueron años inolvidables, los recreos, la campana, la música para volver a clases, las gymkanas, el día de La Asunción, las convivencias, los retiros, los campamentos…

Uno no debería decir adiós, ya que todos vamos hacía lo mismo, hacía ese último momento por aquí…quizá solo haya que decir: hasta pronto. Descansa en Dios querida madre Paloma. 

 

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5 comentarios

  1. Excelente vision de Madre Paloma. Una Mujer Inspiradora, que a pesar de reflejar dureza era dulce y amable, características de un SER FELIZ.

  2. Me gusto la narrativa. Lo interesante es que cada una de nuestras vidas fue tocada por su carácter. I love Madre Paloma because she saw someone who I was not. My parents and my family had changed my life so much. With time that took a toll on me but learning to learn was what kept me going. It was that seed they put in us what has allowed me to succeed. I must say that it is beyond religion, it is a life style, it is about values and convictions. That is her legacy and it will never go away

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